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La «mutación» del tabaco amenaza a los jóvenes

Cigarrillos electrónicos y sin combustión, las nuevas formas de adicción a la nicotina

De izquierda a derecha, Javier Ayesta, Regina Dalmau, Serafín Romero, Francisco Rodríguez Lozano, Maite Pagazaurtundúa y Ana Fernández / Alejandra Ruiz-Hermosilla
De izquierda a derecha, Javier Ayesta, Regina Dalmau, Serafín Romero, Francisco Rodríguez Lozano, Maite Pagazaurtundúa y Ana Fernández / Alejandra Ruiz-Hermosillalarazon

Cigarrillos electrónicos y sin combustión, las nuevas formas de adicción a la nicotina

«Cuando fumas eres un esclavo y no te das cuenta hasta que lo dejas». Son palabras de la eurodiputada Maite Pagazaurtundúa, que empezó a fumar en la adolescencia y sólo su delicada salud la llevó a dejar el tabaco tras 16 años. Aún así, se considera «una adicta que no fuma». Pagazaurtundúa fue la anfitriona de la presentación en el Parlamento Europeo de la «Declaración de Madrid 2018 para el avance de la regulación del tabaco en España» de la mano de los representantes del movimiento ciudadano de control del tabaco en España, los colegios profesionales sanitarios y más de 60 sociedades científicas y asociaciones de pacientes. La «Declaración de Madrid» es, en palabras del presidente del European Network for Smoking and Tobacco Prevention (ENSP), Francisco Rodríguez Lozano, el conjunto de «conclusiones de la conferencia internacional celebrada en junio y constituye un manual de buenas práctica».

Durante la presentación en Bruselas se expusieron las cifras del tabaquismo y las nuevas amenazas para los más jóvenes. Cada año 50.000 personas mueren en España por enfermedades relacionadas con el tabaco, que es la primera causa de muerte evitable. El 25% de la población adulta en España fuma y la prevalencia ha descendido desde la entrada en vigor de la ley de 2010, pero con un frenazo en los últimos. De ahí la necesidad de evitar la autocomplacencia y poner en marcha nuevas medidas.

Serafín Romero, que intervino como presidente de la Organización Médica Colegial (OMC) y en representación de las organizaciones profesionales de Enfermería, Farmacia, Psicología y Odontología, se mostró partidario de poner en marcha una de esas nuevas medidas: la universalización en el sistema sanitario público español de los tratamientos para dejar de fumar porque «se consume más tabaco en los sectores económicamente más desfavorecidos». En este momento, añadió Rodríguez Lozano, «en algunas regiones se están financiando estos tratamientos y en otras, no».

Otra de las medidas que propone la «Declaración» es el etiquetado genérico de los paquetes de cigarrillos, pero la más eficaz es «subir el precio del tabaco, revisar la fiscalidad y aplicarla a todos los productos del tabaco». Hace ese matiz Romero sobre «todos los productos del tabaco» porque, en palabras de Regina Dalmau, cardióloga y presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), «el tabaquismo muta debido a que el gran enemigo –la industria del tabaco– busca nuevas fórmulas para mantener las cifras de adictos a la nicotina. Con ese objetivo se han lanzado al mercado los cigarrillos electrónicos o los de no combustión». En declaraciones a A TU SALUD, Dalmau advierte de que estamos ante «una epidemia mutante de productos muy heterogéneos, con muchos intereses detrás y con estrategias de marketing muy potentes que aprovechan la desregularización actual para crear una moda y asentarse. En EE UU tienen un grave problema de salud pública porque los adolescentes se han aficionado de forma dramática a los dispositivos liberadores de nicotina como el ‘juul’, un producto atractivo, novedoso, con sabores agradables y altas dosis de nicotina que ha generado una cantera de adictos. Por eso defendemos que, entre otras medidas, se pongan en marcha campañas de concienciación para desnormalizar el consumo de estos productos. Pero tengo la sensación de que siempre hay freno más arriba, a nivel político».

Preguntado sobre estas cuestiones, Esteve Fernández, epidemiólogo y director de la Unidad para el Control del Tabaco del Instituto Catalán de Oncología, coincidió en que «estamos en un momento de cambio porque han aparecido alternativas al tabaco que, de forma tendenciosa, se venden como más sanas que el tabaco (cigarrillos electrónicos, formas de tabaco calentadas, pipas de agua, etc.). Todo el marketing que se ha aplicado a estos productos es el mismo que se aplicó hace 20 o 30 años para el tabaco y la diana es la población adolescente y joven. Usan las redes sociales, los “influencers” en Instagram. Estas novedades conllevan problemas porque la nicotina es adictiva y no es inocua (tiene efectos cadiovasculares y procancerígenos). Entre el 50-70% de los usuarios de estos productos sigue fumando tabaco tradicional. Está perfectamente descrito que los cigarrillos electrónicos son una puerta de entrada al tabaquismo entre los jóvenes, de retorno para los exfumadores y de renormalización social del consumo de tabaco. Por todo ello reivindicamos que se regulen igual que el tabaco tanto en su fiscalidad como en la prohibición de su consumo en los mismos lugares».

Cajetillas a 20 euros

La medida más eficaz para reducir el número de fumadores es subir mucho, y de manera brusca, el precio del tabaco e igualar la fiscalidad de todos sus productos (cigarros, picadura, IQOS o de no combustión, electrónicos). En esto coincide con todo el movimiento ciudadano de control del tabaco en España. Por eso promueven duplicar en nuestro país el precio de las cajetillas siguiendo el modelo francés que, en sólo un año, ha logrado que un millón de personas dejen de fumar tras establecer el precio del paquete de cigarrillos en ocho euros para subirlo a diez euros antes del año 2020.