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Pepe Berenguer, "alta costura" del Carnaval de Cádiz

A sus 86 años, este icónico sastre sigue creando disfraces que son verdaderas joyas

El sastre Pepe Berenguer, en su taller
El sastre Pepe Berenguer, en su taller La Razón

Entre alumbrados navideños, zambombas, chocolatadas y un sinfín de eventos de Navidad, Cádiz, silenciosa, se prepara ya para la mayor de sus fiestas, el carnaval. Será el 9 de enero cuando el templo de la copla carnavalesca, el Gran Teatro Falla, levante su telón para, como viene sucediendo desde hace siglos, dar rienda suelta al ingenio, la gracia y la ironía tras un año, el 2023, que ha dado mucho y bueno para la composición de letras y música.

A la espera de esa gran puesta en escena, en los talleres artesanos de la capital se respira un ambiente frenético, con jornadas intensas para que todo esté listo cuando a las agrupaciones les toque salir a escena. Es tiempo de pruebas de disfraces, de retoques y más retoques de pelucas, de perfilar maquillajes y de culminar esos forillos y carrozas que concentrarán a miles de gaditanos y visitantes en los distintos escenarios del carnaval.

Estrés carnavalesco del que se sabe, y mucho, uno de los sastres más grandes que ha dado el Carnaval de Cádiz y que a sus 86 años sigue ahí, entre bambalinas, dando puntadas de oro al disfraz de una de las agrupaciones más grandes, «permíteme que no lo revele», que ha dado el Carnaval de Cádiz.

Coetáneo de esa otra grande de los disfraces que ha dado la fiesta y que hace unos días fallecía, Pepi Mayo; Pepe Berenguer, instalado desde hace años en su taller de Vejer de la Frontera, es el gran representante de la alta costura del carnaval. «Lo mío con la sastrería fue una historia de amor desde el principio. Me inicié desde muy chiquillo de la mano de uno de los grandes, Manuel Barreiro Sánchez, con el que aprendí infinidad de cosas sobre una profesión que, cada día, me fue atrapando más y más». Poco después, recuerda, «me llamó toda una eminencia en la sastrería gaditana, Delfín. Yo sabía hacer de todo (ojales, pegar mangas, filos, planchar, etc.) y eso hacía que fuese muy valorado».

Saber hacer que, llegado el momento de realizar el servicio militar, le llevó a un destino, Madrid (sastrería del Ministerio de Defensa), que, casi sin saberlo, le abriría las puertas de un mundo desconocido hasta entonces para él y que, años más tarde, enriquecería su sastrería carnavalesca.

«En Madrid tuve el gran privilegio de trabajar con grandes de la costura cinematográfica, teatral y de la zarzuela como Antonio Pajares y Santiago Pelayo, además de en el taller de Cornejo». Cuenta que «era un mundo totalmente desconocido para mí, pero, a su vez, apasionante y enriquecedor para mi carrera». Aunque entonces, apunta, «no era consciente, se trataba de un arte de la costura que estaba muy próximo al carnaval; ya que si por algo se caracteriza nuestra fiesta, es porque sobre el escenario, más allá de la letra y la música, se produce una teatralización, con infinidad de personajes e historias».

Tras su enriquecedor periplo madrileño, «regresé con más ganas e ilusión por la sastrería». Pepe Berenguer se estrenó en las tablas del Gran Teatro Falla (1975) con «Animadores de Cabaret», comparsa de Luis Ripoll. «Para mí fue una experiencia muy gratificante, tanto que, hasta hoy, ha marcado gran parte de mi vida como sastre». Así, tras «Animadores de Cabaret», vinieron otras muchas agrupaciones para alguien que, en un mismo año, llegó a confeccionar los tipos de «cuatro coros, ocho comparsas, tres chirigotas y un cuarteto. Una auténtica locura».

«A mí siempre me ha gustado innovar tanto en confección como en nuevos tejidos. Es más, fui el que introdujo la lentejuela, el lamé y el terciopelo en los disfraces», señala. Sastre de cabecera de grandes de la fiesta como Julio Pardo y El Selu, iconos de coros y chirigotas de leyenda; Pepe Berenguer no lo ha dejado: «Esto es lo que me da vida», crear y confeccionar auténticas joyas, siendo el gran referente de la alta costura del Carnaval de Cádiz.

Pasión por el mundo de la sastrería que, incluso, le ha llevado a crear el traje típico de piconera y a convertirse en uno de los sastres más apreciados y solicitados por la doma vaquera, vistiendo a jinetes punteros tanto de España como de Italia.

Dispuesto a seguir dando puntadas «hasta que el cuerpo aguante», Pepe Berenguer sigue abriendo todos los días su taller de Vejer de la Frontera junto a quien considera su gran tesoro tanto en lo profesional, porque «es una brillante profesional», como en lo personal, su mujer Manoli Jiménez.