Política
Funambulismo para no caer en la “esquizofrenia” naranja
Fuentes de Ciudadanos apuntan que habrá que acompasar el giro de Arrimadas con el discurso en Andalucía, aunque admiten que el pacto de Sánchez con EH Bildu los ha “descolocado” del todo
Mientras la mayoría ha dado pasos atrás, a la seguridad de la distancia frente a las zarpas microscópicas del coronavirus, hay quien se movió hacia adelante. La presidenta de Ciudadanos (Cs), Inés Arrimadas, ha protagonizado esta semana la subida, de una décima pero la única, en la valoración de los dirigentes políticos registrada en el barómetro especial de mayo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Ha pasado del 3,9 al 4 gracias a las respuestas de los sondeados sobre el papel que esos máximos responsables han desempeñado en la gestión de la crisis causada por Covid-19. El de la formación naranja en las dos últimas extensiones del Estado de alarma ha sido significativo y ha hecho incluso que el Gobierno de Pedro Sánchez renunciase a la prórroga de un mes que diseñó.
Pero Ciudadanos integra junto al PP el Gobierno andaluz que logró desbancar al PSOE del poder después de tres décadas y hay quién comienza a “preocuparse” por trasladar a la sociedad una “cierta esquizofrenia”. Fuentes del partido han asegurado a LA RAZÓN estar “algo descolocadas” por los mensajes “contradictorios” que se han lanzado. Aludían a que mientras los consejeros del Ejecutivo autonómico que ha aportado Cs, cinco de once, han mimetizado su discurso con los populares y “atizan” desde la comunidad al equipo de Sánchez, del que han llegado a aseverar que “no se fían” y a garantizar que no volverían a posibilitar la prolongación de la alarma; en Madrid “la historia es otra”.
La mayor parte de las fuentes consultadas alababan “a priori” la “valentía” de Arrimadas por haberse atrevido a cambiar de estrategia cuando las circunstancias desbordaron la normalidad, también la política, y por no haberse quedado en la “confrontación estéril”. Ya había dado algunas muestras de volver a colocar rumbo al centro, tras la salida de su antecesor a los mandos, Albert Rivera. Pero ha sido ahora cuando se ha envuelto en la bandera de la utilidad y ha retomado el contacto con Sánchez para abordar el combate contra el coronavirus que ha arrasado con vidas y negocios. Logró además, en teoría, arrinconar a las fuerzas independentistas. Si bien, el movimiento del presidente del Ejecutivo central de pactar por detrás con EH Bildu la reforma laboral, pese a no necesitar sus votos para alargar la alarma y sabiendo ya que contaba con el respaldo de Cs, ha “descolocado” aún más a las filas naranjas en la región, aunque insisten en que “se hizo lo que se tenía que hacer” por “el bien de todos”.
Las últimas decisiones de la dirección estatal del partido han provocado alabanzas, críticas y alguna deserción como la de los ex diputados en el Congreso Juan Carlos Girauta y más recientemente Marcos de Quinto. En la comunidad, de momento no se ha contabilizado ninguna baja, pero sí ha habido algún cambio. Fran Carrillo dejará se ser senador por designación autonómica del Parlamento andaluz para ser sustituido por Fran Hervías, ex secretario de Organización al que algunos creían en retirada tras discrepancias internas con la dirección regional del partido por algunos nombramientos.
En ese contexto, desde la formación hacen notar que “algunos tendrán que ajustar” sus palabras, más allá de las rectificaciones propias. Apuntan que deberá hacerse más desde la órbita de la Junta de Andalucía que desde la del Grupo Parlamentario autonómico, donde han asumido antes las directrices que llegaban desde Madrid. De hecho, el portavoz de la formación en la Cámara regional, Sergio Romero, no dudó en subrayar rápido la “altura política” y el “sentido de Estado” demostrado por la máxima dirigente de su fuerza política, la única mujer líder de una en la esfera estatal, al haber arrimado el hombro, aunque sin “aceptar chantajes ni ultimátums” de nadie. Le agradeció que haya antepuesto “la sensatez y la responsabilidad” a los intereses partidistas para contribuir a que el país deje atrás la película en blanco y negro de la pandemia.
El traje de político encaja a menudo con el de funambulista y algunos de los que visten el naranja en la comunidad tendrán que encontrar el equilibrio entre ser oposición útil en el Estado y Gobierno reivindicativo en la comunidad. En ambos, el interlocutor será el equipo de Sánchez, aliado y diana. La última batalla contra el Covid-19 aún no se ha dado y las negociaciones políticas que se gesten hasta que se produzca todavía pueden apuntalar liderazgos o adormilarlos.
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