Sociedad
Un refugio andaluz para huir de los talibanes: «Aquí no escucho ningún disparo, no veo la guerra”
Cuatro meses después de escapar de Afganistán, Hussain F. relata el miedo y las dificultades para «empezar de cero» en Córdoba
Husain F. tenía trabajo como enfermero administrando vacunas en Badghis. Esta fue la última de una larga lista de ocupaciones que había desempeñado: electricista, ayudante de cocina o traductor, colaborando con el Gobierno español. Eso fue lo que le permitió ser uno de los 2.200 ciudadanos afganos evacuados en los dos semanas de plazo dadas por los talibanes, después de tomar el control de Afganistán el 15 de agosto pasado.
Husain tiene un recuerdo nítido de aquellos últimos días, en los que su padre y él permanecieron en su ciudad, mientras el resto de la familia se refugiaba en la cercana Herat. Aquellos terribles últimos días están unidos a un relato de miedo y dolor, que todavía no ha terminado porque parte de sus parientes no pudo salir de su país. Ese miedo no se mitigó con la llamada del Gobierno de España conminándole a viajar hasta Kabul para volar rumbo a Madrid, lejos de la violencia talibán, pero lejos también de su entorno. «Hemos dejado toda la vida allí. Nuestra casa, nuestras cosas... hemos venido de mala manera», explica a través de una videollamada desde el centro de Cruz Roja en Córdoba en el que vive desde el 25 de agosto, al día siguiente de aterrizar en España en un largo viaje desde Kabul, con escala en Dubai. Allí conviven con otras cuatro familias afganas y asisten a clases de español, dos sesiones diarias, para superar la principal barrera para incorporarse plenamente a su nueva situación. Cuando aterrizaron en Madrid, nueve días después del trágico domingo 15 de agosto, ignoraban cuál sería su destino. Le mostraron un mapa y le dijeron el nombre del punto al que los conducirían: «Yo no sabía nada, no conocía ninguna parte de España. Ahora mi vida está a salvo y cualquier parte estará mejor para mí».
«Estoy feliz, no tengo más problema. No escucho ningún disparo de fusil, no veo la guerra», resume en un esfuerzo por sintetizar todo lo que ha vivido para escapar del nefasto destino que su padre, como otros miles de ciudadanos afganos, encontró a causa de los talibanes. Sucedió el primer día que entraron en Badghis: «Nos quedamos en casa para proteger nuestras cosas de los talibanes y los ladrones. En ese tiempo, los aviones bombardeaban muchísimo. Un día, por la mañana, empezó la guerra entre los talibanes y el ejército. Pensaron que el ejército estaba allí y dispararon contra nosotros. Vi cómo mataron a mi padre», cuenta todavía consternado por un hecho que le hizo tomar la decisión de salir definitivamente de su país. Desde la invasión soviética en diciembre de 1979, Afganistán ha atravesado cuatro décadas de conflicto prácticamente ininterrumpido, siendo objeto de permanente atención por parte de la comunidad internacional hasta este verano. La toma de poder de los talibanes acabó con veinte años de democracia. «Nunca he pensado que fuera a pasar eso. Todos los días escuchaba que mataban a personas, que habían cogido a alguien... pero nunca pensaba que entrarían los talibanes», lamenta.
A sus 28 años, es el cabeza de una amplia familia, que incluye a su esposa, sus dos hijas, cuatro hermanos y su madre. El pequeño, de 11 años, y su hija mayor, de 6, van juntos al colegio, donde intentan seguir las clases con muchas dificultades. Husain se muestra orgulloso de ellos porque, a pesar de no hablar el idioma, cada día aprenden palabras nuevas. «Poco a poco van a mejorar y ojalá que aquí tengamos una vida normal», dice. Quien más le preocupa es su madre: «Ella no está bien. Es mayor y para ella aprender español es muy difícil. Ha dejado su vida, está pensando siempre en su hija que está allí y que ha muerto su marido. Su pensamiento está siempre removiendo». Toda la familia atraviesa un complicado duelo tras su abrupta salida de Afganistán y el asesinato del padre. Aún así, está convencido de que ha tomado la mejor decisión. Sobre el futuro cree que «si tengo trabajo y nos ayudamos juntos, claro que tendremos un futuro bueno», reflexiona, asegurando que «lo más importante» la oportunidad que tendrán los pequeños frente a la situación en Afganistán, donde continúan su hermana y sus hijos, encerrados en casa la mayoría del tiempo. «Hay mucha violencia y control para que no salgan», aclara Husain, que lamenta cómo las mujeres han visto eliminados sus derechos. «Veo que mi país nunca va a mejorar. Creo que los talibanes no se irán en años», opina.
Desde Cruz Roja, Ángel Pérez, reconoce que pese a su experiencia en situaciones de emergencia esta evacuación fue «especialmente compleja porque no es fácil encontrar traductores». Destaca el papel «clave» de Husain como enlace con otras personas refugiadas trasladadas a España, «un proceso de duelo en toda regla, con un cambio cultural profundo» que realizan con atención psicológica y asesoría jurídica. «Ese acompañamiento es fundamental para para cicatrizar todo lo que han pasado», apunta Pérez, que insiste en recordar que son personas que «vienen con heridas profundas». «Que no se nos olvide el sufrimiento, seamos conscientes de la responsabilidad para atenderlos», pide.
A pesar de su delicada situación, para Husain F. es imposible olvidarse de los miles de compatriotas que, como su hermana, no pudieron acceder a los vuelos fletados por España. «Gracias al Gobierno se han salvado muchas vidas de afganos. Y le pido ayuda para otras personas que todavía están allí. No pueden salir de sus casas, no tienen vida normal como antes».
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