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El Camino Neocatecumenal, «un gran bien» para la Iglesia

Francisco recibió ayer en audiencia a casi 8.000 miembros del Camino Neocatecumenal, que nació en Madrid en los años sesenta
Francisco recibió ayer en audiencia a casi 8.000 miembros del Camino Neocatecumenal, que nació en Madrid en los años sesentalarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@546dec3d

El Papa reconoce su carisma durante la bendición de 250 familias que partirán en misión a lugares descristianizados.

Espaldarazo a una de las realidades más importantes de la Iglesia: el Camino Neocatecumenal. El Papa Francisco recibió ayer en audiencia a casi 8.000 miembros de esta iniciación cristiana de adultos, que nació en Madrid allá por los años sesenta de la mano de Kiko Argüello, y que se ha convertido en una de las potencias de la nueva evangelización en la Iglesia. Así, el Pontífice argentino inauguró ayer 31 nuevas «missio ad gentes», formadas por 250 familias, algunas españolas, que partirán en los próximos meses a lugares remotos, donde la Iglesia apenas tiene presencia o donde existe más necesidad de ayudar a la gente. Y todo ello, a petición de los obispos.

«Hoy confirmo vuestra llamada, sostengo vuestra misión y bendigo vuestro carisma», dijo el Pontífice argentino a la vez que bromeaba: «Os apoyo, no porque Kiko Argüello me pague, sino porque quiero hacerlo». E insistió: «Lo hago porque quiero hacerlo». A los iniciadores, los españoles Kiko Argüello y Carmen Hernández, así como el sacerdote que los acompaña siempre, Mario Pezzi, les expresó su «aprecio y aliento por todo lo que, a través del Camino, están haciendo en beneficio de la Iglesia». «Yo digo siempre que el Camino Neocatecumenal hace un gran bien a la Iglesia», subrayó.

El Pontífice explicó que las nuevas familias misioneras «irán en nombre de Cristo a todo el mundo a llevar su Evangelio. ¡Que Cristo los preceda, los acompañe y haga cumplir esa salvación de la cual son portadores!», exclamó entre aplausos. Una misión para «los no cristianos que nunca han escuchado hablar de Jesucristo y los muchos no cristianos que han olvidado quién era Jesucristo», a quienes «la secularización, la mundanidad y tantas otras cosas han hecho que olviden la fe», aclaró, al tiempo que pidió: «¡Despierten esa fe!». La labor de estas familias no será nada fácil dada la creciente secularización de la sociedad. Consciente de ello, el Obispo de Roma comentó: «¡Cuánta soledad, cuánto sufrimiento, cuánto alejamiento de Dios! ¡Cuánta necesidad tiene el hombre de hoy, en toda latitud, de sentir que Dios lo ama y que el amor es posible!». Y ésta es «la tarea esencial» a la que son llamadas las familias: anunciar que «Cristo está resucitado, Cristo vive, Cristo está entre nosotros». Dirigiéndose de nuevo a ellas, dijo: «Ustedes han recibido la fuerza de dejar todo y de partir hacia tierras lejanas gracias a un camino de iniciación cristiana, vivido en pequeñas comunidades, en las que han vuelto a descubrir las inmensas riquezas de su Bautismo».

Alabando el carisma misionero de esta realidad eclesial, entre sus palabras incluyó una advertencia a toda la Iglesia recordando que «en varias ocasiones he insistido en la necesidad que tiene la Iglesia de pasar de una pastoral de simple conservación a una pastoral decididamente misionera».