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Cristina Murillo: «El arquitecto no ha sabido transmitir su clara vocación de servicio»

La decana del Colegio de Arquitectos de Sevilla analiza los retos de su profesión y lamenta que "hay mucha obra pública con bajadas inaceptables" de precio

Cristina Murillo, decana del Colegio de Arquitectos de Sevilla
Cristina Murillo, decana del Colegio de Arquitectos de SevillaManuel Olmedo

Es la primera mujer decana del Colegio de Arquitectos de Sevilla y se presenta a la reelección el próximo 2 de julio. Cristina Murillo analiza el impacto de la pandemia en el sector y critica que los honorarios de los profesionales «están muy por debajo de los costes de producción».

¿Qué le ha motivado a volver a presentarse?

El Colegio de Arquitectos no sólo tiene una labor de representación, sino que debe pelear por el interés general de los ciudadanos y colaborar con las administraciones públicas. Pretendemos un cambio radical del modelo de institución y nos ha costado mucho trabajo el arranque. Nos hemos quedado en los cimientos del edificio y nos queda terminar de levantarlo. Cuando acabemos este proyecto nos iremos.

En su carta de presentación dice que no ha dado tiempo a culminar el proceso de «refundación» de la institución. ¿Qué queda pendiente?

Una bolsa de trabajo que sirva tanto para el ciudadano como para los propios colegiados. Tenemos que seguir buscando un trabajo finalista de calidad. El arquitecto es un agente social que, desde su estudio, no ha sido capaz de trasmitir su clara vocación de servicio. También tenemos que ser capaces de llegar a toda la provincia. Hemos cambiado los sistemas internos de gestión del colegio porque las herramientas eran muy antiguas. Nos queda el departamento de visados, que tiene que ser eficaz y competente.

¿Cómo está afectando a la profesión la crisis derivada del coronavirus?

En enero de 2020 el motor de la economía en España era la construcción. Estamos en un bache pero entendemos que se puede solventar. El Ayuntamiento de Sevilla ha aprobado un plan de reactivación económica que es fundamental. Ha sido un trabajo muy valiente, ha sido capaz de encontrar un marco administrativo y jurídico para llevar adelante la enajenación de determinados suelos para que se puedan construir viviendas y ese dinero se pueda invertir en patrimonio y en espacios públicos. Vamos a seguir trabajando con Gaesco para que la rehabilitación energética y la regeneración urbana pueda ser una realidad y mejorar la vida de los ciudadanos, tal y como se hace en Europa. Llevamos un retraso de 15 años en esto.

El Colegio de Arquitectos se integra en la plataforma «Sevilla ya» y en el comité de reconstrucción que ha impulsado el ayuntamiento. ¿Qué desafíos inmediatos debe abordar la ciudad tras la pandemia?

Sevilla tiene problemas endémicos que vienen de hace 30 años. El plan de reconstrucción está activando suelos finalistas para viviendas. El PGOU se hizo en 2006, cuando la ciudad tenía una circunstancias económicas totalmente diferentes a las de ahora. Ese documento, que es la hoja de ruta para el crecimiento social y económico, está parado. Municipios como Alcalá de Guadaíra o Dos Hermanas tenían unos PGOU solventes y han sido capaces de absorber toda la demanda de viviendas que Sevilla no podía. Hay otros temas pendientes, como la Isla de la Cartuja. Se debería incorporar al tejido urbano de la ciudad e incluir viviendas. Ahora es una ciudad sin ley. El puerto no permite la conexión entre las dos partes de la ciudad. Hay que acabar con la brecha social existente, puesto que Sevilla tiene tres de los barrios más pobres de toda España. Al final se generan guetos que impiden el desarrollo de la ciudadanía.

El otro candidato en liza, Luis Tulla, le ha propuesto un debate en televisión y otro en las redes sociales. ¿Está dispuesta a aceptarlos?

A mí no me ha comunicado nada. Si lo hiciera, tendríamos que valorarlo.

La crisis de 2008 golpeó con fuerza a los arquitectos. ¿Cómo ve el futuro de la profesión, donde la oferta de profesionales supera con creces la demanda?

La arquitectura no sólo tiene un problema de oferta y demanda, sino que los honorarios que cobramos están muy por debajo de los costes de producción. Son indignos, hay mucha obra pública que se licita con bajadas temerarias que son totalmente inaceptables porque se fomenta la competencia desleal. Al final esto afecta a la viabilidad de los estudios. Un arquitecto es un agente social muy versátil porque entra en temas de urbanismo, regeneración urbana, movilidad, construcción, asuntos jurídicos... La capacidad que tiene un arquitecto de intervenir y transformar la realidad urbana es infinita, pero la sociedad no lo ve como una necesidad.

¿Considera que es una profesión devaluada?

La ciudadanía no comprende para qué sirve un arquitecto. Estamos intentando desde el colegio revertir esa imagen con diversas acciones. Sacar lo mejor de una obra y controlar los costes son funciones de los arquitectos.