Semana Santa

Las “Madrugás” del pánico

Juegos de rol, peleas y gritos de “Ala es grande”: los desencadenantes de las avalanchas más graves de la Semana Santa sevillana

Nazarenos de La Esperanza de Triana visiblemente afetados tras sufrir una estampida durante su recorrido procesional a su paso por el puente de Triana
Nazarenos de La Esperanza de Triana visiblemente afetados tras sufrir una estampida durante su recorrido procesional a su paso por el puente de Trianalarazon

Han pasado 22 años de aquella “Madrugá” que cambió para siempre la Semana Santa sevillana. Aquel 21 de abril de 2000, las avalanchas, los gritos y las carreras descontroladas cuando todas las hermandades, menos el Silencio, estaban al completo en la calle pusieron en jaque la seguridad de la ciudad. Aquello parecía una secuela de “Nadie conoce a nadie”, el thriller de acción protagonizado por Eduardo Noriega y estrenado meses atrás, que entremezcla juegos de rol, sectas y atentados terroristas en el escenario de la Semana Santa sevillana. Hubo testigos que escucharon disparos, que vieron nazarenos con pistolas. Se habló también de un tipo con un cuchillo, de jugadores de rol.... pero lo cierto es que pasados más de 20 años no se ha podido probar nada. ¿Cuál fue el origen de aquellas avalanchas? Todavía no hay una versión oficial que lo explique. En un principio, algunos ediles del Ayuntamiento apuntaron a un grupo organizado, imitando aquellos juegos de rol de “Nadie conoce a nadie”. Pero la Subdelegación del Gobierno lo desmintió al instante y señaló, primero, a una explosión provocada por una tubería rota. Después, a un joven de 20 años, delincuente habitual, que sembró el pánico con un cuchillo de 20 centímetros.

Lo cierto es que desde aquel año, la “Madrugá” se vive con temor a que vuelvan a suceder aquellos episodios. De hecho, el público asiduo ha ido decreciendo en favor de las procesiones de día. Aquel año y tras la gravedad de lo ocurrido se creó el CECOP, el Centro de Coordinación Operativa de Sevilla, encargado de atender las emergencias de la ciudad en coordinación con todos los cuerpos con responsabilidad en estos asuntos.

Pese a los esfuerzos de la corporación local para reforzar la seguridad hasta en otras tres ocasiones han vuelto a repetirse disturbios en la madrugada del Jueves Santo que han hecho revivir los fantasmas de aquella del año 2000.

2009: una discusión que sembró el pánico

A eso de las 4 de la mañana, en la Plaza de la Magdalena, donde transcurría la procesión de la Hermandad del Calvario, una pareja rompía el escrupuloso silencio que acompaña a este paso con grandes gritos. El nerviosismo pronto se extendió por toda la zona, más aún cuando el hombre agredió a su pareja y esta comenzó una carrera a la desesperada. Fue entonces cuando se inició una estampida que se agravó por otro altercado sucedido en un bar de Reyes Católicos. Allí se produjo una pelea de jóvenes con lanzamientos de vasos incluido. El público que estaba viendo el Calvario y también la Esperanza de Triana reaccionó con miedo y corrió a la desesperada provocando avalanchas y estampidas. Se vieron ataques de ansiedad, mucho pánico y familias huyendo a la carrera. Todo quedó en un susto. El suceso acabó con tres detenidos y otros tantos heridos de poca gravedad.

2015: la estampida que rompió El Silencio

Fue una de las “Madrugás” más accidentadas que se recuerdan porque se produjeron cinco incidentes de gravedad que transcurrieron en poco más de una hora, de 4 a 5 de la mañana. El primero ocurrió en la calle Gallos, a las 3:49. Una pelea en esta calle derivó en un amago de avalancha hacia Matahacas, donde se encontraba el paso del Señor de la Salud, de Los Gitanos. La Hermandad tuvo que parar la procesión, pero el suceso se resolvió pronto sin mayores consecuencias.

El segundo accidente ocurrió en el bar Capote. Fue una pelea que acabó con dos personas arrojadas al río. Una salió por su propio pie y la otra tuvo que ser rescatada por los Bomberos.

A las 4:35 llegaría el episodio que sí afectaría a las cofradías, especialmente a la del Silencio. Decenas de personas que participaban en un botellón en la plaza mayor de las Setas de la Encarnación se enzarzaban en una reyerta multitudinaria, que provocaba que un grupo de los participantes saliera huyendo. A este grupo de personas se unieron algunas más que corrieron al ver que venía hacia ellos una turba, principalmente por pánico. Esto generó una avalancha que rompió la cofradía del Silencio en el cruce de la plaza de Villasís con Cuna. Esta estampida, provocó otras tres “carreritas” , que fueron breves y controladas, aunque se saldaron con dos niños heridos.

Pero la incidencia que pudo alterar verdaderamente la Madrugada se produciría a las 4:45 en la calle Feria, a la altura de la capilla de Montesión. Un trabajador que manipulaba una farola resultó herido con quemaduras de primer grado en la cara y de segundo grado en los brazos en una explosión propiciada por un escape de gas. Este accidente sembró el pánico y obligó a desviar la procesión de la Macarena.

2017: gritos de “Alá es grande” y “Gora ETA”

La “Madrugá” del 2017 fue la de mayor gravedad desde el 2000 y la que revivió de nuevos los fantasmas de aquella fatídica Semana Santa. El pánico lo desató un grupo al vociferar gritos de “Alá es grande” y “Gora ETA” en un contexto social en el que resonaban con fuerza en el imaginario colectivo los atentados de París de 2015 y los de Bruselas de 2016. Cinco episodios de disturbios y peleas provocaron carreras, estampidas y desconcierto entre el público asistente, que reaccionó con pánico. Estos sucesos se saldaron con 17 heridos leves que requirieron asistencia médica y un herido de gravedad que tuvo que ser trasladado a la UCI.

El primer episodio ocurrió sobre las 4.00 horas en la calle Alfonso XII y en el que tres personas «estaban presuntamente golpeando con palos elementos del mobiliario urbano y algunos vehículos estacionados en la vía pública, al tiempo que proferían expresiones amenazantes contra la población, con alusiones explícitas a la banda terrorista ETA». Seguidamente, se produjo sobre las 4.05 horas a las puertas de un establecimiento hostelero en la calle Arfe, una pelea de jóvenes mientras estaba pasando uno de los tramos de la hermandad del Gran Poder. El episodio número 3 tuvo lugar sobre las 5.00 horas en la confluencia de las calles Álvarez Quintero y Chapineros, donde cinco personas comenzaron a vociferar y golpear elementos del mobiliario urbano, como papeleras y persianas metálicas. El hecho número 4 ocurrió sobre las 6.00 horas en la confluencia de Argote de Molina con Álvarez Quintero, cuando las mismas personas volvieron hacer ruido golpeando persianas metálicas u otros El l hecho número 5 ocurrió sobre las 6.05 horas en la plaza del Salvador, cuando dos personas corrían de un lado a otro sin motivo aparente y se reían a continuación, mientras que el hecho número 6, acaeció a las 6.10 horas en la avenida de la Constitución, donde cinco personas «salieron corriendo y gritando en dirección a la Puerta de Jerez, y se reían a continuación» provocando el caos y al pánico.

Por estos hechos se investigó a 15 personas por cinco hechos concretos y asilados. Finalmente se detuvo a 8 de ellos.

De 2000 a 2017: mismo patrón de conducta

Un análisis del CECOP sobre estos episodios pone de manifiesto que las carreras el año 2000, 2005, 2009, 2015 y 2017, presentan grandes similitudes, entre ellas, que se produjeron en años en los que las condiciones climatológicas fueron excelentes durante la Semana Santa. “Podemos observar cómo en los cinco episodios de incidentes relacionados con las avalanchas, las condiciones climatológicas eran benignas. “Estas condiciones favorecen el incremento de personas en las calles y, por tanto, hay una mayor ocupación de los espacios públicos y aumentan las posibilidades de que se produzcan incidentes de cualquier tipo”, advierten los técnicos del CECOP

El Ayuntamiento identifica en su análisis una serie de elementos que se repiten en cada uno de los sucesos desde el año 2000: coincidencia en un sector del primer círculo de influencia de la carrera oficial, misma franja horaria, calles repletas de personas, óptimo nivel climatológico, existencia de uno o varios hechos menores que hacen de mecha en una situación crítica, coincidencia de un fuerte ruido que desencadena reacciones huidizas de pánico, y la ausencia de elementos objetivos, claros y diferenciadores que ubiquen claramente el epicentro de estos hechos.