Café

Descubre el único pueblo de España donde se cultiva café: playas vírgenes y un pinar extenso

Durante el siglo XIX, su cultivo se extendió, convirtiéndose en uno de los más apreciados por los agricultores locales

Agaete, Gran Canaria
Descubre el único pueblo de España donde se cultiva café: playas vírgenes y un pinar extensoCabildo de Gran Canaria

Se encuentra en el extremo noroeste de Gran Canaria y resiste a una tradición agrícola que el tiempo y la modernidad no han logrado borrar. Agaete, una singular localidad de 45,5 km², se ha convertido en el último reducto productor de café en Canarias, preservando una herencia que se remonta a finales del siglo XVIII.

Fue en 1788 cuando los primeros cafetos llegaron al Archipiélago, concretamente a Tenerife, a través del Jardín de Aclimatación de La Orotava, un espacio botánico que acogió especies traídas desde otros continentes. En este entorno subtropical, el café encontró un clima ideal para prosperar. Durante el siglo XIX, su cultivo se extendió por las Islas, convirtiéndose en uno de los más apreciados por los agricultores locales.

Sin embargo, entre las décadas de 1930 y 1940, los cultivos comenzaron a desaparecer casi por completo. De aquellas vastas plantaciones solo sobrevivió un lugar: el fértil Valle de Agaete. Allí, la variedad Arabica Typica, una de las más antiguas y hoy prácticamente extinta, halló el ambiente perfecto entre naranjales y unos vientos oceánicos para refinar su perfil afrutado y ácido.

En Agaete, el café se cultiva con esmero artesanal: los frutos maduran de forma natural, se recolectan a mano y no se lavan antes del secado, lo que permite conservar toda su complejidad aromática. El resultado es un nutriente único, con un delicado amargor y notas intensas que han captado la atención de expertos y aficionados por igual. Esta rareza, sin embargo, apenas se encuentra en el mercado general debido a la escasa producción y la irregularidad de las cosechas. Para degustarlo, hay que acudir a tiendas especializadas o visitar directamente la Finca La Laja, epicentro de esta tradición revivida.

Un valle lleno de secretos

Pero el atractivo de Agaete no termina en sus aromáticos granos. Este enclave también guarda un valioso patrimonio natural, cultural y arqueológico. Sus cristalinas playas y piscinas naturales de origen volcánico -como las famosas Salinas de Agaete-, junto con rutas de senderismo que cruzan paisajes abruptos, son solo una parte de su diversidad.

Entre sus tesoros se encuentran el Parque Arqueológico, un colorido huerto de flores, su casco histórico lleno de encanto y miradores que ofrecen vistas inigualables del Roque Partido. Además, su costa es reconocida por servir algunos de los pescados más frescos del archipiélago, lo que convierte a la gastronomía local en otro de sus grandes reclamos.

El colofón lo pone el Parque Natural de Tamadaba, una joya ecológica de 7.500 hectáreas declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Este espacio protegido acoge el pinar más extenso de la isla y alberga cumbres, barrancos y costas casi vírgenes. En sus límites se alza el imponente Roque Faneque, un coloso de 1.008 metros que se desploma sobre el Atlántico y figura entre los acantilados activos más altos del mundo.

Agaete es mucho más que café: es historia, naturaleza y cultura unidas en un rincón donde las tradiciones aún respiran. Una joya que sigue resistiendo al olvido y que merece ser descubierta sorbo a sorbo.