"Méritos e infamias"

De Rota a Arequipa

"Encumbraditos, según el signo político de los tiempos, pasan de antisistemas y reivindicativos a ocupar suculentos cargos públicos por el método digital del enchufe"

Joaquín Sabina y el presidente del Instituto Cervantes, Luis García Montero
Joaquín Sabina y el presidente del Instituto Cervantes, Luis García MonteroJuan Carlos HidalgoAgencia EFE

Luis García Montero, en tiempos de nombrar los premios Nobel, pone la mecha para dinamitar, cargarse y cagarse en el X Congreso Internacional de la Lengua Española en Arequipa. Me alegro que existan este tipo de dimes y diretes culturales, pero lamento que la diana haya sido la RAE y su director, Santiago Muñoz Machado. Bastante se ha escrito en las últimas horas sobre las chorradas dichas por el catedrático granadino para describir más obviedades sobre su persona, personalidad y obras. Siempre le he respetado como intelectual, como poeta y algo menos como novelista, que creo que es donde flaquea su producción. Sin embargo, nunca he podido asimilar su militancia a una camarilla «cultureta» donde siempre entran los mismos, para charlar siempre de ellos mismos, aplaudirse siempre ellos mismos y criticar siempre a los otros mismos. Hasta el punto de crear una suerte de «clan roteño» veraniego, al más puro estilo Bloomsbury meridional, y hacernos ver que nadie antes de su llegada había abierto un libro entre la Ballena y las Tres Piedras. Conozco bien el «círculo exterior» de agradadores, pelotas y aplaudidores de los Sabina, Prado y compañía que cada año se postra ante sus ilustradas plantas para acariciar las suelas de sus chanclas y contarlo luego. «Estuvimos con Luis, Joaquín y Almudena», qué tostón de verdad, pero supongo que debemos de agradecerles sus estancias en el Sur, donde nos cogen mayetos y nos sueltan oxonienses tras varias noches de poemillas, güisquis y viento de levante. A cada cual su santo, pero esta artificiosidad endogámica de genios reunidos al calor del estío, sólo describe la soledad y el cainismo de un tipo de español empeñado en orillar a los demás mientras se mira su olvido. Encumbraditos, según el signo político de los tiempos, pasan de antisistemas y reivindicativos a ocupar suculentos cargos públicos por el método digital del enchufe. En el suyo, concretamente, publicado en el Real Decreto 933/2018 por indicación directa de Pedro Sánchez. En el caso de Santiago Muñoz Machado, lo es por la vocación democrática de los académicos españoles. Que un granadino le monte este numerazo a un cordobés en el Perú a las puertas de un congreso demuestra lo alejados que vivimos hoy en España. Tanto como esos elitistas veraneos distan de la realidad cultural gaditana.