Arqueología

Los “candelabros” de oro de Lebrija sugieren la hipótesis de restos de un “santuario” tartesio en el municipio

Estas seis piezas de oro, datadas entre los siglos VIII y VII previos a la era actual, fueron descubiertas por unos trabajadores en el enclave de Higueras del Pintado

Réplica expuesta en Lebrija de los famosos "candelabros" descubiertos en 1923
Réplica expuesta en Lebrija de los famosos "candelabros" descubiertos en 1923La RazónLa Razón

El conjunto de “candelabros” de oro labrados al estilo orientalizante entre los siglos VIII y VII previos a la era actual y descubiertos en 1923 en Lebrija (Sevilla) estaría asociado a un centro ceremonial o “santuario” coetáneo, cuyos vestigios podrían descansar en el subsuelo de los promontorios que preceden al cerro que alberga las ruinas de la antigua fortaleza medieval del municipio, donde está delimitado el yacimiento tartesio o protohistórico identificado en esta localidad del Bajo Guadalquivir. Así lo ha explicado a Europa Press Agustina Quirós, técnica de Patrimonio Histórico y Arqueológico del Ayuntamiento de Lebrija, con motivo de la reciente apertura al público de dos salas de la casa de la cultura del municipio dedicadas a la antigua cultura tartesia, coronadas por una réplica de los célebres “candelabros” de oro hallados en esta localidad allá por 1923.

El conjunto de “candelabros” de oro labrados al estilo orientalizante entre los siglos VIII y VII previos a la era actual y descubiertos en 1923 en Lebrija (Sevilla) estaría asociado a un centro ceremonial o “santuario” coetáneo, cuyos vestigios podrían descansar en el subsuelo de los promontorios que preceden al cerro que alberga las ruinas de la antigua fortaleza medieval del municipio, donde está delimitado el yacimiento tartesio o protohistórico identificado en esta localidad del Bajo Guadalquivir.

Así lo ha explicado a Europa Press Agustina Quirós, técnica de Patrimonio Histórico y Arqueológico del Ayuntamiento de Lebrija, con motivo de la reciente apertura al público de dos salas de la casa de la cultura del municipio dedicadas a la antigua cultura tartesia, coronadas por una réplica de los célebres “candelabros” de oro hallados en esta localidad allá por 1923.

Estas seis piezas de oro, datadas entre los siglos VIII y VII previos a la era actual, fueron descubiertas por unos trabajadores en el enclave de Higueras del Pintado, siendo adquiridas por el Estado en esa década del siglo XX, motivo por el cual están expuestas en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Al respecto, Agustina Quirós ha aclarado que aunque las piezas fuesen calificadas popularmente como “candelabros” por su similitud con tales objetos del mobiliario doméstico, una denominación que ha “sobrevivido” en la memoria colectiva a lo largo de las décadas, lo cierto es que las investigaciones científicas han “descartado” que tales piezas fuesen usadas para dicho fin.

LA RÉPLICA DE LOS “CANDELABROS”

La réplica de estas piezas mostrada ahora en la casa de la cultura de Lebrija, según ha detallado, fue encargada en 2006 por el propio Ayuntamiento con la autorización del Ministerio de Cultura y del Museo Arqueológico Nacional, tratándose de unas copias realizadas en una aleación de latón, cinc y cobre con “un baño de oro”, en poder del Consistorio desde 2007.

En ese sentido, ha destacado la “gran importancia” de estas piezas en materia de investigación científica, pues no sólo reflejan que la antigua cultura tartesia gozaba de “un gran desarrollo en la fabricación de objetos de prestigio con aplicación en el ámbito religioso”, sino que además “apuntan a que es posible” que dicha cultura tuviese una “muy relevante” presencia en el territorio que actualmente corresponde al término municipal de Lebrija.

Y es que según ha explicado, estas piezas de valiosa orfebrería estarían relacionadas con algún tipo de “recinto religioso” cuyos vestigios arquitectónicos podrían descansar en el subsuelo del entorno de los promontorios que anteceden a la ladera del cerro del antiguo castillo de Lebrija, zona en la que en 1923 fue descubierto este conjunto de objetos votivos enterrados “en una especie de nicho” a varios metros de profundidad.

LAS “LECTURAS” DEL HALLAZGO

Las “muchas lecturas” del hallazgo en el plano científico, reflexiona Agustina Quiros, invitan a pensar que probablemente estas piezas de oro fueron “ocultadas” deliberadamente bajo tierra “ante una situación de peligro”, coincidiendo la datación de los denominados “candelabros” de Lebrija con “un momento de gran incertidumbre” en la geopolítica del Mediterráneo.

“Hubo un intento de ocultar ese tesoro para después recuperarlo”, indica Quirós, quien insiste en que estas piezas de oro estarían conectadas con un “santuario, edificio religioso o centro similar” cuyos restos se localicen “posiblemente” en los promontorios enclavados a los pies de la ladera del cerro del castillo, donde se extienden los terrenos identificados con relación al yacimiento protohistórico de Lebrija.

Tal es la “hipótesis” que se baraja, indica Agustina Quirós, señalando la posibilidad de que en un futuro sean descubiertos en dicho entorno restos de alguna “estructura” histórica “donde hubiesen tenido uso” las mencionadas seis piezas de oro.

El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Lebrija, en ese sentido, delimita un “área de protección del entorno del cerro del castillo”, que abarca “las laderas y pequeños montículos que preceden al cerro, donde se concretan hipótesis de ocupación para las fases más antiguas” del asentamiento humano que constituye Lebrija, figurando en tal delimitación los yacimientos prehistóricos y protohistóricos inventariados como Huerto Pimentel y Fuente Márquez, entre otros activos.

Imprimir, siendo adquiridas por el Estado en esa década del siglo XX, motivo por el cual están expuestas en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Al respecto, Agustina Quirós ha aclarado que aunque las piezas fuesen calificadas popularmente como “candelabros” por su similitud con tales objetos del mobiliario doméstico, una denominación que ha “sobrevivido” en la memoria colectiva a lo largo de las décadas, lo cierto es que las investigaciones científicas han “descartado” que tales piezas fuesen usadas para dicho fin.

LA RÉPLICA DE LOS “CANDELABROS”

La réplica de estas piezas mostrada ahora en la casa de la cultura de Lebrija, según ha detallado, fue encargada en 2006 por el propio Ayuntamiento con la autorización del Ministerio de Cultura y del Museo Arqueológico Nacional, tratándose de unas copias realizadas en una aleación de latón, cinc y cobre con “un baño de oro”, en poder del Consistorio desde 2007.

En ese sentido, ha destacado la “gran importancia” de estas piezas en materia de investigación científica, pues no sólo reflejan que la antigua cultura tartesia gozaba de “un gran desarrollo en la fabricación de objetos de prestigio con aplicación en el ámbito religioso”, sino que además “apuntan a que es posible” que dicha cultura tuviese una “muy relevante” presencia en el territorio que actualmente corresponde al término municipal de Lebrija.

Y es que según ha explicado, estas piezas de valiosa orfebrería estarían relacionadas con algún tipo de “recinto religioso” cuyos vestigios arquitectónicos podrían descansar en el subsuelo del entorno de los promontorios que anteceden a la ladera del cerro del antiguo castillo de Lebrija, zona en la que en 1923 fue descubierto este conjunto de objetos votivos enterrados “en una especie de nicho” a varios metros de profundidad.

LAS “LECTURAS” DEL HALLAZGO

Las “muchas lecturas” del hallazgo en el plano científico, reflexiona Agustina Quiros, invitan a pensar que probablemente estas piezas de oro fueron “ocultadas” deliberadamente bajo tierra “ante una situación de peligro”, coincidiendo la datación de los denominados “candelabros” de Lebrija con “un momento de gran incertidumbre” en la geopolítica del Mediterráneo.

“Hubo un intento de ocultar ese tesoro para después recuperarlo”, indica Quirós, quien insiste en que estas piezas de oro estarían conectadas con un “santuario, edificio religioso o centro similar” cuyos restos se localicen “posiblemente” en los promontorios enclavados a los pies de la ladera del cerro del castillo, donde se extienden los terrenos identificados con relación al yacimiento protohistórico de Lebrija.

Tal es la “hipótesis” que se baraja, indica Agustina Quirós, señalando la posibilidad de que en un futuro sean descubiertos en dicho entorno restos de alguna “estructura” histórica “donde hubiesen tenido uso” las mencionadas seis piezas de oro.

El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Lebrija, en ese sentido, delimita un “área de protección del entorno del cerro del castillo”, que abarca “las laderas y pequeños montículos que preceden al cerro, donde se concretan hipótesis de ocupación para las fases más antiguas” del asentamiento humano que constituye Lebrija, figurando en tal delimitación los yacimientos prehistóricos y protohistóricos inventariados como Huerto Pimentel y Fuente Márquez, entre otros activos.