Gastronomía
Descubre los pueblos monumentales donde mejor se come en la España de interior
Visitar estos lugares es retroceder en el tiempo y empaparse de nuestra historia mientras se saborea la mejor cocina del país
España es una nación antiquísima con una riqueza monumental sin igual, fruto de una historia forjada a lo largo de los siglos. Pero es también un país para comérselo y bebérselo. Un país que está considerado como la despensa de Europa y que puede presumir y, de hecho lo hace, de contar con algunos de los mejores cocineros del mundo y con rincones y enclaves espectaculares para disfrutar de ambas cosas: de sus monumentos y de sus manjares.
Una gastronomía que se apoya en una cocina clásica, tradicional y popular que se combina a la perfección con otra más vanguardista e innovadora propia del siglo XXI sustentada en recetas y técnicas ancestrales en la gran mayoría de los platos. Un cocina, además, en la que tampoco faltan las tapas y pinchos, donde nuestro país es rey dominador con ciudades como Valladolid o San Sebastián en lo más alto de la cocina en miniatura por su ingenio, innovación, creatividad y, sobre todo, calidad y sabor.
En estas líneas queremos poner de relieve algunos de esos de la España del interior sobre todo que están reconocidos en el mundo por su patrimonio cultural y monumental, ya sea en forma de castillos, murallas, iglesias, monasterios, catedrales, palacios o casonas medievales así como por su cocina y por algunos platos que son emblema y bandera de nuestra gastronomía. Sitios que son de obligada parada para conocerlos a fondo y empaparse de su milenaria historia, pero también y sobre todo reponer fuerzas si uno se encuentra cerca de ellos.
Son pueblos que sorprenden por su belleza, que invitan a caminar por sus calles, en los que se puede respirar aire puro y que también sorprenden por la calidad de sus restaurantes o de sus bodegas en los que se elaboran algunos de los mejores vinos del mundo, y que solo con nombrarlos hacen salivar salivar solo con ser nombrados.
Ezcaray (La Rioja)
En La Rioja alta se encuentra Ezcaray, un municipio ubicado en la vertiente norte del Sistema Ibérico, donde además de esquiar en la vecina estación de Valdezcaray o disfrutar de unos vinos estupendos de la DO Rioja, se come estupendamente. Ezcaray fue nombrada “Primera villa turística de La Rioja" y pasear por su casco viejo, que conserva la arquitectura tradicional, no tiene precio. De su conjunto urbano destacan los soportales, las plazuelas porticadas y palacios. Por ejemplo, el de Torremuzquiz y el del Ángel, de los mejor conservados y más hermosos de La Rioja. También hay que visitar la Iglesia Parroquial de Santa María la mayor, construida entre los siglos XIV y XVI.
Además, presume de un paisaje de ensueño, y según la época del año organiza festivales de jazz, jornadas micológicas, actividades deportivas y fiestas de tradición medieval. Pero, sobre todo, se come de vicio. De hecho, la revista National Geographic recomienda visitar algunos de los espacios gastronómicos de esta localidad como la Casa Masip, donde destaca el uso del boletus de temporada, y el Echaurren Tradición, donde nunca faltan sus conocidas croquetas y su tapa de callos.
Las Alegrías, unas guindillas rebozadas y rellenas de carne picada; los.Caparrones de La Rioja, una alubia roja típica de esta región, o las sopa de ajo a la riojana y las chuletillas de cordero al sarmiento, son otros platos típicos que se pueden probar en Ezcaray, además de las tradicionales verduras y setas riojanas o las torrijas de postre.
Betanzos (La Coruña)
La localidad coruñesa de Betanzos, en las Rías altas y cerca de la capital de La Coruña, es lugar obligado de parada y fonda al menos un fin de semana par descubrir sus encantos, que no son solo gastronómicos. También conocida como "Betanzos de los Caballeros", la ciudad fue capital de la provincia de Betanzos, una de las siete que formaban el antiguo Reino de Galicia. Su casco antiguo, además, está declarado Conjunto Histórico-Artístico.
No en vano, el pueblo de Betanzos está considerado como la capital del gótico gallego, este municipio de alrededor de 12.000 habitantes conserva uno de los cascos históricos mejor conservados de Galicia, donde destacan sus figuras de lobos y una persona rezando, en un capitel de la portada de la iglesia de Santiago o la Iglesia gótica de Santa María del Azogue.
Y para comer, son típicas las empanadas de todo tipo, pero sobre todo las de marisco; el pulpo a la gallega o trozo como se le conoce en esta zona; los pimientos del Padrón o el caldo gallego; sus quesos o el churrasco, además de la tarta de Santiago y las filloas, también llamadas freixós, similares a los crepes franceses pero en versión dulce, sin olvidar la tortilla española. De hecho, se dice que fue en Betanzos donde nació "la única tortilla de patatas que merecería tener Denominación de Origen", según National Geographic, que recomienda Casa Miranda y Mesón O Pote.
Peñafiel (Valladolid)
En pleno corazón de la Ribera del Duero vallisoletana, en la Milla de Oro del vino, se encuentra la localidad vallisoletana de Peñafiel. La peña más fiel de Castilla. Una villa milenaria que cuenta con personajes ilustres como el Infante Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X El Sabio y nieto de Fernando III El Santo. Fue un notable escritor en lengua castellana y está considerado como uno de los principales representantes de la prosa medieval de ficción gracias a su obra "El Conde Lucanor". Sus restos descansan en el convento de San Pablo de Peñafiel, del siglo XIII, que fue levantado sobre los restos históricos del Alcázar de Alfonso X y que es uno de los mejores ejemplos del estilo gótico-mudéjar de la Península Ibérica.
Un pueblo milenario con mucho patrimonio, en el que sobresale su medieval castillo en lo alto abrazando y protegiendo a los peñafielenses. Una fortaleza declarada monumento nacional hace ya más de cien años, que ha sido no hace mucho mejorada en una barbacana, permitiendo en estos momentos una visita integral al castillo, que alberga en su interior el Museo Provincial del Vino.
Junto a esta obligada visita, el turista debe conocer también la tradicional plaza del coso, lugar donde se celebran los festejos taurinos de agosto o la bajada del Ángel el Domingo de Pascua, declarada de Interés Turístico Nacional. También es digno de ver las iglesias de Santa María, sede del museo de Arte Sacro; la iglesia de Reoyo; o el convento de Las Claras, que actualmente alberga un Hotel de cuatro estrellas.
Tierra de vinos donde las haya, cuenta con algunas de las bodegas más emblemáticas y reconocidas en el mundo como es el caso de la nongenaria Protos, situada en las faldas del castillo medieval, que cuenta también con un restaurante de reciente creación Ágora, que está sorprendiendo por su calidad. También destaca la bodega Pago de Carraovejas, donde se encuentra el restaurante Ambivium, un espacio gastronómico presume de Estrella Michelín, en cuya cocina está al frente el prestigioso chef Cristóbal Muñoz; así como Tomás Postigo o Teófilo Reyes, entre muchas otras bodegas.
Para comer, el plato estrella es el lechazo o cordero lechal, y el pueblo cuenta con auténticos templos como El Corralillo, Molino de Palacios, Mauro, El Lagar de San Vicente o Restaurante María Eugenia, donde dar cuenta de este manjar, acompañado de una torta de pan de coscoja típico de la zona y de un caldo de uva de la DO, entre los que hay para aburrir y a cada cual más bueno.
Aranda de Duero (Burgos)
Cerca de Peñafiel, a una treintena de kilómetros se encuentra la localidad burgalesa de Aranda de Duero, ya en la provincia de Burgos. Un municipio de mayor envergadura y con grandes empresas, muy ligado al vino también, pero que cuenta también con monumentos importantes como la Iglesia de Santa María la Real, junto a la cual también se realiza el Domingo de Resurrección la representación de la anunciación del ángel a la virgen de que su hijo Jesús ha resucitado, además de eventos consolidados y emblemáticos que atraen cada año a decenas de miles de personas, como es el Festival Sonorama que se celebra en agosto.
La Iglesia de San Juan; el Puente medieval de las Tenerías; el Palacio de los Berdugo; o el Santuario de la Virgen de las Viñas, son lugares que merecen muy mucho la pena conocer en una visita a la capital arandina, en la que el vino es protagonista.
De hecho, la localidad es conocida también por sus bodegas subterráneas, la mayoría visitables. De hecho, la red de bodegas subterráneas de Aranda de Duero constituye la más extensa de las conocidas hasta la fecha en la Ribera del Duero, con 4,2 km de galerías, todas ellas bajo el casco urbano y en un mismo nivel. La red fue excavada entre los siglos XII y XVIII destacando el empleo del arco de medio punto resuelto en piedra de sillería para proteger las bóvedas de sus galerías.
En lo gastronómico, destacan sus asadores, donde se prepara la especialidad de la zona que es el lechazo asado al horno. Es una de esas recetas aparentemente sencillas pero con una técnica difícil de imitar. Además, se marida con los vinos de la Ribera, en una combinación perfecta de sabores. Allí se encuentra el 51 del Sol, con David Izquierdo a los fogones. Se ofrece una carta de picoteo muy especial y un menú degustación.
Pedraza (Segovia)
A poco más de una hora en coche de Madrid se encuentra la localidad segoviana de Pedraza que presume de contar con un magnífico patrimonio monumental y natural. Pasear por sus callejuelas es retroceder en el tiempo y descubrir qué esconden sus piedras y sus sitios de interés siempre un placer. Se trata de un conjunto amurallado que presume de contar con una de las plazas más bonita de nuestro país y maravillosas iglesias.
Desde 2014 forma parte de la Asociación de los Pueblos Más Bonitos de España y en 2019 fue elegido el Pueblo Más Bello de Castilla y León. Además, cuenta con la declaración de "Monumento Histórico".
Una pequeña joya arquitectónica que merece la pena conocer, sobre todo por su patrimonio, aunque muchas de ellas también presumen de poseer una gastronomía rica en sabores.
Una villa que asentó sus inicios gastronómicos en los corderos asados para feriantes y los guisos de la fonda. En repostería destacan los soplillos, el ponche segoviano y una muy variada bollería, todo elaborado artesanalmente en los hornos de nuestras tahonas. Tripadvisor recomienda acercarse a los restaurantes El Corral de Joaquina; Bar Restaurante Reberte; El Jardin; o Restaurante El Soportal.
Trujillo (Cáceres)
En tierras extremeñas, la localidad de Trujillo es un lugar de parada y fonda para conocerlo de cerca y empaparse de ella. Tierra de conquistadores donde las haya. Tras sus puertas se entremezclan restos visigodos, romanos, árabes y cristianos que forman un potente patrimonio que reivindica ser algo más que una ciudad de paso. Muy característicos son los soportales que apuntalan edificaciones tan simbólicas como el Palacio del Marqués de la Conquista o el Palacio de Carvajal Vargas. En la plaza Mayor, donde se alza la estatua ecuestre de Francisco Pizarro realizada en bronce por el escultor Cary Rumsey, se encuentran también la iglesia de San Martín de Tours que incorpora elementos góticos, como la puerta de las Limas, y góticos, como el retablo mayor y el órgano. Destacan también el palacio de los marqueses de Santa Marta, La casa de la Cadena, de Los Orellana o de Los Chaves Cárdenas y el palacio de los marqueses de la Conquista, entre otros. No se pueden olvidar tampoco las grandes casas de la ciudad antigua entre las que se encuentran el alcázar de Luis de Chaves el Viejo, la casa de los Altamirano, la casa fuerte de los Escobar, el alcázar de los Bejarano y la casa de Francisco Pizarro de Vargas.
Pero Trujillo es también un paraíso gastronómico. De hecho, la despensa de esta Comunidad no puede faltar en estas líneas en las que hay que destacar los platos de migas, el zorongollo, la torta del casar o la sopa del obispo. Nos nos olvidamos de las judías carillas, la patatera, una especie de puré con grasa de cerdo y pimentón, además del cardillo o manteca colorá, de color naranja que se cocina con carne picada y lleva orégano, laurel y pimentón. Se acompaña de pan y es ideal para disfrutar a modo de entrante o para cenas.
Y entre los santuarios donde el visitante puede parar a reponer fuerzas se encuentran La Troya, Bizcocho Plaza, El Refectorio o Azafrán.
Castroverde de Campos (Zamora)
Este pequeño municipio zamorano de apenas 300 habitantes es un santuario de la gastronomía española, ligada a la tradicional producción cerealista, las huertas y cultivos de la zona, como las legumbres, de entre las que destaca la lenteja pardina. Y entre sus carnes, destaca la ternera, el pollo de corral, el lechazo, el cabrito, además del conejo, la perdiz o el pichón.
Entre los platos habituales, destacan el cocido, contundente y completo, la sabrosa y humilde sopa de ajo, el pichón estofado, las patatas a la importancia, el bacalao al ajo arriero o el escabeche. El cremoso queso de leche de oveja y los sabrosos embutidos, extraídos de las matanzas tradicionales que aún se siguen celebrando, son también dignos de degustar para darle una alegría al cuerpo. Los amantes de los platos de caza tienen al Restaurante Lera como lo más de lo más.
Pero no todo es comer y el que visite Castroverde de Campos no puede perderse la Plaza de la Inmaculada. Una plaza en cuyo centro hay una figura en honor a Diego de Ordás, militar importante nacido en Castroverde. Pero si los turistas siguen caminando podrán llegar hasta la Iglesia de San Nicolás pertenciente al siglo XIII pero que con los años ha sufrido algunos daños por lo que recientemente ha sido restaurada. El Convento de los Padres Franciscanos tiene en su interior el Santuario de la Purísima. Cabe destacar que el Retablo del Altar Mayor conserva una de las imágenes más queridas por los castroverdinos, y es la de la virgen Purísima.
Sigüenza (Guadalajara)
Este municipio e la provincia de Guadalajara, en Castilla-La Mancha, es conocido por ser la ciudad del Doncel, y es que el sepulcro del Doncel de Sigüenza, en la Catedral, es sin duda su obra más conocida y afamada. Visitar Sigüenza es visitar la historia en cada uno de los pliegues del tiempo. Tras los vestigios de antiguos pobladores: celtíberos, romanos, visigodos y árabes; se impone una Sigüenza medieval que secuestra la mirada ya en la primera vista general.
El castillo domina la ciudad y es digno de ver también la Iglesia de San Vicente o de Santiago, los restos de murallas imbricados por la ciudad; o la catedral, que con su imponente interior de bóvedas y mausoleos completan el puzle de este periodo. Destaca también la Sigüenza renacentista y barroca que se imprime en las calles y plazas, que se refleja en palacios y casas, que se percibe en conventos y ermitas. Esta Sigüenza la encontramos en la Plaza Mayor o el Barrio Humanista, en la casa Plateresca o el Palacio Episcopal, en el Convento de San Francisco o Nuestra Señora de los Huertos.
Y en lo gastronómico, qué decir. Un placer para los sentidos. Sigüenza destaca por su buena cocina, con platos de puchero y buenos asados con cabrito, perdices, corzo como protagonistas. El Molino de Alcuneza, del chef Samuel Moreno, es un templo culinario, en el que ja conseguido, a base de pan y creatividad, dar con la clave de cómo tiene que ser la cocina de vanguardia castellana. También destaca El Doncel, que de la mano de Enrique Pérez ofrece lo más típico de la cocina local. Ambos restaurantes con estrella Michelin. Y para barra, la del Bar Alameda.
Además, en Sigüenza está el obrador 'Gustos de antes', una de las mejores panaderías de toda España.
✕
Accede a tu cuenta para comentar