
Espacio Misterio
Un estudio revela lo que sienten las personas que están a punto de morir
Un grupo de 48 personas describió a través de dibujos lo que percibieron y sólo hay un patrón común en todos ellos

Un reciente informe reúne los testimonios de 48 personas que aseguran haber vivido una experiencia cercana a la muerte (ECM). Y lo más sorprendente no es que compartan una visión global del “más allá”, sino justamente lo contrario: ninguno de los relatos coincide en forma, imágenes o sensaciones. Para evitar que estuvieran influenciados, no se les preguntó lo que vieron sino que se les hizo dibujar o describir la geometría de lo que sintieron.
Algunos dibujaron túneles o espirales de luz, otros describieron campos oscuros, agujeros negros, redes de energía, o sensaciones de caída al vacío o dispersión del yo. En ciertos casos -explicaron- sintieron la aparición de un “ojo” que lo contenía todo; en otros, una “membrana de conciencia”, una frontera entre lo que es vida física y lo que podría ser algo más allá.
El equipo responsable del estudio, liderado por la investigadora France Lerner (del “Instituto de Ciencias Matemáticas y Aplicaciones de Pekín”) junto a neurocientíficos y psicólogos, no buscaba probar la existencia del más allá, sino mapear la “geometría mental” de esas experiencias. Un experimento ambicioso: pedir no solo relatos, sino dibujos y descripciones de lo percibido.

Lo que vieron y cómo varió según cada conciencia
Los resultados no pudieron ser más variados: Algunos hablaron de luces intensas, túneles, esferas o redes de energía. Otros recuerdaron oscuridad total, sensación de desaparición del yo o del tiempo, caída, desintegración. Hubo quien sintió una especie de disolución, otros percibieron presencias indefinidas, entidades energéticas, observadores.
Una de las conclusiones del equipo de investigadores es que la ECM no es un fenómeno uniforme, sino un “mapa caótico del más allá”, algo que depende del individuo, su biografía, creencias, contexto emocional y quizá su cultura.
¿Cerebro al límite o conciencia más allá del cuerpo?
El debate vuelve al terreno de la ciencia: los investigadores advierten que lo que interpretamos como “visión del más allá” podría ser una manifestación del cerebro en crisis. Estímulos extremos -hipoxia, liberación masiva de neurotransmisores, colapso sensorial- podrían generar imágenes intensas, simbólicas, que la conciencia interpreta como lo trascendente.
Pero hay quien discrepa. Según algunos expertos en conciencia, las ECM podrían indicar que la conciencia no es simplemente un producto del cerebro, sino algo más profundo, no local, que trasciende la vida física. Como señala un neurocientífico español entrevistado en 2025, muchos estudios sobre conciencia y muerte siguen siendo difíciles de financiar en Europa, lo que obliga a investigadores a trabajar “a fondo perdido” y explorar estos fenómenos desde la incertidumbre y el escepticismo.

Más allá de la explicación científica, lo que emerge de estos relatos es profundísimo: algunos afirman que la ECM transformó por completo su forma de ver la vida. “No fue un sueño”, dice uno de los participantes; “fue más real que la vida misma”.
Otro confiesa: sintió que “el universo respiraba con él”. Para muchos, la experiencia implicó un cambio de valores: menos miedo a la muerte, mayor conexión con otros, más sensibilidad hacia la vida. Este componente subjetivo —la huella psicológica, emocional y espiritual de la ECM— es quizás lo más tangible que el estudio deja.
El análisis de estas 48 experiencias cercanas a la muerte revela algo esencial: no hay un “modelo universal” del umbral entre la vida y la no vida. Cada historia es distinta; cada conciencia parece construir su propio relato de aquello que podría haber más allá. Lo que el equipo de investigadores ha descubierto es un mapa caótico del más allá, una especie de geometría emocional donde cada mente parece construir su propio universo.
Sin embargo, hay un patrón común en todas ellas: la experiencia del límite, una frontera intangible entre lo conocido y lo desconocido, que algunos describieron como una “membrana de conciencia”. Una delgada línea que, según los investigadores, podría representar el instante en que el cerebro intenta reconstruir la realidad mientras el cuerpo se apaga.
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