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Este pueblo costero español es lo que necesitas si odias los destinos turísticos típicos

Las viviendas de una o dos plantas, las barcas en la orilla y la ausencia de grandes edificaciones crean una atmósfera que contrasta poderosamente con la imagen más comercial de otras zonas españolas

Tajao, Tenerife
Este pueblo costero español es lo que necesitas si odias los destinos turísticos típicos Istock

Mientras muchas zonas costeras del sur de Canarias han sucumbido al turismo de masas, con grandes complejos hoteleros y playas saturadas, San Miguel de Tajao permanece casi inalterado. Este pequeño y pintoresco pueblo pesquero, situado en el municipio de Arico, es hoy un refugio de calma, tradición y belleza natural. Un lugar que aún conserva su alma marinera y que bien podría considerarse uno de los secretos mejor guardados de la isla.

La historia de Tajao se remonta al siglo XIX, cuando pescadores locales comenzaron a asentarse en una zona conocida como La Caleta, que funcionaba como embarcadero natural. Este lugar sirvió no solo para la actividad pesquera, sino también para el transporte de mercancías y personas entre las localidades costeras del sur de la isla. La presencia de manantiales de agua dulce en el cercano Barranco de Bijagua incentivó el asentamiento de los primeros pobladores, principalmente provenientes de la comarca de Abona.

A diferencia de otros núcleos costeros, Tajao ha resistido las transformaciones impuestas por el modelo turístico predominante en Canarias desde finales del siglo XX. Mientras el turismo masivo transformaba radicalmente el paisaje y la economía de amplias zonas del sur de Tenerife, San Miguel de Tajao se mantuvo fiel a su esencia. La comunidad local, mayoritariamente vinculada a la pesca, ha sabido preservar tanto sus prácticas tradicionales como su entorno natural.

Este equilibrio entre desarrollo y conservación ha convertido a Tajao en una referencia en la isla. Sus restaurantes, muchos de ellos gestionados por familias de pescadores, ofrecen pescado fresco capturado en las aguas que bañan la costa del pueblo. La calidad de su cocina marinera ha comenzado a atraer la atención de visitantes y locales por igual, aunque el ambiente sigue siendo, por ahora, relajado.

Caminar por Tajao es adentrarse en otro momento de la historia. Las viviendas de una o dos plantas, las barcas en la orilla y la ausencia de grandes edificaciones turísticas crean una atmósfera que contrasta poderosamente con la imagen más comercial de otras zonas tinerfeñas. Desde sus costas se pueden observar las suaves pendientes que descienden desde el Parque Nacional del Teide, configurando un paisaje que combina la majestuosidad del interior montañoso con la serenidad del océano Atlántico.

Pese a su bajo perfil turístico, la belleza de Tajao no ha pasado completamente desapercibida. En los últimos años, ha comenzado a figurar en guías de viaje y blogs especializados como un “tesoro escondido” o un “lugar por descubrir”. Este creciente interés podría suponer un reto para su sostenibilidad y para la conservación de su identidad. Por ello, las autoridades locales y algunos vecinos ya expresan su preocupación ante una posible masificación que altere el equilibrio actual. Se plantea la necesidad de establecer medidas de protección y planificación que eviten repetir los errores del pasado en otras zonas de la isla.