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Asteroide 2024 YR4: del miedo al impacto contra la Tierra a una posible colisión devastadora en la Luna

Polémico debate de la comunidad científica sobre la posibilidad de lanzar una bomba atómica para desviar el meteorito

Asteroide 2024 YR4: del miedo al impacto contra la Tierra a una posible colisión devastadora en la Luna
Asteroide 2024 YR4: del miedo al impacto contra la Tierra a una posible colisión devastadora en la LunaEspacio Misterio

El asteroide 2024 YR4, descubierto hace apenas unos meses y con unos 55 metros de diámetro, se convirtió en protagonista mediático cuando la ONU activó de urgencia su Protocolo de Seguridad Planetaria. La alerta inicial apuntaba a un 3,1 % de probabilidades de impacto con la Tierra, una cifra lo suficientemente elevada como para generar temor. Sin embargo, las estimaciones se corrigieron rápidamente y en febrero de 2025 la amenaza sobre nuestro planeta se redujo a apenas un 0,28 %, menos de un caso entre 360.

El alivio fue general… hasta ahora. Nuevos cálculos señalan que el riesgo de que el asteroide choque contra la Luna ha aumentado hasta un 4 %, lo que vuelve a encender todas las alarmas.

Consecuencias de un posible impacto contra la Luna

El problema no radicaría tanto en el choque en sí, sino en sus efectos colaterales. Una colisión de esa magnitud levantaría una enorme nube de regolito lunar —polvo y fragmentos de roca— que podría transformarse en una lluvia de micrometeoritos. Esa nube, según un estudio reciente difundido en Arxiv, podría multiplicar por mil la densidad de escombros espaciales, poniendo en riesgo satélites de comunicaciones, sistemas de observación, naves en órbita e incluso misiones tripuladas en curso o futuras.

Propuesta polémica: una detonación nuclear

Ante este escenario, un grupo de investigadores plantea una medida extrema: detonar una bomba nuclear cerca del asteroide para desviarlo o fragmentarlo. La operación, aún en fase de estudio, podría programarse entre finales de 2029 y 2031, según datos recogidos por Europa Press.

No obstante, los propios autores reconocen las enormes incertidumbres. La masa del asteroide aún no se conoce con precisión, lo que convierte cualquier intento de desviación en una maniobra arriesgada. Si el cálculo fuese erróneo, el proyectil espacial podría terminar siendo redirigido hacia la Tierra en lugar de alejarse de ella.

La Tierra vista desde la superficie lunar
La Tierra vista desde la superficie lunarEspacio Misterio

El debate sobre el uso de armas nucleares en el espacio no es nuevo. Durante la Guerra Fría, el físico Leonard Reiffel diseñó el proyecto A119, que proponía detonar una bomba atómica en la superficie lunar con fines propagandísticos. El plan nunca se ejecutó, pero la idea demuestra hasta qué punto la tentación de emplear la fuerza nuclear para “gestionar” amenazas espaciales ha estado sobre la mesa desde hace décadas.

Entre el alarmismo y la indiferencia

La trayectoria informativa del 2024 YR4 refleja una dinámica habitual: la primera alarma generó titulares en todo el mundo, pero con la reducción del riesgo terrestre el tema desapareció de la agenda mediática. Sin embargo, el peligro de un impacto lunar no es menor para la infraestructura espacial. “Un exceso de escombros podría comprometer misiones científicas, programas de defensa y hasta la viabilidad de futuras bases en la Luna”, explica un ingeniero del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).

El 3I ATLAS ocupa toda la atención
El 3I ATLAS ocupa toda la atenciónEspacio Misterio

La necesidad de vigilancia constante

Ante la incertidumbre, los expertos reclaman más observaciones para afinar la trayectoria del asteroide, determinar con exactitud su masa y velocidad, y preparar planes alternativos de desviación no nucleares. También piden reforzar los protocolos internacionales de respuesta, para no improvisar si el riesgo crece en los próximos años.

Lo que parece claro es que, aunque 2024 YR4 no tenga el dramatismo del “asteroide que destruirá la Tierra”, su potencial impacto en la Luna podría abrir un frente delicado para la seguridad espacial. Vigilancia, cooperación internacional y ciencia rigurosa serán las claves para evitar que una amenaza silenciosa se convierta en crisis global.