Iglesia Católica
Las mujeres cristianas alzan la voz contra el machismo en la Iglesia
Con una concentración en Sevilla, el colectivo reclama el acceso al diaconado y al presbiterado femenino además de una mayor presencia en los puestos de decisión
La Iglesia como entidad, tal y como la conocemos, nunca ha sido un organismo que destaque por su presencia femenina. Aunque parezca una contradicción, los datos sobre la presencia de sus bases demuestran lo contrario. Según un informe de la Conferencia Española de Religiosos (Confer), del total de 38.688 miembros que constituyeron los institutos religiosos de toda España en 2019, 29.170 fueron mujeres, o lo que es lo mismo, un 75 por ciento. Del mismo modo, la presencia femenina en los monasterios españoles registró el pasado año el 95 por ciento. En lo que respecta a las personas misioneras, según datos de la Conferencia Episcopal Española, las mujeres también mostraban una clara presencia en este ámbito sobrepasando el 50 por ciento de la actividad evangelizadora alrededor del mundo.
Aún así, a pesar de que las estadísticas materialicen la presencia femenina en las bases de la Iglesia, muchas de ellas están empezando a alzar la voz y se ríen tras recordar las palabras del Papa Francisco cuando afirmó que la mujer era «la revolución de la ternura». Para ellas, «son mucho más que eso» y, «si paráramos las mujeres de la Iglesia un mes, cerraban los templos», aseguran.
Para situarnos, colectivos de mujeres católicas de toda España saldrán hoy a las calles para reivindicar «cambios en la organización de la Iglesia» en denuncia del orden jerárquico establecido por la institución. Además de Barcelona, Madrid, Valencia o Zaragoza, Sevilla también se unirá a las protestas con una concentración frente a la Catedral. «No tenemos acceso a ningún lugar de decisión, porque estos lugares están en manos de varones». Son mujeres, cristianas, practicantes pero descontentas. Sus vidas han estado ligadas desde la juventud al camino del Evangelio perteneciendo a grupos parroquiales, organizaciones, movimientos eclesiásticos y congregaciones aunque, desde hace un tiempo, estas mujeres del ámbito provincial sevillano se están organizando con un objetivo común: «el acceso al diaconado y al presbiterado para atender a las comunidades religiosas», además de una mayor presencia en el estudio de la teología.
La nueva plataforma de Mujeres Cristianas de Sevilla, presentada el pasado jueves, denuncia la «profunda discriminación» en la que se ven sumidas debido a una «estructura y organización» relegada «al margen de las conquistas sociales en igualdad». «Si la sociedad se rige bajo un sistema social, político y económico patriarcal, la Iglesia va aún más atrasada», asegura Emma Martínez Ocaña, miembro del este colectivo. Sofía García-Palao, integrante también, entiende que «Jesús de Nazaret dio el mismo papel a las mujeres» pero que la figura de éstas «fue recluida a las labores del hogar». «Que Jesús elija a María Magdalena para ser apóstol es una paradoja que rompe la tradición patriarcal de la Iglesia», apunta haciendo memoria igualmente de los episodios bíblicos: «Jesús dialogó con las mujeres de tú a tú».
Además del papel secundario de la mujer en el Evangelio, la figura de éstas en la institución parece «no haber cambiado mucho», comentan. El trabajo «incansable y gratuito», calificado como «mano de obra barata» por ellas, es el que quieren que se reconozca como consecuencia de la «desproporción entre los puestos de responsabilidad». Sofía García-Palao subrayó que «quien lleva la parroquia son las mujeres, quien atiende a los enfermos son las mujeres, quien atiende las catequesis son mujeres, el comedor social, la limpieza, las animaciones litúrgicas son las mujeres y así sucesivamente». Es en los espacios pequeños como las parroquias donde aseguran «haber más sufrimiento» que en otros estratos. Mercedes López, integrante del Colectivo de Cristianas de Sevilla, dice que, hasta este momento en el que están dispuestas a protestar por sus derechos dentro de la organización religiosa, no habían tenido autoridad porque «la pastoral y la diócesis sigue estando en manos de hombres».
Desde el colectivo sevillano, el primero que abandera esta lucha en la comunidad, afirman estar impulsando a más comunidades de religiosas para que sigan sus pasos en esta lucha como han hecho, por ejemplo, el colectivo de Granada. Protestas frente a la Catedral de Sevilla como la de hoy integrada en un movimiento nacional y «mundial» simbolizan, según sostiene Teresa de Troya, miembro del Colectivo de Mujeres Cristianas de Sevilla, un escalón más hacia una Iglesia de «amor donde nos sintamos bien sin competiciones y con dignidad».
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