Patrimonio
El monasterio del Camino de Santiago esencial en el conocimiento de la España de los Austrias
Declarado recientemente Bien de Interés Cultural en categoría de Monumento, en la actualidad está habitado por una comunidad de Monjas Clarisas
En la localidad leonesa de Villafranca del Bierzo, conjunto histórico declarado Bien de Interés Cultural y último tramo del Camino de Santiago antes de entrar en Galicia, se encuentra uno de los tesoros del patrimonio religioso de esta Comunidad: el Monasterio de Nuestra Señora de la Anunciada, que desde el pasado jueves es ya un Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento.
El monasterio fue fundado sobre un antiguo hospital de peregrinos como monasterio de hermanas pobres de Santa Clara en 1604. Para ello se llevaron a cabo importantes transformaciones en el edificio, entre las que destaca la construcción del claustro alto y bajo. En la actualidad, el monasterio está habitado por una comunidad de monjas Clarisas.
El conjunto del monasterio formado por la iglesia, el claustro y demás dependencias constituye, junto con los bienes muebles que alberga, un documento histórico esencial para el conocimiento de una época de gran importancia de la monarquía de España bajo la casa de Austria, donde confluyen las principales influencias europeas del momento: por un lado la italiana, especialmente napolitana y romana, y por otro la flamenca que se puede ver en las series de cuadros encargados para su ornato.
El monasterio se configura como un testimonio único de la complejidad y riqueza territorial de la gran estructura de poder, reflejada en la trayectoria de su fundador el V marqués de Villafranca del Bierzo, destacado político bajo los reinados de Felipe III y Felipe IV, figura de gran trascendencia histórica y relevante ejemplo del mecenazgo aristocrático de principios del siglo XVI. En este sentido, el monasterio guarda una interesante colección de bienes muebles vinculados a las estancias de los marqueses de Villafranca y sus relaciones con Italia y Flandes.
El interior de la iglesia de la Anunciada conserva extraordinarios recuerdos de lo que fue uno de los episodios de patronazgo y coleccionismo más brillantes en la España de la primera mitad del siglo XVII, protagonizado por el V Marqués de Villafranca en su etapa al servicio de Felipe III, primero como capitán general de las galeras del Mediterráneo y más adelante, como gobernador del Milanesado.
La fundación del monasterio conllevó la realización de importantes reformas, un largo proceso constructivo en el que se utilizó un lenguaje clasicista. Se trata de un conjunto de gran austeridad, en sintonía con el espíritu monacal y la interpretación más sobria de la ideología contrarreformista, en el que la única licencia ornamental son los esgrafiados de las cubiertas y el contraste entre el estuco blanco de los paramentos y la piedra vista de los ejes. En el exterior, también muy sobrio, destaca la gran portada-retablo, enmarcada por un gran arco y pilastras toscanas, presidida por el grupo de la Anunciación en la hornacina que corona el primer orden y por un escudo de los Toledo, ocupando el tímpano del gran frontón.
La iglesia, de estilo barroco-italiano, fue construida entre 1655 y 1660, bastantes años después de la fundación del Monasterio. Consta de una sola nave dividida en tres tramos mediante pilastras dóricas que sostienen arcos fajones de medio punto, cubierta en el presbiterio por una cúpula de media naranja elevada sobre pechinas. A los pies del templo en la parte alta se ubica el coro dividido por un poderoso muro y una reja, y en la inferior destaca el panteón de los marqueses de Villafranca, fundadores y patronos del Monasterio, constituye uno de los conjuntos sepulcrales aristocráticos más destacados de los existentes en Castilla y León, clave para entender el tránsito del gusto manierista al primer barroco. De planta cuadrada y bóveda rebajada, varios arcosolios acogen enterramientos de la familia del Marquesado de Villafranca. Desde 1917 la iglesia de la Anunciada está consagrada, y agregada a la basílica romana de S. Juan de Letrán.
La cripta del Monasterio está presidida por el túmulo de piedras duras de factura italiana sustentado por una base de madera policromada integrada por distintos elementos en el que reposan los restos de Pedro de Toledo y su hija Sor María de la Trinidad. El túmulo está realizado con la técnica de ‘commesso’, especie de taracea a base de mármoles y piedras duras, de origen clásico, que conoce su apogeo en el Renacimiento. Esta técnica se utiliza también en la decoración de los frontales de altar que ocupan la base de los arcosolios de la capilla.
✕
Accede a tu cuenta para comentar