Destinos
La otra Mallorca pausada en la que la vida sabe a sal
En Colonia de Sant Jordi, lejos del bullicio y a un paso de la playa virgen de Es Trenc, se esconde un refugio de paz donde las salinas marcan el ritmo
Mallorca está de moda. A pesar de que se trata de un destino con solera –fue el germen de nuestra industria turística–, la isla ha sabido reinventarse para seguir sorprendiendo año tras año, creando una legión de adeptos que no perdonan un verano tras otro. No es para menos, pues la mayor de las Baleares nunca defrauda.
Palma de Mallorca, la capital, es tan «cool» como vibrante, con una agenda cultural repleta en la que las exposiciones, la historia, las compras, el buen comer y la diversión están aseguradas cualquier día del año, pero más aún en verano. Sin embargo, si lo que buscamos es la esencia de la Mallorca más auténtica, esa sensación de paz que cura el alma y ese privilegio de no mirar el reloj, nada mejor que desplazarse rumbo al sur. En Colonia San Jordi la vida se vive a otro ritmo. Y eso no tiene precio. Aquí no hay turismo de masas, ni aglomeraciones, y la brisa del Mediterráneo mece con cautela el vaivén de los días, mientras el salitre adereza la atmósfera.
Salinas d’Es Trenc
En el sureste de Mallorca nos topamos con una grata sorpresa donde el tiempo se para y la vida parece incluso más bella: el Parque Natural Marítimo-Terrestre Es Trenc-Salobrar de Campos. Es aquí donde se esconden las Salinas d’Es Trenc, testigo de un legado artesanal que ha perdurado durante siglos y del que el viajero puede disfrutar hoy en día a través de visitas guiadas en las que aprendemos los procesos de cristalización y producción de la sal marina y de la Flor de Sal d’Es Trenc, la única que se produce en la isla de Mallorca. Además, se trata de la mejor excusa para deambular por el Parque Natural en el que se esconde la espectacular playa de Es Trenc, un arenal virgen de más de tres kilómetros convertida en una de las más famosas de la isla. A pesar de la fama –más que merecida, por cierto–, basta con caminar unos metros más allá de la zona de aparcamiento para encontrar la tranquilidad propia de este rincón, un verdadero paraíso en el que las aguas cristalinas y la silueta de los barcos al fondo se convierten en una estampa impecable. Aquí solo queda disfrutar de cada minuto.
Es precisamente en este entorno, entre lagunas cristalinas y amor por el entorno, en el que se alza una de las nuevas excusas para viajar a Mallorca este verano: Iberostar Selection Es Trenc 5*.
El nuevo «place to be»
Convertido en el último «place to be» de la isla de Mallorca, pues abrió sus puertas la pasada primavera, Iberostar Selection Es Trenc nos invita a desconectar al más puro estilo mallorquín, gracias a una inspiradora estética que rinde homenaje a la artesanía, la naturaleza y la historia de la isla. El hotel cuenta con una estrecha colaboración con Flor de Sal d’Es Trenc que hace que sus productos estén presentes en la mesa del restaurante a la carta Salivent (muy recomendable al atardecer), y también en su zona wellness (con masajes inspirados en este producto local). Darse un baño en el mar a un paso de nuestra habitación, subirse a un kayak y descubrir los alrededores, leer un libro a orillas de la piscina, hacer yoga o disfrutar del atardecer con un cóctel en la mano desde el rooftop con vistas infinitas al Mediterráneo son algunos de los placeres de la vida que podemos saborear en este oasis.
Katagi Blau: Asia en la bahía de Palma
El hotel Iberostar Selection Llaut Palma 5* es una cita obligada para los amantes de la auténtica cocina asiática gracias a la nueva propuesta de su menú Omakase. La experiencia es única, pues el maestro itamae Eduardo Ribes Martorell propone una velada personalizada que supone una travesía sensorial difícil de olvidar.