Eslovenia
Eslovenia, la joya escondida de Europa
Paisajes y cuevas espectaculares, gastronomía y vinos excelentes. Y una costa, la Adriática, que mantiene viva la herencia veneciana.
Paisajes y cuevas espectaculares, gastronomía y vinos excelentes. Y una costa, la Adriática, que mantiene viva la herencia veneciana.
Aunque pasa por ser uno de las países más pequeños de Europa, no es menos cierto que Eslovenia atesora un sinfín de recursos turísticos de primer orden, que enamorará a cualquiera que lo visite. Enclavada en una zona que a lo largo de los siglos, ha sido tierra de paso entre la Europa Oriental y Occidental, y que fue dominada por numerosos pueblos, como los griegos, romanos, venecianos, eslavos, alemanes, austriacos, e italianos. La Eslovenia actual, ha sabido escoger lo mejor de cada uno de ellos, para presentarse al mundo, como un gran país que tiene mucho que ofrecer, y que cuenta con la ventaja de tener al euro como moneda, lo que nos facilita su visita.
Lo primero que llama la atención cuando se llega al país, es seguramente su paisaje, con las vertiginosas vistas de los picos alpinos, aquí llamados Alpes Julianos, montañas y valles, entre los que destaca el único Parque Nacional del país: Triglav, un verdadero Edén con ríos cristalinos, donde se puede hacer rafting, lagos, cascadas y senderos a cientos. Si hay algo que subrayar en la idiosincrasia del pueblo esloveno, es precisamente su amor por la naturaleza, que siempre intentan proteger y conservar. No es de extrañar que Eslovenia sea el segundo país más boscoso de Europa.
Por eso nuestra primera incursión en el país, sea visitar Triglav. Para ello conducimos por una de las carreteras más impresionantes de Europa: la que va de Kranjska Gora hasta Bovec, en pleno Parque. Son 13 km, de una subida dura y en zigzag, que tiene la particularidad de llamarse Ruska Cesta (Carretera Rusa). El nombre se debe a que fueron los prisioneros rusos, durante la I Guerra Mundial, los que la construyeron. Después de tantas vueltas y revueltas, se llega al puerto o paso de Vrsic, donde hacemos una parada para disfrutar de las vistas y empezamos ya a descender por el valle del río Soca, no sin antes visitar el monumento al Dr.Julius Kugy, un alpinista y escritor que cantó las bellezas de este parque.
Al llegar a la pequeña población de Trenta, entramos en el Centro de Interpretación del Parque, con museo y audiovisuales que enseñan todos los rincones y curiosidades del mismo. Desde aquí, podemos hacer pequeñas excursiones y elegimos una que va hasta la granja Kekec, muy conocida en este país por ser aquí donde se rodó una de las películas más famosas que se han hecho en Eslovenia. Se trata del film: «Buena suerte, Kekec», que describe la historia de una niña ciega y su amigo. Una película que te retrotrae a los films de nuestro Joselito.
w Hemingway y Rommel
Proseguimos por el parque, y paramos en Kobarid, que ha pasado a la historia porque fue aquí donde se dio una de las batallas más encarnizadas a lo largo de la I Guerra Mundial. Merece la pena visitar su museo de la guerra, y hacer el recorrido por las trincheras de Kolovrat, algunas muy bien restauradas, donde se puede entender lo dura que debió de ser la lucha en las trincheras. Testigos de toda esta batalla fueron dos personajes que a la postre se hicieron mundialmente famosos aunque por motivos diferentes. Por un lado el teniente Erwin Rommel, que posteriormente fue conocido como el «Zorro del desierto», y, por el otro lado, el escritor Ernest Hemingway, que fue herido durante la guerra, cuando conducía una ambulancia, y que posteriormente lo describiera en su libro «Adiós a las armas» en 1929.
Dejamos el Triglav, para conocer al región vinícola de Goriska Brda. Numerosas bodegas ofrecen catas en esta región de suaves colinas, salpicadas por algún que otro ciprés, que nos recuerda al paisaje toscano. Entre medias, pueblecitos con encanto como el de Stanjel o el de Smartno, con sus restos de muralla y una torre del S.XVI, invitan a conocerlos.
Muy cerca de aquí, y pegada a la frontera italiana, se encuentra la población de Lipica. Un pueblecito pequeño que pasaría desapercibido si no fuera porque aquí se crían los famosos caballos «lipizanos». Caballos con un característico color blanco, que han servido a lo largo de los siglos para la Escuela Española de Equitación de Viena. Lo curioso del caso, es que los caballos originarios eran caballos andaluces, que en 1580 el archiduque Carlos II de Austria importó nueve sementales y veinticuatro yeguas, ya que se consideraba a la raza española la mejor de Europa.
Nuestro siguiente destino es la región conocida como la tierra de Karst. Una meseta calcárea con miles de cuevas, galerías, ríos, cavernas, y simas subterráneas en un frenesí de accidentes naturales únicas en Europa. Imprescindible visitar la cueva de Skocjan, con su río subterráneo «Reka» y un cañón de más de cien metros de profundidad, cruzado por el puente «Cerkevnik», que hará que los visitantes se sientan como protagonistas del «Viaje al centro de la Tierra» de Julio Verne. No es de extrañar que esta cueva fuera premiada por la Unesco en 1986, como Patrimonio Natural Mundial.
Para terminar el recorrido elegimos el marco incomparable de la costa eslovena. Son 47 km de costa, pero con ciudades encantadoras como Koper, Izola y, sobre todo, Piran, la joya de la costa Eslovena y la más visitada. Ubicada en una península estrecha que se adentra en el mar, su casco histórico parece sacado de su hermana mayor: Venecia. El encanto reside en sus calles, plazas, su paseo marítimo lleno de restaurantes, en los que es obligatorio estar al atardecer, para disfrutar de su puesta de sol.
Liubliana: la capital verde europea 2016
Ubicada entre los impresionantes Alpes Julianos y la costa del Adriático, se encuentra la capital de Eslovenia, una ciudad que se asienta a los pies del castillo medieval, construido a partir del siglo XII. Rodeada de altas montañas y bosques, con nieves perpetuas de los Alpes, y con el río Ljubljanica que le atraviesa, adornado con hermosos puentes y edificios de todos los estilos, la capital eslovena ofrece un equilibrio perfecto de ciudad grande y pequeña a la vez. Además casi todo el centro de la ciudad se ha cerrado al tráfico habiendo sido habilitadas zonas peatonales más amplias, y carriles bici, dando así prioridad a los peatones, ciclistas y al transporte público. En suma una ciudad que parece hecha a la medida del hombre. Gracias a ello, Liubliana ha sido premiada como Capital Verde Europea 2016.
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