Hoteles

Bodega de Quintín, el privilegio de dormir entre barricas históricas

A apenas 48 kilómetros de Madrid, este coqueto hotel rural propone al viajero dormir y desconectar en un alojamiento con personalidad propia

La Bodega de Quintín
La Bodega de QuintínLa Razón

No hace falta irse muy lejos para encontrar un lugar con encanto y con la magia que transmiten esos alojamientos que presumen de tener personalidad propia. Buen ejemplo de ello es La Bodega de Quintín, un completo establecimiento rural con mucho encanto ubicado en Villarejo de Salvanés, a apenas 48 kilómetros de la capital española que cuenta con hotel, restaurante, amplios jardines y una bodega del siglo XVIII que hace las delicias del huésped más curioso.

Después de tantos meses de «encierro» en casa, este verano el cuerpo nos pide relax en un entorno diferente, pero las circunstancias hacen que la mayoría de los españoles opten por no irse demasiado lejos. Precisamente para cubrir ese deseo de desconectar del mundanal ruido, pero a un paso de la capital, La Bodega de Quintín se convierte en el refugio ideal, ya que cuenta con espacios para realizar encuentros familiares a medida, siguiendo todos los protocolos sanitarios actuales, y con la garantía de sentirse como en casa.

Legado familiar

El secreto del encanto de La Bodega de Quintín reside en Irene García, nieta de Quintín, quien ha conseguido convertir la bodega en la que trabajaba su abuelo en un coqueto hotel rural único, acogedor y cargado de valor sentimental, artístico y patrimonial. De hecho, es precisamente ese cariño con el que se cuida al huésped el que se deja sentir también en la cocina del hotel, una gastronomía tradicional y vanguardista, siempre dentro de su filosofía de «tradición y estilo».

El coqueto hotel dispone de 10 habitaciones y una gran suite y resulta ideal tanto para una escapada romántica en pareja como para un respiro en familia y con niños. De hecho, además de disfrutar de las instalaciones y el descanso que brindan el hotel, también merece la pena descubrir la cara más histórica del lugar, gracias a sus bodegas de los siglos XVIII y XIX, protegidas por Patrimonio de la comunidad de Madrid, donde es posible celebrar cenas románticas o catas de vinos y quesos de la comarca.

Y fuera del hotel, el municipio también cuenta con joyas arquitectónicas como el castillo, la casa de la Tercia, la iglesia de San Andrés y el convento de la Virgen de la Victoria.