
Opinión
El liderazgo de la coherencia
"La cultura del vino, está enraizada desde siempre en esta tierra y tiene mucho que ver con valores y convicciones que distinguen a castellanos y leoneses"

Hoy, amable lector, vamos a hablar de vinos, en tiempos de cambio climático y nuevos gustos, como una menor graduación alcohólica, por ejemplo. Porque, la cultura del vino, está enraizada desde siempre en esta tierra y tiene mucho que ver con valores y convicciones que distinguen a castellanos y leoneses.
Por ejemplo la honradez, el esfuerzo o la autenticidad. Y lo vamos a hacer de la mano de Rubén Montero, que no posee una gran bodega, sino más bien mediana. Pero la suya es una historia de empeño y superación, como la de tantos pequeños empresarios castellanoleoneses; en este caso, apoyado en la tradición de esa provincia de posibilidades que es Palencia. Rubén Montero apostó por quedarse en su tierra, cuando todo invitaba a marcharse y, desde entonces, ha convertido lo que hace, gracias a su conocimiento del mundo vitivinícola y empatía, en un negocio prometedor; una historia que me llega a través de PUENTIA y que agradezco, porque me sirve para recordar que, el verdadero liderazgo, no se construye a base de espectáculo, sino de tenacidad y de una fe inquebrantable en el valor de nuestra raíces. La historia comienza cuando un grupo de amigos decide recuperar la tradición vinícola de Torquemada.
Les mueve la pasión por el vino, pero no sólo. También el deseo de rescatar un legado que, en su día, tuvo un peso enorme en la zona. En Torquemada había casi 500 bodegas subterráneas tradicionales, extendidas a lo largo de tres barrios, sobre una superficie de 2 hectáreas, lo que equivale a unos 12 campos de fútbol. Durante siglos, estas bodegas fueron el corazón de la elaboración de vino para consumo propio, y también para abastecer industrias locales. Torquemada llegó a tener más de 5000 hectáreas de viñedo, prácticamente todo el pueblo era viña. Pero en los años 50 se decidió que había que plantar cereal y se arrancó casi todo. Lo que quedó fueron las bodegas subterráneas, testigos de una historia que casi desaparece, ahora felizmente retomada.
"El liderazgo que practico, asegura el impulsor de Bodegas Valdesneros, es el de la coherencia: anticiparme a los problemas, tomar decisiones antes de que lleguen los imprevistos y, sobre todo, tratar bien a la gente". En un momento en el que el mercado del vino evoluciona y toca adaptarse, resulta interesante detenerse en las reflexiones de alguien dispuesto a arriesgar y reinventarse. La suya es una bodega humilde, en la que no hay jerarquías ni formalidades. Todo se basa en la confianza, en el trato de tú a tú y en tener palabra. "La clave es la cercanía. Si dices que vas a hacer algo, lo haces. Porque en este sector, si la gente confía en ti, sigue contigo", asegura. Un ejemplo estupendo, que haya gente joven dispuesta a lanzarse a la aventura, para recuperar técnicas tradicionales _en este caso del vino_ que estaban en desuso y ahora, gracias a ellos, vuelven con fuerza, adaptadas a los nuevos tiempos, para crear riqueza y contribuir a que esta tierra no se quede vacía.
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