Cultivos

La sequía ahoga a la agricultura gaditana

El girasol supera las peores previsiones y reduce su cosecha a la mitad

Los campos de girasol no tienen este verano su tradicional color amarillo brillante, sino un tono mucho más mustio
Los campos de girasol no tienen este verano su tradicional color amarillo brillante, sino un tono mucho más mustioJuan Manuel Reina

En un escenario de pertinaz sequía y pantanos al 27 por ciento de media de su capacidad, la agricultura gaditana –como en otros muchos puntos de la comunidad– continúa acumulando malos datos. Números en negativo que superan con creces las peores previsiones realizadas y que ponen en peligro, más allá de las cosechas, la propia supervivencia de un sector del que todos dependemos y que cada día registra más «deserciones» en sus filas porque cada vez tiene que afrontar más dificultades.

«Nos encontramos en una situación muy grave, que no esperábamos y que, cuando afrontamos ya los últimos días de campaña, por ejemplo, nos habla de una reducción del 55 por ciento del cultivo de girasol respecto al año pasado» señala Pedro Gallardo, presidente de Asaja-Cádiz y representante en Europa del girasol. «Estamos hablando de pérdidas que duplican las previstas por el sector, en torno al 25 por ciento, y que, aunque la gente no sea todo lo consciente que debiera, nos sitúan en una posición aún más complicada para atender nuestras necesidades de girasol como provincia, región y país en un contexto tan complicado como el actual», explica en declaraciones a LA RAZÓN.

«Como representante en Europa del girasol, acabo de mandar un estudio a la Comisión Europea y el balance a nivel nacional es desalentador», señala. Tanto es así que, frente a las 767.000 toneladas recolectadas la pasada campaña, este año «se han cosechado 100.000 menos (660.000)». Dato que incrementa el déficit nacional de girasol, «ya que para cubrir nuestras necesidades necesitamos 1.400.000». «Y todo ello», subraya, «cuando las hectáreas que se han plantado han superado en más de 200.000 a las de la pasada campaña». «Es un auténtico drama ver cómo el girasol que se plantó en busca de ese ‘cultivo refugio’ se ha acabado perdiendo ante la imposibilidad de regarlo», realidad que atestigua ese manto de girasoles marchitos que se reparten a lo largo y ancho de la provincia.

Pérdidas históricas en la uva

Desgraciadamente, «la situación del girasol no es un caso aislado» ya que otro de «nuestros cultivos más emblemáticos, la uva, también maneja unas pérdidas históricas del 40 por ciento respecto a la pasada campaña». A girasol y uva se une el algodón, cuya campaña de recolección se iniciará en breve y que, según subraya Pedro Gallardo, «también se va a ver mermada».

«Pese a que la mayor parte de los cultivos de algodón de la provincia corresponde a regadío, este año no se ha podido regar con la regularidad necesaria, por lo que es más que previsible que la campaña arroje unos datos susceptiblemente peores que los del año pasado», pronostica. A este desalentador panorama, Pedro Gallardo suma la preocupación de Asaja-Cádiz por la aceituna. «Si bien es cierto que no somos uno de los principales productores de aceituna, es verdad que en muchas localidades de la Sierra de Cádiz tiene un gran protagonismo y estamos viendo que, ante la falta de agua, la campaña podría verse mermada en un 50 por ciento», anticipa.

«Y, claro, no tener aceite de girasol ni de oliva nos despierta gran preocupación por ver cómo se va a traducir luego ese déficit en los lineales de los supermercados y en los precios». En este contexto de «tormenta perfecta» contra el sector de la agricultura –también de la ganadería–, Pedro Gallardo reclama ayudas directas, «a la Consejería, el Gobierno y Europa».

Pero no solo se trata de reclamar más dinero, sino también de que «se flexibilice la presión fiscal, los impuestos y todo lo que soportan nuestras explotaciones todos los días». «El campo está asfixiado y esto, obviamente, sigue jugando en contra del relevo generacional y de forma muy especial en nuestra provincia», lamenta. «Está muy bien», subraya, «que se le den ayudas a los nuevos agricultores, pero hace falta más que eso para garantizar el futuro. Por ejemplo, que se cumpla la ley de la cadena para garantizar que el agricultor y el ganadero puedan generar beneficios». «Basta», concluye, «un solo dato: en España solo el 8 por ciento de los agricultores es menor de 40 años», sentencia.