
Sociedad
Los incendios alteran el ciclo del agua y reducen la ‘transpiración’ de los bosques
Así lo advierte un estudio del Grupo de Ecología Aplicada y Teledetección (GEAT) de la Universidad de León, que ha demostrado que tras un gran fuego los ecosistemas mediterráneos pierden gran parte de su capacidad para liberar vapor de agua a la atmósfera.

Los incendios forestales no solo arrasan árboles y matorrales: también alteran el ciclo del agua, según un estudio del Grupo de Ecología Aplicada y Teledetección (GEAT) de la Universidad de León (ULe), que ha demostrado que tras un gran fuego los ecosistemas mediterráneos pierden gran parte de su capacidad para liberar vapor de agua a la atmósfera.
Este proceso conocido como evapotranspiración, que combina la evaporación del suelo y la transpiración de las plantas, es clave para mantener el equilibrio hídrico y climático de los paisajes.
Según los investigadores, disminuye drásticamente tras un incendio y no se recupera hasta que la vegetación vuelve a crecer. De este modo, esta reducción persiste al menos un año tras el fuego, afectando a la recuperación ecológica y la disponibilidad hídrica.
Los incendios forestales "son cada vez más frecuentes, extensos y ecológicamente dañinos", según se desprende de la investigación publicada en el penúltimo número de la revista 'Forest Ecology and Management' a la que ha tenido acceso EFE.
Un trabajo firmado por Carmen Quintano, José Manuel Fernández-Guisuraga, Alfonso Fernández-Manso y Dar A. Roberts.
Pérdida de humedad
En este sentido, el estudio analizó cuatro grandes incendios ocurridos en el verano de 2022 en el noroeste de España (O Courel, Valdeorras, Figueruela y Valdueza), utilizando imágenes de satélite para medir cómo cambió la humedad liberada por la vegetación durante el año posterior al fuego. Los resultados fueron claros: cuanto más intenso fue el incendio, mayor fue la pérdida de humedad.
"Los incendios más severos destruyen el dosel vegetal y alteran el microclima local, lo que reduce la capacidad del ecosistema para liberar agua", han explicado los autores.
Entre los distintos tipos de vegetación, los bosques de frondosas u hoja ancha (como los robledales) fueron los que mejor se recuperaron, seguidos por los matorrales gracias a su capacidad de rebrote. En cambio, los bosques de coníferas (como los pinares) mostraron una recuperación más lenta.
Además, el estudio incorporó nuevas tecnologías, como el uso de imágenes de radar para analizar la estructura de la vegetación antes del incendio, y modelos sencillos pero eficaces para estimar la evapotranspiración.
Los autores han destacado que "estos datos pueden ayudar a diseñar mejores estrategias de recuperación tras los incendios protegiendo los suelos, evitando la erosión y asegurando que los ecosistemas sigan prestando servicios esenciales como la regulación del agua".
Finalmente, los investigadores proponen seguir estudiando cómo se recuperan los distintos tipos de vegetación a largo plazo, y combinar datos de satélite con mediciones en campo para mejorar la gestión de los paisajes mediterráneos en un contexto de cambio climático.
"Comprender los mecanismos de la reducción de la evapotranspiración después de los incendios forestales es esencial para establecer políticas efectivas de gestión de incendios y predecir la trayectoria de recuperación de los ecosistemas afectados", han concluido.
Esta investigación ha sido financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España en el marco del proyecto LANDSUSFIRE, dentro del Programa Nacional de Fomento de la Investigación Científico-Técnica (2021-2023), y por la Junta de Castilla y León en el marco del proyecto IA-FIREXTCyL.
✕
Accede a tu cuenta para comentar