
Espacio Misterio
El "médium" que ha trabajado con el FBI durante 25 años y que ha sido clave para resolver crímenes muy complejos
La colaboración habría servido para localizar cuerpos, descubrir pistas ocultas e incluso orientar investigaciones estancadas

Lo que podría parecer el argumento de una serie de televisión de misterio se ha convertido en noticia real: Robert “Bob” Hilland, antiguo agente del FBI, asegura haber trabajado durante un cuarto de siglo junto al médium John Edward para esclarecer algunos de los casos criminales más complejos de Estados Unidos. Ambos han plasmado su experiencia en el libro "Chasing Evil: Shocking Crimes, Supernatural Forces, and an FBI Agent’s Search for Hope and Justice", publicado a comienzos de septiembre.
Según relatan, la colaboración habría servido para localizar cuerpos, descubrir pistas ocultas e incluso orientar investigaciones estancadas. El ejemplo que más destacan es la desaparición de Annie Le, estudiante de Yale asesinada en 2009. Edward, desde Irlanda, telefoneó supuestamente a Hilland con una indicación precisa: “Está justo allí… a la derecha”. Poco después, perros rastreadores localizaron el cuerpo oculto tras una pared en el mismo edificio en el que la joven había sido vista por última vez. Para los autores, esta coincidencia es una prueba de la veracidad de su relato. Sin embargo, los informes oficiales nunca han confirmado que la pista psíquica resultase determinante en la investigación.

Entre el escepticismo y la fascinación
La revelación abre un debate incómodo: ¿puede la intuición —o lo sobrenatural— tener cabida en investigaciones oficiales? Hilland admite que durante años mantuvo en secreto su relación con Edward por miedo a perder credibilidad profesional. “Los agentes del FBI no consultan con psíquicos”, reconoce en declaraciones a People.
No obstante, la práctica no es del todo insólita. En Estados Unidos existen precedentes de policías que, de manera más o menos discreta, recurrieron a médiums cuando los métodos convencionales no daban resultados. En España, el jesuita padre Pilón, conocido por sus estudios sobre lo paranormal, colaboró con la Guardia Civil en casos de secuestros de ETA, convencido de que sus visiones podían aportar indicios útiles.

Más dudas que certezas
La publicación de Chasing Evil llega en un momento de creciente interés por los crímenes reales y las narrativas de misterio. El libro, con un planteamiento a medio camino entre el testimonio policial y el relato sobrenatural, juega con la fascinación del público por lo inexplicable.
Sin embargo, especialistas en criminología advierten de los riesgos. “La investigación criminal debe basarse en pruebas verificables, no en percepciones subjetivas”, explica a este diario un profesor de Derecho Penal de la Universidad Complutense. “Cuando se difuminan los límites entre realidad y ficción, se erosiona la confianza ciudadana en las instituciones”.
La pregunta de fondo sigue siendo si las aportaciones de Edward fueron realmente útiles o si se trata, más bien, de un relato construido para generar expectación editorial. Como ocurre con tantos fenómenos vinculados a lo paranormal, lo inquietante no es tanto lo inexplicable como la tentación de revestirlo de certeza sin evidencias sólidas.
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