Sociedad
«El sistema judicial me ha fallado por omisión y dejadez»
Seis años después de ser víctima de robo a mano armada tiene que «revivir ahora todo» en el próximo juicio
«En realidad no vivo, sobrevivo». «Tengo una fuerte depresión a raíz de lo que me pasó, causo baja en mi trabajo debido a la ansiedad generalizada y he desarrollado fobia social, así que estoy en tratamiento». «Definitivamente, no soy la mujer que era hace seis años», lamentó para LA RAZÓN Carmen, el nombre ficticio que usaremos para esconder la identidad real de esta mujer de El Ejido (Almería) que se enfrentará «seis años más tarde», en juicio, a quien provocó su «deterioro psicológico y emocional», al ser víctima de robo a punta de pistola, en su propio edificio y sufriendo también amenazas y detención ilegal durante el proceso.
«Lo recuerdo perfectamente, eran como las 11 de la mañana y venía de hacer la compra». «Aparqué en el garaje, cogí las bolsas y me lo encontré en el rellano antes de coger el ascensor». «Un individuo encapuchado, pero al que se podía reconocer, porque se le veía parte de la cara». «Era altísimo, me encañonó, me veía superpequeña y solo pude gesticular». «Me llevó al coche y allí estuvimos parados, pero no sé cuánto tiempo pasamos allí...». «Pero sí sé que pasaron cosas, que hubo amenazas, que me dijo que no sabía que iba a hacer conmigo y que si lo miraba me iba a matar», relató Carmen con decisión, incidiendo en que «me repetía continuamente que, si lo miraba, me mataba» y reconociendo que «siguen apareciendo imágenes en mi mente y, verdaderamente, ahí pierdo la noción del tiempo, no sé cuánto tiempo pasé así».
Sin embargo, «mientras conducía mi coche conmigo a su lado, antes de salir por la puerta, me preguntó si había alguien, si había policía». «Le contesté que no, que se podía ir, que no había nadie y que, por favor, por lo que más quisiera, me dejara libre que tenía dos hijos». «Lloré y rogué y me dejó salir, pero me advirtió que aún no estaba claro si me daría un tiro por la espalda». Si bien Carmen consiguió, finalmente, abrir la puerta y escapar y recuperó el vehículo días más tarde, la detención del individuo reveló que ya albergaba «bastantes causas pendientes con la justicia» y una «orden de detención» que nunca es el fin de la historia.
En este sentido, Carmen «en retrospectiva» piensa «que hubo muchos errores y negligencias en mi caso, debían haberme llevado al hospital, haberme dado calor y me encontré desvalida, con mi madre acompañándome a hacer las gestiones». Entiende que no se activó una respuesta hasta que «acudí a vosotros e hicimos público lo que ocurrió, porque hasta se pusieron en duda los hechos que relato». Así, Carmen describió que fue ella misma quien advirtió a los investigadores que recabaran las pruebas desde las cámaras de vigilancia del garaje, ya que «me di cuenta a los días y lo comuniqué, pero no entiendo cómo no se vio que existían cuando vinieron a atenderme». «Estaba en shock, paralizada por el terror, no podía hacer su trabajo», rememoró la ejidense, incidiendo en la presencia también de «carteles informando de la videovigilancia». No obstante, la revisión distó mucho de ser instantánea, aseguró.
De hecho, la casualidad hizo que el suceso coincidiese en fechas «con periodo electoral», una serie de mensajes en cadena a través de «Whatsapp» que alertaban de delitos cometidos por varones de una determinada procedencia y también un aviso de la Policía Nacional de la existencia de bulos que se estaban difundiendo entre los usuarios, con el consiguiente temor y agitación pública. Uno de estos mensajes avisaba de la presencia de un varón «intentando robar vehículos por la calle a punta de pistola» y, aunque Carmen niega que ella o su familia tuvieran algo que ver con aquel audio viral, «sí que me pasó a mí y mi caso sí que era cierto», como defendió y sigue haciéndolo en la actualidad, como «catarsis, porque siento una rabia y una indefensión terribles, porque soy una superviviente y necesito seguir adelante».
Hace tres semanas recibió una llamada de su abogado, porque ahora «tenemos una vista, donde es posible que me pidan volver a testificar y donde su defensa ya ha dicho que es insolvente». «Una llamada para enterarme de que está cumpliendo una condena muy larga por delitos al parecer muy graves, que hasta cometió antes de que me pasará a mí esto». «Ahora tengo que repetir todo, sin haber recibido ningún tipo de resarcimiento y él sabe dónde vivo y que le he denunciado», anunció Carmen con nerviosismo.
Se activarán medidas cautelares para evitar cualquier identificación visual, además, es posible que el acusado testifique desde la cárcel. No obstante, Carmen cuestionó: «¿El juicio también lo tendré que pagar yo?». «Sin compensación alguna, pese a mis gastos médicos, mi baja, el abogado, mi psicólogo privado...». «En definitiva, la pérdida de mi vida normal», describió Carmen, que recibe también tratamiento psiquiátrico en la sanidad pública y «no puedo ejercer mi profesión al público, porque lo mismo rompo a llorar o tengo actitudes poco afectivas con clientes o con los propios compañeros». Padezco «shock postraumático y estoy pagando mi propio tratamiento para intentar salir de ello». «No tengo ningún tipo de resarcimiento y siento que el sistema judicial ha fallado por omisión, dejadez y demora, sus funciones hacia una ciudadana». «Como no soy víctima de violencia de género, ni violada, ni asesinada, el sistema me deja fuera». «La Justicia no me está defendiendo».