Turismo

"Ya no nos sentimos bienvenidos": una pareja de turistas alemanes dejan de ir a Mallorca tras casi 40 años de visitas

La masificación ha provocado que la pareja de turistas, hasta ahora veraneantes asiduos de la isla, hayan decidido cambiar de destino

Bañistas en una playa de Palma de Mallorca
Bañistas en una playa de Palma de MallorcaIsaac BujAgencia EFE

Durante casi cuatro décadas, una pareja de origen alemán convirtió Mallorca en su segundo hogar. Desde finales de los años ochenta, regresaban año tras año a la isla, en ocasiones permaneciendo hasta seis meses, especialmente en la tranquila localidad de Colònia de Sant Jordi.

Sin embargo, tras su último viaje, han tomado una decisión que nunca imaginaron: no volverán más. Lo que durante años fue un refugio de paz y conexión con la naturaleza, ha terminado por convertirse, según relatan, en un entorno irreconocible, saturado y carente de la calidez que en su día les conquistó.

Deterioro de la experiencia

Su decisión, aseguran, no responde a un incidente aislado, sino a un deterioro progresivo de la experiencia. Al principio, confiesan que las protestas contra la masificación turística no les afectaban directamente, según ha publicado el Majorca Daily Bulletin.

Pero con el paso del tiempo, comenzaron a sentirse incómodos, casi como intrusos en un lugar que antes los acogía con naturalidad. Lo que antes era una convivencia fluida con vecinos y comerciantes, ha derivado en una creciente sensación de rechazo y desarraigo.

Pérdida de identidad y descontrol

Según explican, el problema no es el turismo en sí, sino cómo se ha gestionado. Denuncian un cambio radical en el modelo turístico que, en su opinión, ha favorecido los excesos, la especulación y la pérdida de identidad local.

Aluden al descontrol en algunas zonas de la isla, como Playa de Palma, donde señalan que el ocio desmedido ha sustituido al descanso. Critican el “caos higiénico” que han observado en los últimos años, y el enfoque de algunos propietarios, a quienes acusan de priorizar el beneficio rápido por encima del bienestar común: “solo buscan exprimir cada metro cuadrado”, señalan.

También cuestionan el papel de las grandes cadenas hoteleras, a las que acusan de enriquecerse a costa de la isla sin contribuir realmente a las soluciones estructurales que se necesitan.

El "turista normal"

En su opinión, estas compañías obtienen beneficios multimillonarios sin implicarse en la construcción de vivienda para trabajadores ni en la mejora del entorno. A pesar de ello, son claros en un punto: no culpan al turista medio, sino a las políticas públicas que han fracasado en regular adecuadamente el crecimiento del sector. “El turista normal no tiene la culpa de una política de vivienda y planificación del suelo errática”, reflexionan.

Durante años, esta pareja defendió Mallorca como su paraíso personal. Compraban en los mercados locales, conocían a sus vecinos y repetían estancia en el mismo alojamiento temporada tras temporada. Pero esa relación cercana, casi familiar, con la isla se ha ido desgastando. “Antes se respiraba calma, autenticidad. Ahora nos sentimos fuera de lugar”, reconocen con tristeza.

"Conocimos una Mallorca maravillosa"

Pese a la decepción, su despedida no está marcada por el rencor, sino por una melancolía serena. Se marchan agradecidos por las décadas vividas en Mallorca, por las amistades construidas y los recuerdos que atesoran. “Conocimos una Mallorca maravillosa”, dicen.

Una isla que, según lamentan, ha cambiado más de lo que esperaban. Su testimonio no solo refleja una experiencia personal, sino también una realidad que muchos residentes y visitantes de larga data empiezan a compartir: el deterioro de un modelo turístico que ha traído prosperidad económica, pero también tensiones sociales, encarecimiento de la vida y pérdida de calidad ambiental.