Entrevista

Ahmed Ben Yessef: «Andalucía y Marruecos son ramas de un mismo árbol»

«Vivimos un tiempo de decadencia moral. Faltan líderes y sobran gobernantes», reflexiona el artista

Ahmed Ben Yessef
Ahmed Ben YessefLa Razón

Hablar con Ahmed Ben Yessef (Tetuán, 1945) es entrar en un territorio donde las fronteras se desdibujan. Desde hace más de seis décadas vive en España, pero nunca ha dejado de mirar hacia Marruecos. Su biografía y su obra son, en realidad, una misma historia de dos orillas que comparten idioma visual, la pintura. A lo largo de su carrera ha expuesto en los cinco continentes, ha compartido amistad con escritores como Juan Goytisolo y ha defendido siempre que el arte no es un lujo, sino una necesidad vital. A sus 80 años, sigue trabajando con la misma pasión con la que, de joven, decidió contra todos los pronósticos que viviría solo de la pintura.

Tetuán y Sevilla son sus dos patrias. ¿Qué une y qué separa a esas dos orillas?

En el fondo son la misma cultura. Lo único que cambia es la lengua; en un lado se habla árabe y en el otro, andaluz. Las costumbres, la familia, la forma de entender la vida… todo es igual. Cuando llegué a Sevilla, sin saber una palabra de español, me sentí en mi propia casa.

¿Y en su paleta también se parecen?

Claro. La luz del norte de Marruecos y la de Andalucía es la misma. No he tenido que traducir nada. Era la misma materia prima para convertirla en color y geometría.

En Marruecos lo llaman «el pintor sevillano» y en Sevilla «el pintor moro». ¿Cómo lo vive?

Mientras me llamen pintor, me da igual. Nací con la pintura y nunca he hecho otra cosa en mi vida. Cuando terminé Bellas Artes me decían que era imposible vivir solo de la pintura, que solo lo hacían Picasso y Dalí. Yo les contesté: pues yo seré el tercero. Y, la verdad, la pintura me ha dado mucho más de lo que soñaba. Me ha permitido vivir dignamente y me ha enriquecido espiritualmente. Soy pintor por la gracias de Dios.

¿Aún le impresiona el lienzo en blanco?

Muchísimo. Cada vez que empiezo un cuadro siento un respeto enorme. Y eso que he expuesto en casi todos los continentes. Pero cada obra es como entrar en una habitación nueva, nunca sabes qué te espera dentro. Esa incertidumbre es también lo que mantiene viva la pasión.

Ha vivido entre dos orillas. ¿Cómo observa la inmigración de hoy?

La inmigración existe desde que existe el ser humano. Se migra por necesidad, por cultura, por paz. Pero ahora se utiliza como arma política. Y es doloroso ver cómo se trata a las personas que llegan, como si fueran delincuentes. España y Marruecos están a catorce kilómetros, tenemos muchas más cosas que nos unen que las que nos separan.

Usted habla incluso de una decadencia general.

Sí, vivimos un tiempo de decadencia moral, social y política. Faltan líderes y sobran gobernantes. Eso es lo que más me preocupa. A veces escucho a responsables públicos y me pregunto cómo hemos llegado hasta aquí. Nos hemos vuelto más materialistas, más consumidores, devoradores de Humanidad. Por ejemplo, con lo que está pasando en Gaza. Hay noches en que no puedo dormir al ver las imágenes de la guerra. Lo que más me duele es el silencio de muchos líderes y de la comunidad internacional ante el sufrimiento de niños y mujeres. Es algo que me hace perder la fe en las palabras libertad y democracia.

¿Cree que el arte puede ser resistencia y consuelo?

Sin duda. Una obra de arte es también un documento de la época que le toca vivir. El pintor es notario de su tiempo. El arte abre los ojos, aporta paz, concordia y bienestar. Si no existieran la música, la literatura o la pintura, la vida sería insoportable. El arte es lo que nos permite seguir adelante cuando todo parece hundirse.

En su obra hay ecos de geometría, espiritualidad y tradición islámica.

Forma parte de mí. La cultura andalusí y marroquí está presente en la lengua, en la música, en el arte. Hasta la palabra “flamenco” tiene raíces árabes. Es una herencia que no se debe simplificar ni estigmatizar. Andalucía y el norte de Marruecos no son mundos opuestos, sino ramas de un mismo árbol.