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Guillermo de Torre, "un mocoso sabiondo y lenguaraz"

Con 14 años escribía en periódicos, con dos años más bautizó el Ultraísmo y con 25 publicó "Literaturas Europeas de Vanguardia"

Guillermo de Torre
Guillermo de TorreFototeca/Efe

Por Alfredo Valenzuela

Con 14 años escribía en periódicos, con dos años más bautizó el Ultraísmo, con 25 publicó "Literaturas Europeas de Vanguardia". Guillermo de Torre nació en 1900 y fue uno de los profetas del siglo, como refleja biografía "El orden del azar. Guillermo de Torre entre los Borges" (Anagrama), que también da cuenta de la relación con su cuñado Jorge Luis Borges.

"Fue un mocoso sabiondo y lenguaraz durante demasiado tiempo, cuya vertiginosa juventud parecía reflejar la del nuevo siglo XX", escribe Domingo Ródenas de Moya en las primeras páginas de esta biografía tras citar a Benjamín Jarnés: "A veces hay que sacrificar una parte de la inteligencia para hacerse perdonar el resto"; y de Guillermo de Torre "tuvo que sacrificar años de penitencia para hacerse perdonar las incontinencias adolescentes".

Con 18 años Torre era responsable de la sección bibliográfica de la revista 'Cervantes' y un año más tarde se carteaba con Blaise Cendrars, Tristan Tzara, Francis Picabia, Jean Cocteau, Max Jacob, Pierre Reverdy, Robert Delaunay, además de con Marinetti y Huidobro, mientras que Rafael Cansinos Assens lo eludía por no dar abasto para atender sus ocurrencias.

Todo pasa por Guillermo

Catedrático de Literatura Española de la Universidad Pompeu Fabra y crítico literario, Ródenas de Moya ha hecho una biografía extraña al lenguaje académico y de la altura literaria que reclaman los grandes escritores de los que trata y, en declaraciones a EFE, no ha eludido el reto de definir a Guillermo de Torre en un par de líneas:

"Fue el gran crítico de la generación del 27, defensor y cronista de la modernidad vanguardista en arte y literatura y un editor y ensayista inexcusable en el exilio republicano".

En su libro, también en dos líneas, hay brillantes aproximaciones su biografiado: "Iba a celebrar la civilización de la ciencia y de las máquinas casi con el mismo entusiasmo con que iba a condenar el auge del fascismo o el comunismo".

"Toda la cultura literaria del siglo XX pasa por Torre", quizá sea la frase más rotunda del biógrafo, que él mismo explica:

"A pesar de la carga hiperbólica de la afirmación, creo que fue así, por él pasaron todas las vanguardias, desde el futurismo y el cubismo al surrealismo, como pasaron las neovanguardias de los años sesenta, a las que dedicó atención desde una actitud ya bastante crítica. Pasó la poesía y la narrativa de la llamada entonces Joven Literatura -la generación del 27- y la literatura comprometida de los años de la República y la guerra, pasó la producción intelectual del exilio en todos los géneros, porque él la acogió en la editorial Losada".

Todos se enamoraban de Norah Borges

Por Torre pasó igualmente "el pensamiento y la narrativa existencialistas, que difundió como crítico y editor desde 1948, pasaron las letras de posguerra, con sus truculencias y sus realismos y, en fin, pasó la estética posmoderna que, en gran medida, surgió de la lectura que en Francia y Estados Unidos se hizo de la obra de su cuñado. A través de Guillermo de Torre podemos observar el devenir de la cultura literaria del siglo pasado, por lo menos hasta 1971, año de su muerte".

Sobre su parentesco con Borges, ha señalado que "es casual, porque no dependió de ellos sino de Norah Borges, de la que se enamoraba en 1919 y 1920 todo el que la conocía. Pero la aproximación entre ellos en aquellos primeros años sí parece obedecer a una ley tácita de atracción entre personalidades infrecuentes -genial lo era o sería Borges, en cambio sería excesivo calificar así a Torre-".

"Los conceptos que tenían el uno del otro eran bien distintos, porque mientras que Torre captó enseguida la inteligencia de Borges, a Borges lo que le admiraba -y de lo que se mofaba- era la hiperactividad frenética de Torre como poeta, crítico, traductor y divulgador en todas las revistas y periódicos".

"La relación entre ellos fue muy compleja y asimétrica y desde un determinado momento quedó fijada por parte de Borges en una especie de cliché: Para él su cuñado siempre fue un incondicional partidario del experimentalismo vanguardista -lo que no era verdad-, mientras que Torre no compartía la anglofilia exclusivista de su cuñado, ni su entusiasmo por la literatura policial y fantástica, pero reconocía su talento descomunal".

El azar y el orden

Ródenas de Moya afirma que el estudio de las vanguardias "no habría sido el mismo" sin la "Historia de las literaturas de vanguardia" de Torre:

"En 1925 fue una obra capital en las letras españolas y latinoamericanas, allí donde los jóvenes escritores aprendían cuáles era las últimas tendencias y cuál la nueva retórica literaria. También aprendieron allí una ética del entusiasmo, porque Torre no disimulaba su enardecida beligerancia, cosa que luego le molestó a él mismo. Por eso se negó a reeditar el libro y tardó 40 años en publicar una versión más ponderada y académica, que se leyó mucho desde 1965".

Sobre el título de su biografía, ha confiado en que el propio Torre "habría visto en juego los dos términos que articularon casi toda su vida intelectual, aventura y orden, es decir el azar que la búsqueda y el hallazgo que guía el arte más audaz y el orden al que irremediablemente están abocados los nuevos descubrimientos".

Y así, ha añadido, supo vislumbrarlo Guillermo de Torre cuando advirtió que "la vanguardia cribada por el tiempo se convierte en el nuevo clasicismo"