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Sociedad

Saturados, sin recursos y al borde del colapso: así viven los refugios de animales en México

Siete de cada diez perros viven en la calle en México, una crisis de abandono que desborda por completo los refugios y obliga a los voluntarios a endeudarse para poder seguir rescatando a los animales abandonados

Imagen de un perro en una perrera Getty images

Más de tres mil animales han esquivado un destino fatal en México. En concreto, la labor de iniciativas ciudadanas como la Fundación RescataCan ya ha logrado encontrar un hogar definitivo para 1.800 perros y 1.400 gatos que, de otro modo, engrosarían las dramáticas cifras del abandono en el país norteamericano. Un pequeño triunfo que arroja algo de luz sobre una crisis de enormes proporciones.

El éxito de este proyecto no se basa en la construcción de un gran albergue centralizado, sino en un modelo mucho más personal y sacrificado. La organización ha tejido una red de casas de acogida, hogares de voluntarios que llegan a convivir con una media de entre 25 y 30 perros. Es un esfuerzo logístico y humano extraordinario que constituye la primera línea de batalla contra el colapso de los servicios de protección animal.

De hecho, la situación en México es crítica. Se ha convertido en el país con más mascotas sin hogar de toda América Latina, un triste récord que se sustenta en cifras desoladoras. Se calcula que de los 28 millones de perros que hay en su territorio, un abrumador 70 % sobrevive como puede en las calles, un problema que, según informa el medio Infobae, satura por completo los refugios existentes.

La respuesta ciudadana ante un problema desbordado

En el origen de esta superpoblación se encuentra un factor eminentemente social y cultural: la escasa conciencia sobre la esterilización. Esta falta de previsión alimenta un ciclo de reproducción incontrolada que agrava la crisis año tras año, dejando a los activistas como único dique de contención frente a una marea constante de nuevos abandonos.

Por otro lado, la lucha de estos rescatistas es titánica y se sostiene sobre cimientos muy precarios. La crónica falta de recursos económicos les obliga a depender casi en exclusiva de donaciones privadas. Muchos de ellos se ven forzados a recurrir a sus propios fondos, llegando incluso a endeudarse para poder seguir adelante con una labor que las instituciones no cubren. A esto se suma la cruel práctica de abandonar camadas a las puertas de sus ya saturados refugios.

Asimismo, en esas casas de acogida temporales cada animal rescatado inicia su camino hacia una nueva vida. Allí reciben una valoración veterinaria completa, son esterilizados para cortar el ciclo de abandono y comienzan un proceso de adiestramiento fundamental. El objetivo final es prepararlos para que su integración en una familia adoptiva sea un éxito y, esta vez sí, para siempre.