Sociedad
Futuro y discapacidad, la preocupación familiar por el porvenir social
Paloma y Carlos, padres de Iván, un joven con discapacidad intelectual que se forma en San Juan de Dios en Valladolid, reivindican una mayor apuesta de las administraciones para cubrir las necesidades del colectivo
“Pedimos que se preocupen un poquito más por los chicos y den más facilidades para todo. Que los políticos inviertan el dinero en este tipo de servicios y en beneficio de las personas con discapacidad y no lo gasten en otras cosas, porque los niños y jóvenes son el futuro, tengan más o menos problemas”.
Es el mensaje que lanzan los vallisoletanos Paloma y Carlos, padres de Iván, un joven de 21 años, con discapacidad intelectual que se ha formado con éxito y de una forma medida, adaptada e inclusiva en el Centro San Juan de Dios de la capital, quien afronta, en estos momentos, la finalización de la etapa escolar y la transición a un servicio de atención de día, y la adaptación al mismo.
La mayor preocupación de los progenitores se centra en lo que pueda pasar con sus hijos cuando ellos y sus familiares no estén o carezcan de posibilidades para ocuparse de su atención y cuidado, de ahí que centran la importancia en su “relevo”, con especial apunte a las administraciones.
“Nuestro miedo es saber dónde van a estar cuando nosotros no estemos el día de mañana”, porque hay pocos centros especializados y la práctica totalidad están privatizados, lo que también conlleva desembolso económico, de ahí que pidan mayor implicación a las autoridades en el ámbito, señalan en declaraciones a la Agencia Ical.
Los padres de Iván, un joven que fue adoptado en Ucrania con apenas dos años, también reclaman la necesidad de mayor información, porque muchas familias desconocen los lugares que existen, dónde acudir o que servicios solicitar, por lo que recomendó a otros padres que “no se preocupen y que se ayuden de otras familias y del propio equipo técnico del centro”, quienes orientan a la hora de tomar las decisiones oportunas.
Evolución personal
El Centro de San Juan de Dios de Valladolid cuenta con un Colegio de Educación Especial, que abarca desde los 12 hasta los 21 años, donde cada niño es protagonista de su desarrollo y se trabaja cada día para ofrecerles un entorno seguro, inclusivo y estimulante. A través de enfoques personalizados, recursos adaptados y un entorno comprensivo, se permite que cada alumno con necesidades educativas especiales pueda desarrollar sus capacidades, potenciar su autonomía y participar activamente en la vida escolar y social.
La evolución fue “inmensa”, porque se apreciaba que el “niño era muy feliz”, dado que “no le obligan a absolutamente nada y les dan facilidades para aprender”, al avanzar al “ritmo que ellos tienen”. Deriva a que se encuentren “más útiles” en todos los entornos y el contexto es totalmente diferente a un colegio ordinario, con clases muy pequeñas de capacidades diferentes en grupos de niños similares entre ellos.
Paloma y Carlos destacan la enseñanza “más personalizada” que se ofrece y que ha servido para que Iván “se haya hecho mayor mientras aprendía a expresarse y relacionarse con otras personas”. Todo son buenas palabras, porque el cambio experimentado fue “grandísimo”, apuntan ambos al sentirse muy agradecidos a San Juan de Dios.
Transición adulta
En el momento en el que se cumplen los 21 años concluye la transición de la vida adulta, que es la última etapa de educativos, momento en el que se les ofrece diversas opciones, como es el caso del servicio de atención de día.
Es el caso de Iván, actualmente en el grupo de Terapia Ocupacional desde septiembre, destinado a la acogida y adaptación. Este grupo tiene como objetivo facilitar la transición al nuevo entorno mediante un proceso de adaptación individualizado, ajustado a las necesidades, deseos y ritmos de cada persona, explica la terapeuta ocupacional, Sara Hernando.
El Servicio de Atención de Día promueve actividades de desarrollo personal y social seleccionadas por las propias personas, en función de sus intereses, capacidades y de sus proyectos de vida. Estas acciones están orientadas a consolidar aprendizajes funcionales, adaptándolos a las exigencias de la vida adulta.
Se priorizan dinámicas de manipulación y rutinas estructuradas que favorecen la autonomía, junto con opciones formativas como el uso de nuevas tecnologías, orientación laboral, preparación de oposiciones y búsqueda activa de empleo, para quienes desean incorporarse al mercado laboral.
Hernando traslada que, una vez que cada persona tiene superado su periodo adaptación, y se tienen claros sus gustos, se avanza hasta el taller más laboral con muchos más compañeros, mercancías y materiales, asevera.