Valladolid

Hacia un nuevo consumo normalizado

El Decano-Presidente del Ilustre Colegio de Economistas de Valladolid, Juan Carlos de Margarida, analiza qué supone pasar de fase para la actividad económica

El decano del Colegio de Economistas de Valladolid, Juan Carlos de Margarida
El decano del Colegio de Economistas de Valladolid, Juan Carlos de MargaridaIcal

En España estamos viviendo a tres velocidades; hay quienes ya van camino de la tan ansiada fase 3, donde se permitirá la apertura de cines, teatros y otros centros de ocio, donde los puntos de encuentro serán más distendidos, aunque sin olvidar la pauta de la distancia social, y hay otros, como nuestra región, que aún no hemos pasado de la casilla de salida. Todo apunta a que el próximo lunes 25 los castellanos y leoneses pasaremos a la fase 1, un nuevo paso hacia la “nueva normalidad”, donde tendrá especial importancia uno de los colectivos más afectados por esta situación: la hostelería y restauración, quienes podrán montar sus terrazas con una capacidad de hasta el 50% de su aforo.

Pasar de fase supone mayor actividad económica, sin olvidar la mejoría en los datos sanitarios que eso conlleva. Pero sobre todo el ir desescalando –o escalando fase a fase– otorga a nuestro tejido empresarial un pequeño alivio de cara a un verano lleno de dudas e incertidumbre. No obstante, para que esta España a tres velocidades sea más liviana, el pasado lunes entramos en lo que han denominado “fase 0,5”, lo que permite la apertura de determinados comercios sin necesidad de cita previa, aunque con restricciones en cuanto aforo. A pesar de ello, bares y restaurantes, así como locales de ocio, siguen cerrados al público a la espera de un cambio de fase.

Esta época de aislamiento ha traído aparejada un cambio en la conducta del consumidor, quien ha encontrado en el medio digital y en el comercio online una vía alternativa al consumo como lo entendíamos hasta el momento y que en muchas ocasiones era irracional. En la actualidad, con el impacto de la Covid-19, el consumidor se encuentra en un proceso de reeducación de sus hábitos en base a un ritmo de digitalización superior al previsto, lo que ha provocado apostar por el ocio virtual, el uso de plataformas en línea para teletrabajar o por la compra de productos alimenticios y de primera necesidad vía comercio electrónico.

Los estudios revelan que el consumidor de la era “post-Covid19” busca, ante todo, la seguridad en sus compras, actos y decisiones llevando el consumo social a sus casas y prestando especial importancia al comercio de proximidad, al pequeño comercio de barrio, el cual es uno de los principales motores económicos de cualquier ciudad o municipio.

Qué duda cabe que todo consumo pasa por una mayor confianza de los usuarios, puesto que la incertidumbre provoca que el consumidor no consuma y el empresario no invierta, rompiendo abruptamente el ciclo de la actividad productiva. La mejoría de los datos económicos necesita del progreso en las distintas fases de desescalada sin prisa pero sin pausa, al objeto de reactivar una economía regional que ya se encontraba en fase de desaceleración a finales del año pasado.

Así mismo, las previsiones de futuro no son nada halagüeñas y el informe que hemos conocido estos días del Banco de España acrecienta todas las incertidumbres posibles, tanto económicas como sociales, ya que sitúa la caída del PIB entre el 9,5% y el 13%, por lo que la recuperación total queda lejos de este año y del próximo, en el mejor de los escenarios. Además, la crisis “post-Covid19” trae consigo serias dificultades, donde se hace más que necesario un plan de ajuste del gasto que tiene que estar basado en realidades, que no ilusiones, en donde las previsiones presupuestarias deben planificarse en base a lo que es necesario gastar y no a lo que ya se estaba gastando. Junto a esta previsión del gasto además es necesaria una revisión del sistema fiscal, así como un pacto de restructuración y recuperación entre las fuerzas políticas y los agentes sociales.

Esa confianza de la que se deben ir contagiando los hogares españoles se reflejará en una mayor tendencia al turismo nacional, destacando principalmente las zonas rurales, donde Castilla y León tiene un papel protagonista gracias a su variedad de entornos y seguridad sanitaria en los núcleos de población rural, donde el virus no ha entrado con tanta fuerza como en otros puntos de nuestra geografía nacional. No obstante, desde las asociaciones de hosteleros piden que se permita lo antes posible la movilidad, pilar fundamental para el dinamismo turístico, que lleva limitada desde que se decretó el Estado de Alarma el pasado mes de marzo.

Las nuevas formas de entender los desplazamientos y las relaciones sociales, unido a los nuevos hábitos de los consumidores basados esencialmente en la digitalización, van a provocar, y de hecho ya lo estamos viendo, una nueva concepción de vida que algunos ya han bautizado como “era post-Covid19”, donde la confianza y seguridad dictarán nuestros impulsos y acciones, especialmente en un nuevo consumo al que podríamos añadir la palabra “normalizado”.