Arte
La cueva de arte rupestre que no te puedes perder en Asturias
Es uno de los mayores conjuntos paleolíticos del mundo y cierra a finales de este mes
La Cueva de Tito Bustillo es uno de los mayores conjuntos rupestres del arte paleolítico a nivel mundial. En julio de 2008 fue declarada, junto a otras cuatro cuevas asturianas y doce más de Cantabria y el País Vasco, Patrimonio de la Humanidad por sus extraordinarias manifestaciones de arte rupestre paleolítico. Ubicada en el concejo de Ribadesella, en otoño el plan perfecto es aprovechar para visitar la cueva y disfrutar también de otros encantos que ofrece el municipio, como sus playas, pasear por el muelle, visitar la capital del concejo y recorrer sus calles disfrutando de sus callejuelas con casitas de colores, disfrutando también de la espectacular arquitectura indiana y subir a la ermita de la Guía, que ofrece unas vistas espectaculares sobre el Cantábrico y sobre la propia villa marinera.
La Cueva de Tito Bustillo fue descubierta en 1968. El Comité de Patrimonio Mundial, que reconocía el arte rupestre paleolítico de Altamira desde 1985, extendió esta declaración a otras 17 cuevas del norte de España, entre ellas la de Tito Bustillo.
La cueva estará abierta hasta finales de este mes, con lo que hay que aprovechar la ocasión ya que en noviembre las instalaciones se cierran hasta marzo del próximo año. Para preservar la conservación al máximo solo se permite la entrada, como máximo, de 150 personas al día, y lo harán en grupos de quince personas.
Ubicada en el macizo de Ardines, forma parte de un conjunto kárstico situado cerca de la desembocadura del río Sella, en el que destacan también otras cuevas como la de La Lloseta o la de Biesca.
Consta de un único túnel de 700 metros de longitud. Sus pinturas están organizado en once grupos, con más de 100 representaciones grabadas y pintadas que corresponden a dos fases históricas, una premagdaleniense (signos en rojo y algunas figuras de animales) y otra magdaleniense, con varios zoomorfos y diferentes técnicas.
En la cueva de Tito Bustillo, las representaciones rupestres varían según las distintas épocas y se superponen entre sí, dependiendo de las preferencias de quienes habitaron la cueva entre el 22.000 y el 10.000 antes de Cristo. Pero el visitante queda fascinado por la belleza de los caballos y los renos que, gracias al uso de diferentes pigmentos y al raspado de los contornos, consiguen una extraordinaria y llamativa sensación de policromía.
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