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Aves

¿Por qué los búhos pueden dar la vuelta a la cabeza y las personas no?

Este depredador nocturno posee una característica singular que le da visión de 360 grados

Dos búhos pequeños PEXELS (Sharath G.)

No hace falta viajar a otros planetas de ciencia ficción para descubrir formas de vida de lo más singulares y extravagantes, en la propia Tierra disponemos ya de todo tipo de fauna y flora con características muy particulares. Esta semana ya hablábamos en LA RAZÓN sobre el increíble cuello de las jirafas, que puede medir varios metros de largo.

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Comparte espacio con nosotros una inmensa diversidad de animales que, si bien no solemos reparar en ellos porque forman parte de nuestro día a día, tienen unas capacidades físicas espectaculares. Al frenar y reparar en ellos más de cerca por un instante, observamos la compleja 'autotomía caudal' de las lagartijas para deshacerse de su cola o las intrincadas redes que tejen las arañas con un hilo mil veces más fino que nuestro cabello.

Por qué las arañas no se quedan atrapadas en las telarañaslarazon

Todo ello es posible solo gracias a unos órganos o modificaciones corporales sumamente específicas a las que esta fauna ha llegado tras muchos años de evolución y mutaciones genéticas. Algunas de estas adaptaciones les permiten a algunos animales realizar ciertos actos que para un humano, el ser supuestamente más inteligente conocido, serían impensables.

¿Por qué los búhos pueden dar la vuelta a la cabeza y las personas no?

Un perfecto ejemplo de ello lo encontramos en una de las aves rapaces más comunes en la Península Ibérica: los búhos. Estos pájaros pertenecen al orden Strigiformes, un grupo que comprende alrededor de 200 especies, que se encuentran distribuidas por todo el mundo. Estas aves son depredadores altamente especializados, conocidos por su aguda visión nocturna, su audición excepcional y su capacidad de girar la cabeza en ángulos asombrosos.

Los búhos pueden llegar a rotar la cabeza hasta 270 grados, en ambas direcciones, lo que les permite mirar hacia atrás sin mover el cuerpo, a diferencia de los humanos. Mientras que las personas tenemos siete vértebras cervicales, estas aves poseen catorce, lo que les proporciona una flexibilidad muy superior en esta zona del cuerpo.

Además, tienen otras adaptaciones anatómicas para permitirles dar la vuelta a la cabeza de esa forma. Sus arterias carótidas, por ejemplo, cuentan con unos 'reservorios de sangre'. Esto les permite mantener el flujo sanguíneo al cerebro incluso cuando giran la cabeza a extremos que cortarían la circulación en otras especies.

Un búho real, fotografiado la pasada semana en un zoo de Sudáfrica / Efelarazon

Por otra parte, las conexiones entre sus vértebras son más laxas y permiten un rango de movimiento mayor sin causar daño, algo que para los humanos sería impensable. A pesar de contar con una excelentísima visión, los búhos no tienen la capacidad de mover los ojos dentro de sus órbitas, pero lo compensan con esta gran movilidad de cuello.

Dependen enteramente de la rotación de sus vértebras para observar a su alrededor, pero gracias a su increíble adaptación poseen visión completa en 360 grados. Este es el motivo de que parezca que mantienen la mira de forma tan intensa y penetrante. En diversas culturas, han sido considerados signos de sabiduría, misterio o incluso presagios de guerra.

Curiosidades sobre los búhos:

  • Visión nocturna privilegiada. Sus ojos son grandes y cilíndricos, lo que les permite captar la máxima cantidad de luz en la oscuridad. Además, tienen una alta concentración de bastones, las células responsables de la visión en condiciones de baja luz.
  • Audición asimétrica. Sus oídos están situados a diferentes alturas en el cráneo, lo que les permite calcular con gran precisión la ubicación de sus presas incluso en la oscuridad total.
  • Vuelo silencioso. Sus plumas tienen bordes dentados que reducen el sonido del aleteo, permitiéndoles cazar sin ser detectados.
  • Capacidad de camuflaje. Algunas especies de búhos tienen plumas con patrones que imitan la corteza de los árboles, permitiéndoles mezclarse con su entorno y pasar desapercibidos ante depredadores y presas, casi indetectables.
  • Comunicación única. No todos los búhos ululan; algunas especies emiten silbidos, chasquidos e incluso sonidos similares a ladridos para comunicarse con otros búhos o ahuyentar a intrusos.