Estado de alarma

Rechazo frontal a que los bulos se combatan “limitando la libertad de información”

Las asociaciones de la prensa de Málaga y Sevilla y la decana de Comunicación de la US critican la pregunta del CIS que apunta solo a las “fuentes oficiales” para informar sobre la pandemia

Un grupo de periodistas en los juzgados de Sevilla
Un grupo de periodistas en los juzgados de SevillaManuel Olmedo

“¿Cree usted que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación social, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener libertad total para la difusión de noticias e informaciones?”. Esta pregunta formulada en la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) está levantando ampollas entre los profesionales y expertos en comunicación, al sugerir que la lucha contra los bulos y la desinformación conlleva limitar la libertad de información. Andalucía está mostrando su rechazo a esta cuestión, en un momento especialmente complicado como es la lucha contra el coronavirus, cuando se dispara el consumo de información y proliferan noticias falsas, sobre todo, en las redes sociales. La presidenta de la Asociación de la Prensa de Málaga, Elena Blanco, apunta en este sentido que “es una realidad en democracia que la información pertenece a los ciudadanos, sea en la situación que sea”, por lo que la pregunta del organismo que dirige José Félix Tezanos “está muy mal enfocada”. “No es lícito plantear la disyuntiva entre información o bulo, puesto que hay que decirle a los ciudadanos que solo la información veraz, bien hecha y contrastada es la que puede acabar con los bulos”. El CIS, con esta pregunta, “obliga a discernir al ciudadano sobre algo que es imposible; unna cosa es necesaria para acabar con la otra”.

En la misma línea se expresa Rafael Rodríguez, presidente de la Asociación de la Prensa de Sevilla, quien subraya que “no es una pregunta inocente” y que detrás esconde “unos intereses concretos”. “Me parece maquiavélica”, insiste, porque “no se puede contraponer que haya circulación libre de bulos y que la otra alternativa sea frenar la libertad de expresión y de información”. En este punto, recuerda que la libertad de información “es totalmente sagrada, intocable”, por lo que “no hay ninguna excusa para coartarla”. “Una cosa es acudir a fuentes oficiales y otra que la fuente oficial controle la información”. Otro asunto distinto es la lucha contra los bulos, donde los periodistas “tenemos un papel fundamental”. “Los periodistas no solo defendemos la información veraz, sino que tenemos que combatir los bulos. Hace pocos días la Policía descubrió un millón y medio de cuentas falsas en Twitter dedicadas a los bulos. Están ahí y se combaten con la ley”.

¿Debe un organismo como el CIS dar directrices sobre cómo se deben informar los ciudadanos? Blanco cree que “está para otros cometidos”. “El Gobierno lo que tiene que hacer es inculcar a los ciudadanos la necesidad de consumir información contrastada y veraz”, sostiene, y a la vez “difundir los mecanismos que existen para detectar qué informaciones son veraces, están bien realizadas, responden a los planteamientos deontológicos y cuáles son bulos”. Por su parte, Rodríguez considera que el CIS “es un organismo consultivo que pulsa la opinión de la gente”, así que “no debe dar directrices y menos en un tema tan sensible, en una situación de excepcionalidad”.

No obstante, existen mecanismos para distinguir la información veraz de los bulos. Blanco asegura que lo fundamental es “ver de dónde procede la noticia”. “Hay que comprobar si la fuente es de confianza y si es un medio de referencia”. “Un medio se puede equivocar, pero si es serio, que trabaja siguiendo los principios del periodismo, no suele propagar bulos”. Con todo, apunta que “estamos viendo declaraciones de médicos supuestamente de hospitales muy reputados que luego son falsas. Hay que ver qué fuente contiene esa información, si son externas o tienen credibilidad”.

Rodríguez lo tiene claro: “Un periodista jamás puede mentir”. “Puede mentir cualquier persona o político. Allá su responsabilidad. Además, si sabe que alguien miente, lo debe decir”. Las reglas son claras y se enseñan en todas las facultades de Periodismo: “Contrastar por completo y hablar con todas las fuentes”. Al ciudadano, le recomienda que “no se deje engañar, sobre todo en estas circunstancias que estamos viviendo”. “Que busque a los periodistas y medios que le resulten fiables. Que confíen en las empresas que se dedican a desactivar los bulos que proliferan. Son bulos indecentes, inmorales y muy peligrosos”.

Por su parte, la decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, María del Mar Ramírez, opina que “nadie quiere bulos ni informaciones engañosas y poco fundamentadas”. Por tanto, “sugerir siquiera, como lo ha hecho el CIS, que las fuentes principales de información sean las oficiales (y que se establezca una sola, como dice la primera de las opciones de respuesta) es un exabrupto que roza el totalitarismo”. A su juicio, “lo es, también, cuestionar la libertad de expresión. De hecho, debemos aprender de la historia y de lo que ocurre incluso actualmente en distintos lugares del mundo para comprender que investigar, indagar, confrontar y cuestionar es necesario/saludable para poder ver con perspectiva”.