Viajes
“Mercado do Livramento”, un emblema de Setúbal
Un icónico edificio repleto de vida que hay que conocer
Es una de esas visitas imprescindibles para los que se acercan a Setúbal. Seguro que cualquier viajero que ha estado allí ratificará estas palabras.
Recorrerlo es mucho más que ir de compras. En cierta forma, es sentir la vida y el pulso de esta localidad costera portuguesa.
Su fama sobrepasa las fronteras del país, siendo uno de los grandes reclamos de la ciudad. Tanto que el prestigioso periódico norteamericano “USA Today” lo consideró, hace unos años, uno de los mercados más bonitos del mundo. Razones no le faltan.
Nada más entrar, si conocemos un poco su historia y la edad de este edificio, lo primero que nos impresiona son sus grandes dimensiones. Más aún, cuando nos informan que fue inaugurado en 1876.
Ciertamente, aunque sufriera reformas y ampliaciones durante tan largo periodo de tiempo (casi ciento cincuenta años), sigue asombrando el gran tamaño de esta construcción.
La gran fachada (de color rosa claro y líneas rectas) no deja adivinar entre sus numerosas puertas una de las maravillas que nos vamos a encontrar. Paredes forradas de miles de azulejos –superan los cinco mil- representando escenas de la vida diaria (en la pesca o en la agricultura) y dos grandes paneles, en la zona norte, de esta misma azulejería portuguesa con detalles de la ciudad.
Los característicos colores azules y blancos, aunque algunos son policromados, revistiendo estos muros que dan identidad diferencial a este mercado
En su interior -sobre un suelo adoquinado típico portugués- innumerables puestos (“lojas”) de la más diversa índole (carnes, pescados, mariscos, flores, quesos, embutidos, hortalizas, panes, vinos, pasteles, artesanía, etc.) se van sucediendo por este gran espacio techado. Muchos de ellos, alimentos que han sido recolectados o producidos a poca distancia, potenciando la filosofía del “kilómetro cero” y afianzando la economía de esos pequeños productores.
Como curiosidad, en el gran pasillo central existen unas figuras de gran tamaño (carnicero, vendedora de flores, …) en homenaje a diferentes profesionales que allí trabajan.
No hay que olvidar que estamos cerca del puerto pesquero. Por esta razón, el mercado es también una clara demostración de las bondades gastronómicas que el mar nos brinda. Todo tipo de pescados, moluscos y mariscos, de la más diversa índole y tamaño, expuestos para su venta. Variedad y frescura, recién llegados del mar, para formar parte de la mesa.
En Setúbal, como parece lógico, casi todo nos recuerda al Atlántico. Una ciudad, siempre volcada al mar, cuyo reflejo más evidente, además de este precioso mercado, son sus restaurantes, donde -permítanme el consejo- deben probar el “choco frito”, posiblemente el más emblemático de los platos setubalenses.
Les invito a que paseen detenidamente por este mercado, a que disfruten del bullicio, a que lo fotografíen, a que se tomen un café, a que pregunten y a que, en cierta forma, se sientan durante unos minutos parte de este arco iris humano que es el día a día del “mercado do livramento”.
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