Salud
Unir terapias tradicionales a la inmunoterapia, nueva fórmula anticáncer
El uso de moléculas que activan el sistema inmune, conocidas como inmunooncológicas, junto a la quimioterapia, elevan la eficacia de los abordajes terapéuticos en la eliminación de los tumores
El uso de moléculas que activan el sistema inmune, conocidas como inmunooncológicas, junto a la quimioterapia, elevan la eficacia de los abordajes terapéuticos en la eliminación de los tumores
Activar el sistema de defensas del organismo para que luche contra las células malignas ha supuesto un punto de inflexión terapéutico en la Oncología. Si bien era un supuesto sobre el que los especialistas tenían sus dudas y cosechar los actuales frutos costó bastante, en la mesa redonda sobre «La dimensión de la inmunooncología» que se celebró en la casa de LA RAZÓN y con la colaboración de la Fundación Merck Salud, se subrayó que en la actualidad se han conseguido grandes avances y resultados sorprendentes en el terreno oncológico.
Luis Álvarez-Vallina, profesor del Departamento de Ingeniería celular e Inmunoterapia de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, y jefe de la Unidad de Inmunoterapia del Cáncer del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, reconoció que «la inmunoingeniería es la gran sorpresa para todos. Nadie consideraba que pudiera ser efectiva y hemos encontrado unas herramientas, unos repertorios endógenos en pacientes oncológicos con buenas respuestas. Uno de los retos es que alcance a un número alto de pacientes».
En este sentido, Luis Paz Ares, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, jefe de la Unidad Mixta de Investigación de Cáncer de Pulmón del mismo hospital, y profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, explicó que «en el cáncer de pulmón ha tenido muy buenos resultados. De hecho con los fármacos anti-PD-1 o anti PD-L1 hay un incremento global en la supervivencia, aunque la mayor parte del beneficio se concentra en un 15-20% de los pacientes. Si lo combinamos con otros fármacos –como la quimioterapia– la eficacia se eleva. La inmunoterapia ha venido para quedarse, lo que nos queda es predecir más temprano las nuevas modalidades de inmunoterapias o nuevas modificaciones». Ahora se conoce mejor a los tumores, se sabe más en detalle cómo atacan, cómo progresan y por ello, como apuntó Antonio González, jefe de Oncología de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid y presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Ovario (Geico), «ahora podemos ofrecer mejores soluciones a las pacientes –en el caso del cáncer de ovario– y somos capaces de afrontar la heterogeneidad de las personas».
La punta del iceberg
Sin embargo, de la inmunoterapia sólo se conoce hoy «la punta del iceberg», como concluyeron los participantes en la mesa. Así, Luis de la Cruz, jefe de Servicio de Oncología Médica en Hospital Virgen de la Macarena de Sevilla y vicepresidente de Grupo Español de Terapias Inmuno-Biológicas en Cáncer (Getica), explicó que «posiblemente hay sistemas inmunitarios diferentes a otros y menos propensos a padecer los tumores. Cómo afrontar estas situaciones nos hace ser realistas y darnos cuenta de que hay mucho por estudiar: qué es lo que hay en el huésped para ver porqué aparece el tumor y responde ante unos estímulos y no otros».
Desde la Fundación Merck Salud, Carmen González Madrid, su presidenta, sostuvo que «uno de los pilares de la institución es la difusión del conocimiento y la formación. Apostamos por la inmunooncología porque supone una ayuda y esperanza para muchos pacientes y es todo un reto ver cómo somos capaces de hacer que el sistema se pueda defender de los tumores». Conocer bien el tipo de tumor, a través de marcadores conocidos clínicamente como «check point», como son los anti PDL1, sirve para determinar a qué pacientes se puede prescribir y a cuáles no. El presidente de Geico avaló las virtudes de la inmunoterapia pero puntualizó que «no sirve para todos los pacientes, hay tumores –denominados fríos– en los que no hay actividad funcional».
Paz -Ares explicó este problema con un ejemplo muy claro: «Para activar el sistema de defensas hay que tener soldados cerca de los tumores que se despierten cuando les llamamos, de ahí que les denominemos ‘‘calientes’’. Los fríos son aquellos cuyas células tumorales no tienen células defensa (soldados) alrededor a los que despertar, para que actúen contra el tumor».
Y llegados a este punto, si la inmunoterapia así no funciona, ¿qué se hace? Pues se da un paso más, se inventa un modo de llegar a «esos soldados» y que vayan a luchar donde esté el cáncer. «Aquí, necesitamos desarrollar las nuevas vías, la opción de diseñar estrategias de redireccion entre el sistema inmune y el tumor. Las terapias CAR-T son un ejemplo de ello: con bioingeniería hacemos que uno llegue a otro. También otra solución es la búsqueda de nuevos biomarcadores».
Con todo ello, si la inmunoterapia en sí tiene sus complicaciones, su uso e inclusión en el Sistema Nacional de Salud en el día a día también supone un obstáculo. Álvarez-Vallina alertó de que «España se está quedando atrás en este terreno porque no hay una apuesta firme desde las administraciones, ni hay un plan nacional que apoye este tipo de iniciativas, su investigación y su desarrollo». Como profesor de la Universidad de Aarhus, donde hay un grupo pionero en la materia, conoce muy bien todos los detalles y añadió que «tenemos muy buenos grupos de profesionales, pero debemos remar unidos para obtener mejores beneficios». De la Cruz se mostró de acuerdo y recalcó unas ideas básicas necesarias, «como la necesidad de una estrategia nacional trasversal que incluya investigadores básicos e inmunooncólogos, porque la inmunoterapia ha expandido el conocimiento de la ciencia oncológica».
Todo un reto que Paz-Ares resumió así: «En general hemos hecho bastante trabajo para desarrollar nuevas terapias y demostrar su eficacia en ensayos clínicos robustos. Ahora no debieramos de fallar en hacer llegar los resultados de la investigación (los tratamientos efectivos) a los pacientes. En definitiva, de eso trata la medicina personalizada del cáncer. Y para esto se va a necesitar de programas coordinados a nivel regional y nacional, y de recursos y de herramientas que contemplen el escrutinio de anomalías genómicas y perfiles inmunes, para con todo ello determinar el tratamiento más adecuado para cada pacientes». De esta forma, se llega a la idea que el presidente de Geico empleó para concluir la jornada: «El reto inmediato es identificar buenos biomarcadores para evitar costes de salud y financieros del sistema. Saber cuándo y a quién dirigir la inmunoterapia, no poner todo a todos. Hoy estamos al principio del camino».
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