Andalucía
De primera necesidad
Por algún sitio podrán leer, si la superioridad así lo considera, un reportaje con esta misma firma fechado en Gibraltar, a la vera de los puertos de Algeciras y Tarifa, donde desde el fin de semana no parten ferris de pasajeros hacia Marruecos. Los carteles luminosos de la DGT a lo largo de la Ruta del Toro advierten que hacia el Magreb embarcarán «sólo camiones de mercancías», lo que explica la carencia y la carestía en estas jornadas de tedio de la goma que se quema en los cigarrillos de la risa. Respetable padre de familia y respetado profesor de inglés, mi guiri favorito descansa desde tiempos inmemoriales gracias al más eficaz somnífero natural, el cannabis. Practica deporte con asiduidad, luce tipo de atleta, no fuma tabaco y bebe muy poco, pero se lía su canuto puntualmente antes de irse a la cama so riesgo de pasar una noche en blanco si falta a su costumbre. «Good night joint», llama al hábito, el porro de las buenas noches, en singular hallazgo poético. Mister K. no le compra su tranquilizante ecológico a ningún camello, qué ordinariez, que tiene un amigo que conoce a un tipo cuyo colega… ya se sabe cómo funcionan estos asuntos. El caso es que no llegamos a la semana de encierro y la cadena de suministro de este producto de primera necesidad ya tiembla: los precios se han disparado, el material escasea y la distribución, que ni siquiera en tiempos de normalidad es sencilla, se ha redoblado porque a ver cómo se toma un madero que un transeúnte responda a su pregunta de por qué quebranta el confinamiento con la respuesta: «Estoy trabajando, agente, soy repartidor de grifa». Una tragedia sobre el drama, porque esta variedad del chocolate cura el insomnio, rebaja la ansiedad y multiplica en quien la consume las habilidades sociales, algo sin duda de extrema utilidad con la convivencia forzosa que nos han impuesto. Entre esto y las peluquerías, admitirán que no hay color. Pero al final, ni uno ni las otras.
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