Internacional

El «latigazo blanco»

La población blanca en EE UU estará en minoría a partir de 2050 debido a los cambios demográficos. Este hecho genera miedo entre muchos votantes blancos y ha contribuido a la victoria de Donald Trump

La Razón
La RazónLa Razón

El cambio sin precedentes en la demografía estadounidense de una mayoría blanca a una minoría blanca en las próximas décadas es un hecho bien establecido. Es una realidad que ningún debate político puede permitirse dejar de lado. En el caso de estas elecciones, la reducción de la población blanca parece haber sido fundamental, produciendo, en la figura de Trump, lo que se está acuñando como el «latigazo blanco». ¿Qué significa este término? Algunos dicen que es el último jadeo del hombre blanco no universitario, enojado, no reconocido y con sed de venganza porque ha sido despojado de la seguridad laboral que da un alto salario por la cruel globalización neoliberal. De hecho, como la votación de Trump se divide en categorías, la «miniturización» de la blancura está claramente en vigor. Después de todo, la candidata demócrata, Hillary Clinton, ganó el voto popular.

Si la victoria de Trump fue una victoria para el blanco olvidado, fue extraño, demográficamente hablando. Menos de la mayoría de los estadounidenses lo apoyaron, su victoria ha sido en parte una derrota histórica: la voz blanca que se oía era literalmente menor. Así que, en cierta forma, tenemos una especie de derrota en la victoria. Esto es quizás lo que produce entre los expertos y políticos del «establihsment» tanta confusión y dolor. ¿Cómo concebimos una polis compuesta no sólo de una masa de minorías, incluidas las blancas, sino también qué tipo de alianzas produce este recambio radicalmente no convencional de la sociedad? Produce alianzas extrañas, incluso peligrosas.

¿Podría ser entonces que en la victoria de Trump, es decir, en las líneas de falla demográfica que evidentemente trajo tal victoria, hay una repetición de la ansiedad de la reconstrucción en el «blanco» de hoy? La preocupación sobredimensionada con la corrección política, el repudio del multiculturalismo y el temor infundado de los enjambres de inmigrantes que se precipitan desde las fronteras del sur, parecen indicar que esto es así. Pero hay una diferencia: la derrota dentro de la victoria está enterrando el hecho de que Trump no fue elegido por voto popular, sino por un electorado de la minoría blanca. Ese electorado está a punto de llegar, dentro de décadas, a una realidad política reflejada por la sociedad en general. En los círculos progresistas de EE UU es difícil, por el momento imposible, encontrar consuelo en el aparente éxito del «azote blanco» del siglo XXI. Pero considérese esto: a diferencia de su versión histórica, la mayoría blanca como tal está en descenso demográfico.

¿Qué significa para la mano de obra blanca? Significa que o la ansiedad del blanco se transforma en formas cada vez más asustadizas y antisociales de rabia de la minoría mayoritaria; o, más esperanzadamente, la clase obrera blanca renuncia por completo a la blancura. Si sus salarios ya no garantizan una protección relativa de la espiral descendiente de los salarios, entonces no hay razón para que los blancos en EE UU no puedan encontrar una causa común con otros trabajadores de las minorías. Que junta, esta masa de minorías (raciales) es la verdadera mayoría (obrera) es el punto crucial pero ausente.

De hecho, hay una lógica demográfica que ya presagia la posibilidad de una masa de actores sociales menores en este sentido fuertemente colectivo. Pero son importantes en el sentido de que cada vez se unen más en la uniformidad de los salarios en colapso, en las horas más largas, en la desaparición de los servicios sociales, etc. Resultará que el multimillonario en el ático de la 5ª Avenida no es un hombre del pueblo. Y después de eso, si cualquier «latigazo blanco» puede ser canalizado en una dirección colectiva es una conjetura. ¿Podría ser otra (y una nueva) mayoría? Es difícil de decir. Es aún más difícil de representar en el sistema electoral de EE UU. Por ahora, las únicas minorías que parecen importar son las ricas y privilegiadas que gobiernan los mercados y dirigen el mundo, todo una vez.