Ciencia

¿Un mundo sin Ciencia?

El ex secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y ex secretario general de Sanidad desgrana el impacto de la Ciencia en nuestra medicina diaria

Las soluciones a nuestros problemas sanitarios no se improvisan de un día para otro
Las soluciones a nuestros problemas sanitarios no se improvisan de un día para otrolarazon

¿Ha necesitado alguna vez, usted o alguno de sus familiares, atención médica? ¿No? No se preocupe. La necesitará. Y no será por lo que le decía un buen colega, psiquiatra norteamericano, a algún paciente: «Usted no está enfermo porque a lo suyo aún no le hemos puesto nombre, pero le veo mañana a la misma hora». No. Lo suyo tiene nombre, y si todavía no lo padece, lo padecerá. Uno puede creer ingenuamente que donde se encuentra hoy, especialmente si goza de una situación de aparente seguridad, es la estación de destino donde va a permanecer eternamente. Error. Esté donde esté, está en tránsito, a lo sumo será una parada en su camino. A veces, una parada extraordinariamente efímera.

El ser humano es así: un ser imperfecto abriéndose paso entre las procelosas aguas de un mar de amenazas. Y nuestra línea de vida, en lenguaje marinero, es la Ciencia, y en particular la investigación biomédica. Pero nos lo tenemos que tomar en serio. Olvídese. Su problema no es su vecino, ni su compañero de trabajo, ni el partido del domingo, ni el político que acaba de elegir. Cuando le diagnostican una enfermedad, y esa patología es grave, su preocupación es usted, su futuro y el de su familia.

Las soluciones a nuestros problemas sanitarios no se improvisan de un día para otro. Éstas se preparan durante mucho tiempo, día a día, en un proceso de mejora continua. Ser consciente de eso y actuar consecuentemente tiene un gran mérito, especialmente cuando cualquier cosa puede parecer más perentoria, como qué sillón ocupa quién en el Consejo de Ministros, o qué efecto va a tener tal o cual decisión en la próxima convocatoria electoral. Esos recursos hay que crearlos. Eso es lo que hace la ciencia.

La Humanidad, como tal, lleva miles de años sobre la faz de la tierra, pero la totalidad de los avances médicos significativos se han producido en los últimos 70. Gracias a ellos, hemos duplicado en poco menos de un siglo nuestra esperanza de vida. A finales del siglo XIX, uno tenía suerte de llegar vivo a los 40 años. Hoy mucha gente supera los 80. Y en gran medida eso se debe a la Ciencia, a la investigación biomédica y, especialmente, a la investigación farmacológica, empezando por los antibióticos y llegando a los más complejos tratamientos disruptivos moleculares y celulares de la Medicina actual.

España tiene una gran oportunidad y potencial en el avance científico biomédico. Goza de un sistema sanitario público y privado respetado y reconocido; un sistema que se ha integrado indisolublemente en nuestra forma de vivir y de entender la vida. Basta salir fuera de nuestras fronteras y tener un problema sanitario para darse cuenta de eso. Genera empleo cualificado. Es una economía no deslocalizable. Representa una parte significativa del producto Interior Bruto. Y es un elemento crucial de redistribución social de la riqueza.

Está cimentado en unos profesionales muy cualificados que nada tienen que envidiar en capacidad a los de cualquier otro país. Y tenemos una estructura industrial farmacéutica sólida, que no sólo nos hace accesible cualquier solución terapéutica y tecnológica existente en el mundo, sino que lidera los sectores de alta tecnología en España, en producción, empleo de alta cualificación, exportaciones, y dinamiza la investigación biomédica en colaboración con hospitales, universidades y centros de I+D públicos y privados.

Cada día vivimos en un mundo más poblado, más envejecido y con más enfermos crónicos. Y al mismo tiempo nos adentramos en una revolución biotecnológica, con nuevas terapias moleculares, genéticas y celulares que están trasformando el tratamiento de los pacientes gracias a una investigación biomédica, abierta y colaborativa que aprovecha el conocimiento y las infraestructuras a escala global; y en una revolución industrial, la transformación digital, que afecta a todos los procesos productivos. Todo eso generará una mayor y mejor actividad asistencial y un mayor coste, que requerirán cambios estructurales en el sistema sanitario y, en general, en toda su cadena de valor.

Enfrentarnos a esos retos con eficacia es responsabilidad de todos. El sistema es el resultado del esfuerzo de muchos actores durante muchos años. No es perfecto, cierto, pero lo que no debe es retroceder, ni estancarse. Al sistema sanitario, a todos sus actores, hay que cuidarlos, mimarlos, para que ese sistema, aunque no sea perfecto, siga progresando continuamente. Debe ser un esfuerzo colectivo, una estrategia de país, aprovechando nuestra posición avanzada en Sanidad e investigación biomédica. Porque el último objetivo de ese sistema es atender al paciente y solucionar sus problemas de salud. Sí, esos problemas que, tengan o no tengan nombre, todo el mundo acabara padeciendo. Lo crea o no, usted también.

*Médico, ex secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y ex secretario general de Sanidad