Entrevista

Pablo Vidarte: «Está en juego la vida que conocemos»

Forma parte de la lista Forbes y su empresa diseña ciudades biotecnológicas

El empresario Pablo Vidarte
El empresario Pablo VidarteLa RazónLa Razón

Pablo Vidarte es un sevillano incluido en la lista Forbes, que con «Bioo» diseña por medio mundo las ciudades biotecnológicas del futuro. Con solo veinte años ya formaba parte de la Lista Forbes under 30, Google le premió por la empresa mundial más disruptiva y para el Parlamento Europeo lidera el Top 50 de jóvenes innovadores. Es CEO de «Bioo», una empresa que fusiona tecnología y naturaleza para mejorar no solo el medioambiente sino la vida de la ciudadanía.

Aspira a crear un mundo biotecnológico.

Exactamente, esa es nuestra misión. Ciudades, parques, edificios biotecnológicos… aplicando tecnologías diferentes como generadores de energía. Por ejemplo, con baterías biológicas colocadas bajo tierra. Contienen una carga de microorganismos que actúan sobre la materia orgánica del suelo liberando electrones e hidrógeno, es decir, electricidad y agua.

Parece ciencia ficción.

Proyectamos lo que hace la naturaleza todos los días. Y es tan real como que posibilita una bajada de temperatura de hasta cuatro grados en un edificio, o que en menos de diez años alcances el retorno de la inversión de cualquier zona verde. Eficiencia medioambiental… pero también social y económica.

Me convence. Pero me vengo de nuevo arriba, además de con las baterías biológicas, con los interruptores biológicos.

No es para menos (risas). Basta con que nuestra mano toque una planta para activar luces, sonidos, pantallas o tocar el piano. David Guetta pinchó en una mesa de mezclas hecha solo de plantas. O incluso almacenar la memoria de la Humanidad en la propia naturaleza, conseguir una biblioteca viva con tecnología real.

Hablamos de una apuesta que ahorra agua y que reduce la temperatura. ¿Se aplica ya en la vida real?

Tenemos proyectos en diferentes continentes, varios países y cada vez más ciudades. En Barcelona estamos con un edificio capaz de ahorrar medio millón de litros de agua. En otros lugares colocamos los paneles alrededor o encima de una construcción aprovechando el calor para reducir hasta un 20% la factura de la luz. Al contrario, cuando hace frío subimos la temperatura.

Patrimonio biodiverso, menos temperatura y más agua. Lo bien que puede venirle todo esto a Doñana.

Es la tierra prometida a salvar. La biotecnología podría sería de gran ayuda porque el impacto de estas tecnologías no daña la flora ni la fauna.

¿Cree que somos conscientes a esta altura del partido de que el planeta está en juego?

El objetivo último es llegar a reducir el 1% de las emisiones de CO2 previstas para 2050. Sería como cubrir las diez áreas metropolitanas más grandes del mundo con este tipo de soluciones. Es la hora de la revolución biotecnológica como antes fue la industrial. ¿Quién quiere formar parte de esto? Nosotros sí. El planeta va a seguir, pero está en juego la vida que conocemos.

Luego están los negacionistas.

Bueno, también me fastidia la gente que utiliza el calentamiento global como su fuera una religión. Defendiéndolo a muerte sin conocerlo en absoluto, y no es blanco o negro. Si somos realistas no tenemos ni idea de cómo funciona el calentamiento global. Estamos en una fase de desconocimiento absoluto, incluso a nivel científico.

Para todo este cambio de paradigma el sistema educativo debe actuar como agente transformador. ¿Estamos en ello?

En España queda demasiado por conseguir. El profesorado no está reconocido ni bien pagado, como pasa por ejemplo en Singapur. No es cuestión de tener más profesores sino a los mejores. A los niños se les enseña poco a aprender de manera autodidacta. La administración educativa está politizada. Nos cuesta estar en la vanguardia.

Le estoy haciendo una videollamada a Barcelona, ha puesto en marcha un megaproyecto en Baleares. Usted que es visionario, ¿para cuándo será profeta en su tierra?

Buena pregunta, porque de hecho ya lo he intentado. Me es más fácil mover proyectos en varios países que en Sevilla, Málaga o cualquier parte de Andalucía. Se hacen la foto y no te dan un no rotundo, pero nadie se moja. ¿Por qué en Emiratos, Arabia Saudí o EE UU nos dicen sí? Me da rabia.