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Viajes

Tromsø, auroras boreales y el invierno decisivo


A la caza de auroras en su máximo esplendor, un fenómeno que no volverá a repetirse hasta 2037

Vista de una aurora boreal en su máximo esplendor Pixabay

¿Quién no sueña con contemplar una aurora boreal? Pocas vivencias logran tocar algo tan profundo como ese instante en el que el cielo se descompone en velos de luz. Este fenómeno, que tiñe la noche de colores imposibles y parece desafiar las leyes del mundo, ocupa un lugar privilegiado en la lista de deseos de incontables viajeros, sin importar edades ni recorridos.

Si usted es uno de los que anhelan presenciarlo, este es el momento. Este invierno coincide con el máximo solar, un ciclo de intensa actividad del Sol que no volverá a repetirse hasta 2037 y que multiplica el brillo y la energía de las auroras. Y Tromsø, casi en el límite del Ártico noruego, se alza como uno de los escenarios más privilegiados del planeta para ser testigo de esta maravilla natural.

El epicentro ártico del gran fenómeno celeste

Tromsø se ha consolidado como la capital del Ártico y como referencia mundial para viajeros atraídos por la posibilidad de contemplarlas. Situada en pleno Óvalo Auroral —la franja donde este fenómeno se manifiesta con mayor frecuencia—, la ciudad funciona como una ventana abierta al cielo.
A modo de referencia, mientras que en otras latitudes las auroras se dejan ver solo en ocasiones contadas, en Tromsø iluminan más de 200 noches al año. La probabilidad es tan alta que, en jornadas despejadas, basta con levantar la vista desde la propia ciudad para ver un destello verde cruzar el horizonte.

Pero la grandeza de Tromsø no reside solo en la frecuencia del fenómeno: sus alrededores ofrecen paisajes silenciosos, libres de contaminación lumínica, donde montañas nevadas y fiordos oscuros parecen preparados para recibir a las auroras como si fueran invitadas de honor.

La gran noticia: el máximo solar en su pico más alto

Lo extraordinario de estos meses invernales es que coinciden con el momento en que el Sol alcanza su fase de máxima actividad, un fenómeno que ocurre aproximadamente cada once años. Durante este período, las tormentas solares se intensifican, generando auroras más brillantes, vibrantes y cambiantes.
Según los expertos, 2026 será el año pico y el invierno de 2025–2026 uno de los más espectaculares de todo el ciclo. Después, la intensidad se atenuará y no volverá a alcanzar estos niveles hasta 2037.

Para quienes aman la naturaleza y buscan un viaje que trascienda lo cotidiano, este período representa una oportunidad irrepetible: las auroras que se desplegarán este invierno no volverán a repetirse en más de una década.

Un Ártico sorprendentemente acogedor

Tromsø, Noruegadreamstime

Aunque muchos imaginan un frío extremo, Tromsø disfruta de un clima invernal sorprendentemente suave gracias a la influencia de la Corriente del Golfo. Las temperaturas, que suelen oscilar entre –5 °C y –10 °C, permiten explorar la ciudad, navegar entre fiordos o unirse a una excursión nocturna sin que el clima se convierta en barrera.

A ello se suma una vida urbana joven y luminosa: cafés que huelen a canela, museos que cuentan la historia del Ártico, restaurantes de cocina local y un puerto rodeado de luces cálidas. Pero lo más especial es que, a diferencia de otros lugares del norte, en Tromsø la naturaleza está siempre a unos pasos, lista para envolver al viajero en un escenario que parece creado para que la aurora encuentre su mejor marco.

Dónde ver auroras

Para un primer encuentro, Prestvannet —un lago elevado dentro de la ciudad— ofrece un espacio accesible y silencioso. A pocos minutos, la isla de Kvaløya despliega montañas afiladas y cielos profundamente oscuros, considerados entre los enclaves más propicios para el avistamiento. También el fiordo de Ersfjordbotn, estrecho y flanqueado por paredes de roca, regala un paisaje que muchos describen como uno de los más fotogénicos del Ártico.
Y, en noches especialmente activas, incluso desde el puente de Tromsø o desde el puerto la luz verde puede aparecer de repente, tiñendo las montañas del horizonte.

La emoción de la búsqueda

Conviene recordar que la aurora boreal no se contempla pasivamente: se persigue. Implica paciencia, silencio, varias capas térmicas y, sobre todo, la disposición a dejarse llevar por la noche. La búsqueda forma parte del ritual: carreteras nevadas, cielos cambiantes, la respiración que se congela en el aire y un grupo de viajeros que comparte la misma expectativa.

Y entonces, casi siempre cuando nadie habla, llegan. Cortinas verdes, púrpuras o rojizas que bailan, ondulan, se encienden y se apagan como si fueran un organismo vivo. Es en ese momento cuando muchos describen un estremecimiento difícil de explicar, la sensación de haber asistido a algo profundamente bello y fugaz.

Ahora o dentro de once años
Sí, este invierno representa una ocasión excepcional. Quienes deseen ser testigos de la aurora boreal en su máximo esplendor deberán hacerlo ahora o esperar hasta 2037, cuando el ciclo solar vuelva a alcanzar un nivel similar de intensidad. Y Tromsø, con su equilibrio entre naturaleza accesible, clima amable y cielos activos, se confirma como uno de los destinos más privilegiados del planeta para vivir un sueño que solo el Ártico sabe regalar.