"El bloc"

Pastor de almas

"Quizá fue Savater o Marina o Juaristi u otro de esos españoles en vías de extinción por su funesto vicio de pensar, quien definió las autonomías como 'dictaduras de proximidad'"

Vista del emabalse de la Viñuela (Málaga), que oficialmente se encuentra en situación de sequía grave
Vista del emabalse de la Viñuela (Málaga), en situación de sequía graveJorge ZapataAgencia EFE

En el otoño de 2008, al término del anterior ciclo de sequía que sufrió esta tierra, cierto alcalde gastó una millonada en traer a Sevilla a Al Gore, vicepresidente USA reconvertido en predicador climático. Llevaba cuatro años sin llover y un radiante sol de octubre iluminaba el anuncio apocalíptico del yanqui, que auguraba miles de muertes por sed sahariana a partir del siguiente. Fue despegar de San Pablo su avión, naturalmente un jet privado, y abrirse los cielos en torrenciales borrascas que colmaron los pantanos: antes de Navidad, ya desembalsaban. Quizá fue Savater o Marina o Juaristi u otro de esos españoles en vías de extinción por su funesto vicio de pensar, quien definió las autonomías como «dictaduras de proximidad». El virrey regional, aquí y ahora Moreno Bonilla, no se quema con los dossiers ardientes del Gobierno de la nación (Interior, tensiones territoriales, inmigración…) y administra competencias de generosa dotación que lo convierte en un padrecito benefactor del pueblo (fomento de la identidad, servicios, políticas asistenciales, publicidad institucional: pesebres variados). En algún mojón de ese camino de santidad, los menos espabilados –arrullados por las loas de cientos de pelotas– degeneran en caudillo providencial. Germina una vocación de pastor de almas, siempre por nuestro bien: un día, en pandemia, prescribe abrir puertas agarrando el quicio el lugar del pomo y al siguiente, porque prefieren dedicar los recursos públicos a cuestiones más importantes que la hidrología –un talent show de flamenquito o medio millar de asesores, por ejemplo–, manda suplir la ducha refrescante o el voluptuoso baño de espuma por una ablución moruna, también conocida como lavado del gato. Y si no, amenaza con cortar el agua. En pleno siglo XXI. Tesquiyá ome.