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Infraestructuras hidráulicas

Expectantes ante la presa de Alcolea: «Pasamos del negro al gris»

El sector agrícola onubense observa con inquietud y prudente esperanza los avances en la negociación; la obra, clave también para Doñana, duraría hasta 2029

La obra de la presa de Alcolea, al 23% de ejecución, permanece parada desde 2017 Huelva Riega

El sector agrícola de Huelva observa con inquietud y prudente esperanza los avances en la negociación para retomar las obras de la presa de Alcolea. Tras años de bloqueo institucional, la propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica a la Junta para que esta asuma la ejecución del proyecto ha reactivado una demanda histórica del regadío onubense. «Llevamos un camino tan largo y nos hemos llevado tantas decepciones que no confío. Hemos dado un paso muy importante en un año. Si no hemos pasado del negro al blanco, al menos hemos pasado del negro al gris», resume Fernando González, presidente de la Asociación Huelva Riega. La obra, paralizada desde 2017, representa para los regantes una solución urgente ante la escasez estructural de recursos hídricos. «El año pasado hicimos un estudio técnico en el que se veía que la cuenca tiene un déficit de 80 hm³, y la DANA de Valencia y las desastrosas consecuencias que tuvo vino a ayudar, hasta cierto punto. Porque ahora nos estamos perdiendo en encontrar un culpable por las acciones inmediatas que se debieron tomar en el momento y no estamos entrando en que por meras cuestiones ideológicas las obras que estaban planificadas en el Plan Hidrológico de la Cuenca del Segura estaban sin hacer porque la ministra no quería», afirma González.

Desde Huelva Riega se reconoce el gesto del Gobierno, pero se cuestiona la lentitud: «El Ministerio le ha enviado una propuesta de borrador a la Junta para que se encargue de la ejecución de la presa. Han tardado cuatro meses en hacerlo, que por muy largo que sea no justifica esa tardanza. Ahora la pelota está en el tejado de la Junta. Ha pasado ya un mes. Espero que estén haciendo su trabajo, porque en una semana se puede analizar y en otra hacer una contrapropuesta o aceptarla».

La falta de interlocución con los agricultores también genera recelo: «Hemos visto algunas partes del documento, pero ni el Ministerio ni la Junta han tenido la delicadeza de ponerse en contacto con nosotros para pedirnos opinión. No somos más que pobres administrados. Tenemos solo el derecho al pataleo». Los agricultores insisten en los beneficios de la presa. «Lo primero, la protección de zonas inundables. Lo segundo, reestablecer el equilibrio en la cuenca; y, luego, disponer de recursos incluso para la obtención de hidrógeno verde en Huelva. Se están lanzando las campanas al vuelo, pero si no hacemos esa obra y otras que están planificadas no habrá recursos».

Además, González señala un componente de seguridad ciudadana: «Uno de los fines de la presa de Alcolea es proteger a los términos municipales de Gibraleón y Huelva ciudad de las inundaciones que periódicamente provoca el río. Ya dijimos que si algún día el río Odiel se salía y había alguna víctima mortal, que nos buscasen culpables, que la culpable se llamaba Teresa Ribera». «La Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de la presa está aprobada y vigente», recuerda González, que también advierte de resistencias: «La presa sigue teniendo sus enemigos. Los colectivos ecologistas son contrarios a todo lo que signifique progreso. Y luego están los que quieren ganar dinero a costa de la presa. Ahí tenemos a dos profesores de la Universidad de Huelva que dicen que disponen de una técnica para descontaminar de metales pesados el lecho del río. Y yo me pregunto: ¿realmente es necesario descontaminarlo? Porque aguas abajo está el Paraje Natural de las Marismas del Odiel. Parece claro que cuando las filtraciones de metales pesados, que son de carácter ácido, se encuentran con masa de agua miles de veces mayores que ellas con Ph neutro los metales pesados se vuelven solubles y es lo que pasaría en la presa, que le caben nada más y nada menos que 200 hm³».

Aunque las reservas están actualmente en buen estado, González lanza una advertencia: «No veo justificados estos retrasos, porque Huelva no puede esperar. Es cierto que hemos tenido una primavera muy buena en precipitaciones y que ahora mismo las reservas del sistema están bastante bien. Pero eso no debe tranquilizar al político, al contrario, tiene que aprovechar que ahora que tenemos agua es cuando hay que hacer la obra, no cuando no la tengamos y debamos tomar decisiones rápidas y poco meditadas».

El presidente de Huelva Riega reclama ya una planificación presupuestaria: «Tendría que estar estudiando el borrador, pero al mismo tiempo mirando partidas y los precios de las partes que quedan por construir.. Tendrían que estar trabajando ya para acotar plazos». El grado de ejecución de la presa es del 23%, pero la parte ejecutada «imagino que necesitará algún tipo de restauración al llevar desde 2017 pasándole agua por encima», precisa. «Si con gestiones burocráticas se llevan un año, nos iremos a mayo de 2026, pero en ese momento la Junta tendrá que hacer los presupuestos para aprobarlos para los de 2027, 28 y 29. Si no se retrasa más, podría estar antes de 2030. Pero ojo que todavía no están de acuerdo, que han hecho un borrador y la otra parte tiene que contestar. A lo mejor el borrador está hecho para que no se acepte. Sería demasiado mala suerte para Huelva». Y concluye: «Los empresarios agrícolas llevamos dos años con restricciones, lo que supone una reducción del 25% de la superficie de cultivo y nuestro negocio, como los demás, necesita la seguridad de tener una materia prima tan importante como el agua. Y no olvidemos que Huelva no es una provincia que tenga una superficie de regadío demasiado alta, solo el 5%, y produce, eso sí, cuatro veces más que cualquier superficie de riego, por ejemplo, de la provincia de Sevilla desde el punto de vista económico y social».

El futuro de la presa de Alcolea, y con ella el del campo onubense, sigue pendiente. Mientras tanto, la incertidumbre continúa: «En resumen, ahora mismo estamos inquietos por la lentitud de las administraciones públicas y porque los detractores no paran de meter el dedo en el ojo con insidias y argumentos que son medias verdades y mentiras».