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«Las mujeres sedentarias tienen mayor riesgo de padecer cáncer de mama»

Elena Oliete, medico adjunto de la Unidad de Hospitalización Domiciliaria del IVO, y Olga Pons, médico especialista en Oncología Radioterápicaca de La Fe

Las doctoras Oliete y Pons trabajan en el estudio sobre el «Ejercicio y cáncer de mama» / Foto: Kike Taberner
Las doctoras Oliete y Pons trabajan en el estudio sobre el «Ejercicio y cáncer de mama» / Foto: Kike Tabernerlarazon

El Instituto de Investigación Sanitaria La Fe (IIS La Fe), la Fundación IVO, la Asociación de Gestores Deportivos Profesionales de la Comunitat Valenciana y la Fundación Trinidad Alfonso están llevando a cabo el estudio clínico «Ejercicio físico y cáncer de mama». Las doctoras Elena Oliete y Olga Pons trabajan en él y nos cuentan el para qué de este estudio.

-¿Qué es lo que busca este estudio?

-Elena Oliete (E. O.): Nuestro objetivo era conseguir que mujeres que habían superado un cáncer de mama incorporasen el ejercicio en su vida. El estudio pretende aumentar la adherencia al ejercicio físico a través de una intervención programada desarrollada y supervisada por un licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, previa valoración de cada participante por un equipo multidisciplinar (compuesto por médico y enfermera), tras la que las mujeres serán capaces de establecer una rutina física basada en los conocimientos adquiridos.

- ¿Cómo se llevará a cabo?

-Olga Pons (O. P.): En el estudio participan 60 mujeres (que han finalizado su tratamiento y cumplen unos criterios de inclusión específicos para este protocolo) que se han distribuido de manera aleatoria en dos grupos de 30 participantes cada uno. El primer grupo realizará la intervención (consistente en un total de 16 sesiones durante ocho semanas en las que se les enseñarán distintas pautas de ejercicio, su correcta ejecución adaptado a cada nivel...); el segundo grupo (integrado por mujeres de similares características) no realizará ninguna actividad física distinta a la habitual que cada una de ellas hiciera previamente. Las 60 mujeres serán valoradas al mes, a los tres y a los seis meses de finalizar la intervención para poder compararlas y ver si la intervención ha conseguido los objetivos propuestos.

-¿Qué papel juega el ejercicio físico en la prevención del cáncer?

-E.O: La prevención primaria (la que se realiza para evitar que aparezca una enfermedad) es fundamental en muchas patologías, entre ellas el cáncer. El ejercicio físico es una de las herramientas fundamentales dentro de esta prevención, que está al alcance de todos una vez somos conocedores de su papel beneficioso. Sabemos que las mujeres sedentarias tienen mayor riesgo de padecer cáncer de mama. La población femenina tiene hasta un 71% más de riesgo de padecer cáncer de mama que aquellas que siguen las recomendaciones internacionales sobre ejercicio físico. Pero también somos conocedores de que, tanto la dieta sana como la práctica habitual de ejercicio reducen la incidencia, es decir, la aparición de esta enfermedad. Tener unos hábitos de vida saludables siguiendo las recomendaciones del Código Europeo Contra el Cáncer nos ayudará a evitar la aparición de muchos tumores y otras enfermedades como las cardiovasculares, que son las de mayor prevalencia en la población general. Algunas de estas recomendaciones son evitar el tabaco y el alcohol, realizar ejercicio a diario, mantener un peso adecuado con una dieta equilibrada, evitar una exposición excesiva al sol, evitar la exposición a las radiaciones, participar en programas de vacunación y programas de «screening» adecuados a nuestros grupo de edad y riesgo o promover la lactancia materna, entre otras.

-¿Es beneficioso practicarlo durante el tratamiento?

-O. P: Beneficioso y recomendable, ya que el ejercicio físico permite disminuir los efectos secundarios que aparecen como consecuencia de los tratamientos y también mejoran la tolerancia a los mismos. Mantenerse activo durante el tratamiento siempre es recomendable, pero también hay que saber adaptarse en cada momento a la realidad de tu cuerpo. En algunas ocasiones habrá que parar un poco y tomar conciencia de cómo nos encontramos y en otras tendremos que intentar ver que somos capaces de hacer un poco más de lo que pensamos. Por ejemplo, después de una cirugía con extirpación de los ganglios axilares hay ejercicios especialmente recomendables para favorecer el drenaje, o en el momento del tratamiento con radioterapia es preferible evitar la natación. Durante la terapia es necesario preguntar a nuestro médico sobre esto.

-En caso afirmativo, ¿qué porcentaje de mujeres lo practican?

-E.O: El porcentaje de mujeres que practica ejercicio físico continúa siendo muy bajo. A nivel de población general sabemos (según datos aportados por estudios) que sólo el 46,9 por ciento de las mujeres españolas realiza algún tipo de actividad física y también conocemos que ese porcentaje disminuye considerablemente ante el diagnóstico de un cáncer de mama y tras el tratamiento (entre un 24-50 por ciento). Debemos plantearnos cuáles son las causas y los determinantes que nos llevan a estas cifras. Siendo conocedores de los beneficios del ejercicio físico debemos ser capaces de hacer llegar esta información a nuestras pacientes y de generar el cambio en ellas.

-¿Cómo ayuda durante la recuperación?

-O. P: Ayuda significativamente. Mejora la calidad de vida de las mujeres que lo practican; produce mayor sensación de bienestar y mejora la calidad del sueño; disminuye la fatiga que sienten tras haber finalizado los tratamientos; mejora su tolerancia al esfuerzo lo que posibilita la normalización de sus rutinas; fortalece su sistema inmunitario; les ayuda a mantenerse en un peso adecuado, lo que es claramente saludable; mejora la capacidad cardiorrespiratoria y la movilidad articular... Y todos estos beneficios incrementan su autoestima.

-¿Existe algún tipo de ejercicio más beneficioso que otro?

-E.O: De manera general insistiré en que debe ser pautado en un entorno profesional y multidisciplinar, de forma individualizada, adaptado a cada nivel y siempre basado en la evidencia científica. También debe ser sostenible y poder mantenerse en el tiempo. La OMS aconseja realizar, como mínimo, 150 minutos de actividad moderada a la semana (por ejemplo en cinco sesiones de treinta minutos) o 75 minutos de actividad vigorosa (distribuidos por ejemplo en tres sesiones de 25 minutos). Hablar de mínimos nos deja espacio para mejorar, pero nos señala también un objetivo a conseguir.

-¿Qué tabúes o falsas creencias existen alrededor de este asunto?

-O. P: Existe falta de información además de considerables barreras. Parece que los profesionales no somos capaces de llegar a todos nuestros pacientes y contarles la evidencia disponible sobre los efectos beneficiosos del ejercicio, aún hay muchos que son desconocedores de esta herramienta terapéutica. Las barreras son varias: por un lado la mujer que está en tratamiento por un cáncer de mama o aquella que ya lo ha finalizado y quiere comenzar a hacer ejercicio físico, necesita ser asesorada por un profesional, a veces tampoco dispone de instalaciones deportivas accesibles en su entorno, también puede sentirse más frágil y con menor forma física lo que retrasa la puesta en marcha.