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«Cuando entrego una novela, al día siguiente ya estoy frente al teclado con el nuevo proyecto»

César Pérez Gellida presenta «Nada bueno germina», un thriller en la España de principios del siglo XX

César Pérez Gellida
César Pérez GellidaArgy ComunicaciónArgy Comunicación

Con más de quince novelas publicadas y medio millón de lectores, César Pérez Gellida sigue reinventando el thriller con fórmulas narrativas tan arriesgadas como efectivas. Su nueva obra, «Nada bueno germina» (Destino), llega meses después de alzarse con el Premio Nadal, y lo hace con la misma intensidad con la que escribe, sin pausa, sin descanso, y con una fidelidad absoluta a la historia y a sus personajes.

¿Cómo consigues seguir encontrando fórmulas distintas para atrapar al lector después de tantas novelas?

El thriller es una estructura muy versátil que permite contar historias desde múltiples ópticas y momentos temporales. Eso me da libertad para experimentar con formas narrativas nuevas. En esta novela, por ejemplo, las escenas de acción están contadas desde el punto de vista de distintos personajes, pero de forma no lineal, lo que obliga al lector a recomponer el puzzle. Me gusta ese desafío.

En esta novela, como en la anterior, destacan los dos protagonistas. ¿De dónde surgen? ¿No es difícil construir personajes tan sólidos?

Crear personajes es una parte fundamental del trabajo del escritor. Tienes que dejarles espacio en la cabeza para que entren, dotarlos de alma, de voz, y dejar que evolucionen. No difiere mucho del trabajo de interpretación de un actor. Si no los escuchas, si no dejas que respiren y cambien, es imposible que sorprendan. Los personajes planos no funcionan en una novela como esta.

En las 36 primeras páginas ya hay cuatro muertos. Y el número total de asesinatos es escandaloso… aunque verosímil. ¿La realidad ha superado ya a la ficción?

Lo más llamativo es que todos esos personajes tienen nombre y apellidos, con su pequeño histórico vital. No son víctimas anónimas. Algunos tienen un protagonismo relativo, pero todos tienen un final dramático. Eso genera incomodidad, que es uno de los objetivos. Un thriller ambientado en una época convulsa no puede leerse con comodidad. Tiene que conmover. Además, no fue algo planificado: me dejo llevar por la escena, y cada escena me conduce a la siguiente. Hay quien me dice que cierro cada asesinato como un tema de oposición: capítulo cerrado.

Ambientas la novela en la España de hace un siglo, pero con ecos muy actuales. ¿Cómo ha sido el trabajo de documentación?

Es una época relativamente reciente, aunque muy distinta en lo cotidiano. Hay mucha documentación disponible. Pero el éxito no está en documentarse bien, sino en saber usar esa información sin que lastre la acción. Para mí, es más importante describir cómo sonaba o a qué olía una estación que explicar los detalles técnicos de una locomotora. Son esos matices los que permiten al lector subirse al tren y acompañarte.

Después de ganar el Nadal, algunos autores necesitan parar. Tú no has dejado de escribir ni un día. ¿Por qué?

No tengo esa necesidad de descanso. Cuando entrego una novela, al día siguiente ya estoy frente al teclado con el nuevo proyecto. Escribo por devoción, no por contrato. Me levanto y escribo la escena que he rodado en mi cabeza. No necesito desconectar para volver a conectar. Es un hábito, una pulsión.

También trabajas en proyectos audiovisuales. ¿Cómo compaginas ambos lenguajes?

Son dos lenguajes distintos, aunque relacionados. Si tuviera que elegir, me quedaría con la narrativa, porque es donde empecé y donde me siento más identificado. Pero disfruto mucho del formato guión, a pesar de que es más cerrado, colaborativo y exige economía de palabra. Me gusta compatibilizarlos. A veces tengo que parar una novela por un proyecto audiovisual, y eso requiere un cambio de chip importante.

Codiriges junto a Dolores Redondo el festival literario Blacklladolid. ¿Por qué crees que la novela negra vive este auge?

En los últimos diez años ha habido un crecimiento brutal del género, sobre todo en España. Tenemos autores y autoras excepcionales: Dolores Redondo, que es la más leída, María Oruña, Mikel Santiago, Santiago Díaz… Todos copan los top de ventas porque el público los busca. No creo que sea una moda, sino una realidad. Es el género más demandado en este país.