Hospitales

El Programa del Paciente Frágil evita el deterioro funcional de las personas mayores

Según los primeros resultados, esta iniciativa disminuye la estancia de los enfermos en más de un día y reduce la mortalidad un 2%

El programa se puso en marcha en 2017 en el Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid (y replicado en otros tres centros) y de él ya se han beneficiado más de 700 pacientes
El programa se puso en marcha en 2017 en el Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid (y replicado en otros tres centros) y de él ya se han beneficiado más de 700 pacienteslarazon

Según los primeros resultados, esta iniciativa disminuye la estancia de los enfermos en más de un día y reduce la mortalidad un 2%

Evitar el deterioro funcional en los pacientes mayores ingresados durante su estancia hospitalaria por una enfermedad o problema de salud es fundamental para que su situación funcional al alta sea lo más parecida posible a la que tenían en el domicilio de forma previa a su hospitalización. Éste es el principal objetivo del Programa del Paciente Frágil puesto en marcha en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (y replicado igualmente en los hospitales universitarios Rey Juan Carlos (Móstoles), Infanta Elena (Valdemoro) y General de Villalba, todos ellos en la Comunidad de Madrid, «y lo que está consiguiendo en los alrededor de 700 pacientes incluidos en el programa entre los cuatro centros tan sólo unos meses después de su implementación, a tenor de los primeros resultados obtenidos», asegura Javier Martínez Peromingo, geriatra y coordinador de la iniciativa.

La necesidad de este programa responde a una evidencia científica según la cual más del 30% de las personas mayores empieza a sufrir deterioro de la movilidad o delirium durante las hospitalizaciones tan sólo 48 horas después del ingreso, debido a que el 95% del tiempo están en cama o en un sillón, reduciéndose a uno de cada cuatro pacientes los que caminan durante la hospitalización, pese a que menos del 5% tiene indicaciones médicas de reposo en cama.

«Todos los que trabajamos con personas mayores hemos visto pacientes hospitalizados que, aunque se curan de la enfermedad por la que ingresaron, cuando salen del hospital ya no caminan o se han vuelto incontinentes», explica el especialista. Este proceso está íntimamente relacionado con la fragilidad, un síndrome asociado al envejecimiento que se define por tener una reserva funcional disminuida y una mayor vulnerabilidad a situaciones de estrés como una hospitalización.

Actuación

Para luchar contra este riesgo, el Programa del Paciente Frágil se basa en tres pilares. La identificación precoz de las personas que más riesgo tienen de presentar deterioro es el primero de ellos. El programa se inicia cuando el paciente llega a Urgencias y tiene que ingresar en el hospital. En ese momento la enfermera determina cuál es su situación funcional en el domicilio mediante la aplicación de la escala de Barthel. Si el resultado de esa valoración es de entre 30 y 70 (dependencia leve-moderada), el paciente es incluido en el programa.

El segundo paso es aplicar una estrategia específica para evitar el deterioro funcional en el paciente. «Al pasar por un hospital como pacientes nos damos cuenta de que implica una adaptación a unos horarios (medicación, comidas, horas de sueño...) que no son los que la mayoría de las personas tenemos», apunta Martínez Peromingo, añadiendo que «esto que en un joven no deja de ser una molestia, en una mayor puede producirle un perjuicio, por lo que hemos tenido que adaptar nuestra forma de trabajar a esos pacientes, y no al revés».

De esta forma, se favorece el descanso nocturno modificando (siempre en consenso con el equipo médico) los horarios de administración de la medicación, la toma de muestras, constantes y otros cuidados que suelen realizarse a última hora de la noche o a primera hora de la mañana; se promueve la continencia con programas de micción programada, acompañando a los pacientes al cuarto de baño cuando lo precisan; se realiza la higiene diaria en el baño y no se hace uso de los pañales en pacientes continentes.

En este apartado, también se previene el deterioro funcional a través de un programa de movilidad por turno, incentivando a los pacientes a caminar por la unidad en cuanto su situación clínica lo permite. «En el convencimiento de que la movilidad de estas personas es una constante más, hemos instalado unas tabletas en cada cama y, al ingreso del paciente, se le coloca una pulsera de monitorización que se vincula a estas tabletas, transfiriendo a la historia clínica los pasos que anda, la frecuencia cardiaca y las horas de sueño diariamente», relata el especialista. Este sistema, que aprovecha las nuevas tecnologías en beneficio de la salud, sirve de motivación al paciente, sobre todo para la movilidad y ha conseguido que el personal haya normalizado la inclusión de la actividad física como parte del tratamiento».

Por último, se ha implantado un plan de prevención del delirium para disminuir el riesgo de cuadro confusional en estas presonas, en el marco del cual se fomenta la presencia de objetos personales (fotografías, zapatillas de casa, etc) y todas las habitaciones cuentan con un reloj y un calendario para que los pacientes estén orientados en tiempo.

Resultados de eficacia

Los primeros resultados obtenidos desde el inicio de su implantación en 2017 «son muy buenos y la mejor prueba del éxito del programa», según confirma Martínez Peromingo, quien añade que «según un estudio puesto en marcha que compara las medidas enmarcadas en la iniciativa con las convencionales, se está obteniendo una «disminución de la estancia en más de un día y una mortalidad un 2% menor, además de los previsibles resultados de menores úlceras por presión y mejor situación funcional al alta».

Los cuatro centros madrileños en los que ya funciona esta iniciativa aportan, además, innovación frente a experiencias previas similares implementadas en otros de España y Europa, ya que este programa consigue integrar la medida de la movilización a través de dispositivos «wearables» en la práctica médica habitual.

Asimismo, este nuevo modelo convierte a todos los actores que participan del mismo en «corresponsables» de la mejora de los pacientes, desde los celadores a los auxiliares, involucrando en realidad a todo el personal de hospitalización e, incluso, los familiares de los pacientes, cuya implicación en el programa es fundamental e imprescindible. Y es que «todos somos necesarios», concluye el doctor Martínez Peromingo.