"La despensa de Andalucía"

El agro andaluz, ante los retos de la innovación y el relevo generacional

LA RAZÓN aborda con la Consejería de Agricultura y representantes del sector y de la universidad la implantación de la tecnología en el campo y las exigencias de la economía circular

A la izquierda, Nathalie Chavrier, responsable técnica del sector agroalimentario de CTA, y Pablo Millán, director del departamento de Ingeniería de la Universidad Loyola. A la derecha, Manuel Alías, secretario general de Fondos Europeos al Desarrollo Sostenible de la Consejería de Agricultura, y Antonio Arriaza, director general de Agrotecma
A la izquierda, Nathalie Chavrier, responsable técnica del sector agroalimentario de CTA, y Pablo Millán, director del departamento de Ingeniería de la Universidad Loyola. A la derecha, Manuel Alías, secretario general de Fondos Europeos al Desarrollo Sostenible de la Consejería de Agricultura, y Antonio Arriaza, director general de AgrotecmaKiko HurtadoLa Razón

Las nuevas tendencias alimenticias saludables, la utilización de la tecnología para manejar la actividad de las fincas, la economía circular aplicada al campo o la eliminación del plástico en las cadenas de producción son algunos de los conceptos que han llegado al sector agrario para quedarse. Es una realidad que el agro andaluz apuesta por la innovación y la tecnología como motor de cambio para ser más productivo, eficiente y respetuoso con el medioambiente, pero ¿están los agricultores y el campo andaluz preparados para mantenerse a la cabeza de Europa?

Para responder a esta pregunta y entender cómo se están llevando a cabo los cambios en la agricultura andaluza, ayer tuvo lugar en el hotel NH Plaza de Armas de Sevilla la quinta mesa redonda del ciclo «La despensa de Andalucía», organizado por LA RAZÓN y patrocinado por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía. Al encuentro acudieron el secretario general de Fondos Europeos al Desarrollo Sostenible de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Manuel Alías; la responsable técnica del sector agroalimentario de CTA, Nathalie Chavrier; el director del departamento de Ingeniería de la Universidad Loyola, Pablo Millán; y el director general de Agrotecma, Antonio Arriaza.

El coloquio comenzó con la intervención de Millán, que valoró que «por parte de la administración sí hay conciencia sobre lo importante que es avanzar en la aplicación de la tecnología al campo y la digitalización de la agricultura». No obstante, por el lado de las empresas, incidió en que «hay de todo», aunque reconoció que cada vez están más concienciadas en este ámbito. «Solo hay que ver que el sistema andaluz es líder en agricultura», afirmó. En este contexto, Chavrier lamentó que, según los datos del INE sobre la inversión en I+D+i, «el sector agrario, con un uno por ciento, está a la cola». Por otro lado, aseguró que «el nivel de concienciación es más elevado y no representa la realidad de esas cifras». Según la responsable técnica del sector agroalimentario de CTA, «hace falta un empujón, quizás de la administración, para que los agricultores usen la tecnología». Por su parte, Alías aseguró que «la innovación y la digitalización son dos de los elementos fundamentales de la política de la Consejería de Agricultura para garantizar el medio sostenible del medio rural andaluz» desde un punto de vista social, económico y medioambiental. «El principal instrumento que tenemos para la innovación en la Consejería es el Programa de Desarrollo Rural (PDR) y la innovación y el relevo generacional son dos términos que impregnan todo el documento», señaló, para terminar su exposición asegurando que Andalucía está por delante de otras comunidades con un «modelo de Agricultura 4.0». Arriaza, de su lado, consideró que la innovación «es un hecho imparable en el campo». No obstante, señaló que para que los agricultores y empresarios puedan mantener ese desarrollo tecnológico en el tiempo «necesitan dinero de la administración».

En la denominada economía circular se integran acciones que van dirigidas al cuidado del medioambiente. En el caso de la agricultura hay una serie de medidas como la retirada de materiales biológicos o el uso responsable del agua. Respecto a este asunto, el director del departamento de Ingeniería de la Universidad Loyola valoró estas iniciativas y advirtió de que Andalucía aún no está adaptada. «Hay muchas explotaciones en las que el riego va fácilmente por encima del 200 por ciento de sus necesidades. Se puede avanzar con las famosas tecnologías hidrotec y generar algoritmos y soluciones que se emplean en otras industrias para hacer un sistema de riego inteligente y dar un paso más y conseguir una automatización más eficiente del riego», explicó. Chavrier coincidió con Pablo y subrayó que la tecnología es la que va ayudar en el campo a abordar la economía circular. «Desde CTA, todos los proyectos del sector que se llevan a cabo son para la reutilización de subproductos o para la aplicación de TIC con el fin optimizar todos los procesos», pero alertó de que la realidad «es otra» y no todas las explotaciones lo aplican. En este contexto, Alías insistió en que el uso del agua no solo debe ser útil, sino que tiene que ser eficiente y aseguró que la Junta está desarrollando proyectos ligados a la economía circular. A este respecto, resaltó que existe un anteproyecto de ley adaptada a las medidas que exige la UE «que hará que Andalucía sea pionera» en este ámbito. Desde el punto de vista empresarial, Arriaza hizo referencia a la marisma de Lebrija, donde «la modernización del riego es una realidad» con «14.000 hectáreas adaptadas a la última tecnología».

Otro tema que se trató en la mesa redonda fue si Andalucía está preparada para afrontar las nuevas exigencias de la Política Agraria Común (PAC). En concreto, el nuevo marco destinará el 40 por ciento de su presupuesto a objetivos climáticos y medioambientales. Millán opinó que «la PAC tendrá un carácter condicionado en base a que se cumplan» los objetivos. Chavrier, en lo que se refiere al ámbito de la tecnología, insistió en que «los fondos para innovación provenientes de la PAC se van a conservar». Por otro lado, subrayó que «la financiación que no se pueda encontrar para la agricultura en la PAC se puede encontrar en la Dirección General de I+D+i de la UE», un programa de cien mil millones de euros para desarrollar todo tipo de proyectos relacionados con la innovación. El secretario general de Fondos Europeos al Desarrollo Sostenible de la Consejería de Agricultura hizo referencia al Fondo Europeo Agrícola de Garantía (Feaga) y a los programas operativos de la OPFH, que «son las únicas medidas de financiación de la PAC que no tienen límites». Estas subvenciones a los programas operativos proceden del Feaga y están dirigidas a las OPFH reconocidas, o a aquellas entidades que hayan solicitado el reconocimiento como tal que presenten un proyecto de programa operativo para 2021 y siguientes anualidades, o para la modificación de los programas ya aprobados. Alías explicó que en Andalucía se destina un 29,93 por ciento del primer pilar de la PAC a objetivos climáticos y medioambientales y 630 millones –de los 2.400– del segundo pilar a los mismos objetivos, por lo que «a Andalucía, que está por encima de los objetivos de la PAC, no se verá afectada», concluyó. A este respecto, Arriaza mostró su discrepancia y explicó que «antes el cien por cien de la ayuda del primer pilar venía directamente al agricultor, pero ahora lo reducen un treinta por ciento y, para conseguirlo, se necesitan implantar medidas verdes». Alías alertó de que, en la PAC, «la reducción de las regiones productivas y otras medidas sin pies ni cabeza pueden ser muy dañinas para la comunidad autónoma», pero expresó que «esa es la lucha permanente de la consejería».

Por último, uno de los temas que más preocupa a los agricultores andaluces es el relevo generacional en el campo, un asunto que atañe tanto a las administraciones como a los productores y el desarrollo tecnológico que llevan a cabo en sus explotaciones. La agricultura fija la población en el territorio, por lo que podría ser una solución para la España vaciada. Millán fue claro y aseguró que «los jóvenes no quieren irse al campo si no hay rentabilidad o negocio. Además, la agricultura no se percibe como un sector ‘cool’; no es la aeronáutica». Para el director del departamento de Ingeniería de la Universidad Loyola, la solución pasa por «crear puestos de alta cualificación relacionados con la innovación y la tecnología, generar nuevos entornos y hacer que sea atrayente para los jóvenes». Por su parte, la responsable técnica del sector agroalimentario de CTA se mostró de acuerdo con la opinión de Millán y apuntó que «el hecho de que el campo se acerque a la innovación y la tecnología puede hacer que se vuelva más atractivo para jóvenes titulados». Alías fue más allá y ahondó en el desarrollo rural. Según el secretario general de Fondos Europeos de la Consejería de Agricultura, «hay que conseguir que vivir en los pueblos no solo sea rentable, sino que sea atrayente a través de la dotación de nuevas infraestructuras».

Respecto al relevo generacional, reconoció que las administraciones tienen que seguir esforzándose por mostrar las medidas y ayudas que existen y fomentar que «los jóvenes y las mujeres vuelvan al campo». Por último, Arriaza concluyó reconociendo que «no hay relevo generacional en el campo en España porque no es rentable».