Opinión/ "El bloc"
El lobby de los hoteles
"Cuando una formación se anima a trabajar en un parlamento, en lugar de utilizarlo como ubre para financiar su actividad callejera u orgánica, salen cositas aprovechables"
Mientras Pedro Fernández, embajador plenipotenciario de su tocayo Sánchez, explica las virtudes de la quita de la deuda –el gordo para Cataluña y la pedrea para Andalucía en la lotería muy repartida que canta ese niño de San Ildefonso harto de bollycaos en que ha devenido Juan Espadas– y Juanma Moreno reniega de la limosna porque en nuestra hambre manda él, los post-comunistas (pero sin el post) de Adelante presentaron una interesante enmienda a los presupuestos autonómicos. Cuando una formación, hasta éstos, se anima a trabajar en un parlamento, en lugar de utilizarlo como ubre para financiar su actividad callejera u orgánica, salen cositas aprovechables. La implementación de la tasa turística que reclamó el portavoz José Ignacio García, aunque hubiese que corregir las paparruchadas del uso finalista que pretende darle (el rollo del cambio climático y otras supercherías propias de la zurdera pija, valga la redundancia), no mermaría en absoluto la competitividad del sector en la región. Calculan los izquierdistas, según un baremo muy razonable en función de la categoría de los establecimientos, que la medida ingresaría en el erario la bagatela de 176 millones anuales. Una propina, o sea, de entre 1,5 y 5 euros por pernoctación que no disuadirá a ningún visitante de venir, como demuestran casos testados desde hace años en Italia o el archipiélago balear. Entonces, ¿por qué no se cobra? Ahí está la madre del cordero, amigos: porque ese dinero deberían recaudarlo los hoteles y propietarios de viviendas turísticas, con cierta dosis de incomodidad y nulo beneficio para ellos. Igual que cualquier empresa o autónomo recauda el IVA, sólo que los hoteleros se han constituido en un lobby tan poderoso que la Administración trabaja directamente para ellos. Que se lo hagan mirar.
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