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Sociedad

Un recorrido imprescindible por el pueblo más bonito de Castilla y León de 2025

Destaca su legado mudéjar, su castillo, sus iglesias y su muralla medieval

Castillo de la localidad segoviana de Cuéllar JcylJcyl

El sabio refranero popular dice que "para los gustos, los colores". Está claro que es muy difícil elegir el pueblo más bonito de Castilla y León, porque hay una gran cantidad de villas singulares y espectaculares en la comunidad más histórica de España. Pero para decantarse por uno, la aplicación "España Turismo" ha promovido un concurso, en el que ha salido elegido como el pueblo más bonito de Castilla y León en 2025 la localidad segoviana de Cuéllar, al obtener 1.002 votos de los más de 23.000 emitidos.

Cuéllar representará a Castilla y León en el certamen nacional que comienza el 7 de enero de 2026, junto a Candelario (Salamanca), Puebla de Sanabria (Zamora) y Santo Domingo de Silos (Burgos). La villa se reafirma así como un destino imprescindible para conocer la historia, el arte y la cultura de la comunidad.

Cuéllar

Para conocer los orígenes de esta villa segoviana, hay que retroceder hasta la Edad de Bronce, época de la que ha aparecido un poblado en el paraje del “Barco de los Habares” y algunos fragmentos de cerámica campaniforme en el recinto del antiguo Estudio de Gramática.

Ya en la Edad de Hierro, desde el siglo VIII a.C. existió un amplio poblado en las cercanías del castillo, con una necrópolis que estaba en la zona de las Erijuelas de San Andrés. En ella se han encontrado restos de cerámica hecha a mano, utensilios de hierro y urnas cinerarias.

Según algunos historiadores, Cuéllar se corresponde con la Colenda romana en un territorio conquistado por el General Tito Didio, quien la asedió y asaltó, vendiendo a sus habitantes como esclavos. Hay estudiosos que sostienen que su origen es prerromano y sobre ella se produjo la conquista. Lo que si parece seguro es que el nombre de Cuéllar deriva del latín “collis”, que significa colina y que genera el topónimo “lugar de colinas”.

El hecho es que el asentamiento romano no dejó muchos vestigios, encontrándose de nuevo noticias de la villa hacia el siglo X d.C. en relación con la acción repobladora de los condes de Monzón; según fuentes musulmanas fue arrasada por el caudillo árabe Almanzor.

La primera repoblación medieval fue llevada a cabo después de la batalla de Simancas (939), sin que pueda precisarse el año ni su repoblador. Su vida fue efímera, pues perteneciendo al condado de Castilla, fue arrasada por el caudillo Almanzor en el año 977, trasladando a Al-Ándalus a sus habitantes como esclavos. Más de un siglo después tuvo lugar la segunda y definitiva repoblación, producto del movimiento repoblador llevado a cabo por Alfonso VI de Castilla, y encomendada al magnate Pedro Ansúrez, tal y como recogen el Chronicón de don Pelayo y El conde Lucanor. Su fundación siguió el modelo de las Comunidades de Villa y Tierra, surgiendo tras la misma la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar; actuó por primera vez como concilium en 1147, y el rey Alfonso VIII de Castilla celebró las Cortes de Castilla en Cuéllar en 1184.

El buen nivel económico conseguido al final del reinado de Fernando III de Castilla y muy especialmente durante el de su hijo Alfonso X el Sabio, la convirtieron en una de las poblaciones más importantes de la meseta del Duero. El rey Alfonso, quien mostró una profunda predilección por la villa, implantó en ella un importante emporio ganadero que, junto a las exenciones que hizo en su Fuero Real (1256) confortaron una próspera economía derivada de la producción lanera, exportada ya desde el siglo XII a los telares flamencos utilizando los puertos del Cantábrico. Su hijo Sancho IV de Castilla frecuentó la villa como coto de caza y la mujer de éste hizo de ella su baluarte a la muerte del rey. En el castillo de Cuéllar celebró María de Molina las Cortes de 1297 y permaneció refugiada ante el peligro de quienes intentaron arrebatar la Corona de Castilla al futuro Fernando IV de Castilla.

En la primavera de 1354 la iglesia de San Martín fue el escenario del matrimonio entre Pedro I de Castilla y Juana de Castro. Tras su asesinato y la proclamación como nuevo rey de Enrique II de Castilla, la villa pasó a manos de la Corona, pues pertenecía por herencia a su esposa, Juana Manuel de Villena. Posteriormente fue heredada por Juan I de Castilla, quien la visitó con frecuencia, y en ella se encontraba cuando en 1382 la reina Leonor de Aragón falleció de sobreparto, entregándosela un año después en arras a su nueva mujer, Beatriz de Portugal. Meses antes de morir el rey, concedió las ferias de Cuéllar con los mismos privilegios que las de Valladolid. Durante el señorío de la villa por parte de Fernando I de Aragón, sus habitantes acudieron a la conquista de Antequera comandados por Fernán Velázquez de Cuéllar, su canciller mayor, y su producción lanar pasó de los telares flamencos a los catalanes.

El señorío de Cuéllar fue entregado en 1444 al valido de Juan II de Castilla, el condestable Álvaro de Luna, quien se encontraba en Cuéllar cuando fue prendido y trasladado a Valladolid para ser decapitado, siendo entregada a la princesa Isabel. El nuevo monarca Enrique IV de Castilla celebró las primeras Cortes de su reinado en la villa, y se la compró a su hermanastra por 200.000 doblas de la banda en concepto de dote para entregársela a su valido Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque y gran maestre de la Orden de Santiago en 1464. El nuevo señor reforzó y amplió su recinto amurallado y castillo ante las posteriores amenazas de la reina Isabel, quien quiso a toda costa recuperar su posesión.

En el siglo XVII Cuéllar, como toda Castilla, entra en una etapa de decadencia y despoblación debido a un periodo de crisis por las guerras, los impuestos, las epidemias y la emigración a Indias fundamentalmente.

El hecho de que la Corte se instalase en Madrid ayudó a esta decadencia, ya que muchas villas castellanas habían sido sede y refugio de los reyes. De hecho, los Duques de Alburquerque también trasladaron su residencia a Madrid, como muchos otros nobles, atraídos por la corte y por conseguir puestos en política.

En el siglo XVIII se produjo una recuperación social y económica gracias al aumento de las cosechas. En 1770 Carlos III dictó normas para el reparto de tierras de propios y concejiles, siendo Cuéllar beneficiaria ya que muchas de las tierras eran del Ayuntamiento y de la Comunidad de Villa y Tierra, con lo que los vecinos tuvieron acceso en usufructo a estos bienes.

En la siguiente centuria y parte del siglo XX, se volvió a vivir una etapa de decadencia. En la Guerra de Independencia jugó un papel muy importante, ya que al estar a medio camino entre Segovia y Valladolid, su riqueza agrícola y el castillo hicieron que fuese codiciada por los franceses. La huella que dejaron fue muy negativa, porque además de esquilmar los campos, se saquearon también muchos de sus templos y de sus obras de arte.

En 1833, el escritor José de Espronceda fue desterrado a Cuéllar por leer unos versos “subversivos”. En esta villa escribió su novela “Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar”, cuya acción se desarrolla principalmente en el castillo.

En 1936, Cuéllar tomó parte en la Guerra Civil en el bando “nacional”, quedando el castillo convertido en cuartel de soldados italianos y posteriormente en cárcel de presos políticos, sanatorio para tuberculosos y por último penal de delitos comunes. Ha sido recuperado como Instituto de Enseñanza Secundaria, archivo de la Casa Ducal, de la Comunidad de Villa y Tierra y del Ayuntamiento y parcialmente para el Turismo.

La época de posguerra se vivió algo mejor, ya que la población pudo sobrevivir gracias al campo y la ganadería. Muchos de sus habitantes decidieron emigrar buscando mejores condiciones de vida hacia zonas más industrializadas. No obstante, este fenómeno tuvo más repercusión en las localidades vecinas que en la propia Cuéllar, según destaca la web del Ayuntamiento.

Atractivos monumentales

El pueblo es principalmente célebre por su legado mudéjar, uno de los más notables de Castilla y León. La villa de Cuéllar se define por tener un conjunto medieval en el destaca su arquitectura mudéjar civil y religiosa que se conserva desde los siglos XII y XIII y que aún en la actualidad estos monumentos se siguen utilizando para fines religiosos, culturales o privados, y sus murallas con importantes restos mudéjares son un importante recurso turístico.

El estilo mudéjar fue elaborado por los mudéjares, estos eran los musulmanes que estaban en territorio cristiano, como eran muy buenos constructores, se les encarga la elaboración de estas obras, con materiales más baratos como son el ladrillo y el yeso.

Además, entres sus principales monumentos destacan:

El Castillo

Este edificio aparece documentado en 1306 y se conoce como el castillo de los Duques de Alburquerque, declarado Monumento Artístico Nacional en 1931. Don Beltrán de la Cueva, primer Duque de Alburquerque, fue nombrado señor de Cuéllar por Enrique IV en 1464.

Sobre una edificación primitiva se construyó una fortaleza rectangular en estilo gótico con torreones en sus ángulos. En la fachada sur se levanta una galería renacentista sostenida por ménsulas y bajo ella, se abre un balcón que pertenecía al comedor y un ventanal de la sala de recepciones.

La fachada norte alberga la puerta principal con el escudo de Castilla y León con el lema de Enrique IV “agridulce es reinar”, el de los Cueva y el de la primera esposa de don Beltrán, D» Mencía de Mendoza. En su interior se levanta el palacio, que fue construido posteriormente, en torno a un patio central de columnas sobre el que cabalga una doble galería con arcos rebajados del siglo XVI. A esta galería se abren los salones con techumbres de artesonados de estuco y vigas talladas. Otras dependencias son la bodega, la armería, la zona de servicio y las habitaciones nobles, desde donde se podía acceder a una pequeña capilla gótica. Posteriormente se levantó otra capilla en la huerta, frente al arco principal.

A lo largo de su historia, la fortificación ha tenido diferentes usos. Así, fue cuartel general de Lord Wellington y refugio del general Hugo durante la Guerra de la Independencia, sufriendo el saqueo de las tropas napoleónicas. Es seguro que entre estas paredes se inspiró José de Espronceda, desterrado en Cuéllar en 1833, para escribir su novela romántica “Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar”.

Durante la dictadura fue primero prisión política, cárcel común y sanatorio para enfermos tuberculosos. Es en suma un castillo que encierra la realidad de muchos castillos construidos a lo largo de diferentes épocas, desplegando estilos arquitectónicos diversos y revelando funciones sociales igualmente dispares que se han modificado substancialmente con el tiempo.

En la actualidad, los Duques han cedido su uso al Ministerio de Educación y Cultura, que ha instalado el centro de Enseñanza Secundaria “Duque de Alburquerque”.

Convento de San Basilio

Frente a la puerta de san Basilio se encuentra el antiguo convento del mismo nombre, que con la desamortización pasó a manos privadas y en la actualidad está ocupado por un restaurante y un taller mecánico cerrado.

En sus inicios, los frailes basilios tenían su conventoen las márgenes del río Cega pero en 1606, los monjes se trasladaron al barrio de San Andrés, en la parte alta de Cuéllar. El nuevo convento se edificó a principios del siglo XVII y en su iglesia se veneraban reliquias de varios mártires y la Virgen de Nuestra Señora de la Rochela, imagen gótico-tardía traída de Francia que actualmente se encuentra en la iglesia de San Andrés.

Iglesia de San Andrés

La iglesia de San Andrés se sitúa extramuros de la ciudad. Tiene tres naves y crucero con tres ábsides, el central de mayor tamaño, decorado en el exterior con dos arquerías ciegas de medio punto y ventanas en un piso superior separadas por frisos de esquinillas. Se sabe que ya estaba construida en 1277.

La iglesia se decora con ladrillo y su portada principal se levantó sobre otra anterior románica. La puerta es de medio punto con arquivoltas que terminan en columnas, rematada en su parte superior con un friso también de ladrillo. La fachada está recorrida por unas arquerías ciegas de medio punto muy peraltadas, y en un segundo piso por otro friso de arcos ciegos separados por pilares de ladrillos.

Tras varias obras de restauración se han descubierto las pinturas de los ábsides, de motivos geométricos en tonos rojos y negros. El retablo mayor lo preside San Andrés, alrededor del cual se distribuyen pinturas de santos. Por toda la iglesia se pueden contemplar retablos, en su mayoría barrocos, que albergan pinturas y tallas de una interesante factura.

Muchas de estas imágenes proceden de otras iglesias, destacando la imagen de la Virgen de la Rochela o el Cristo de San Gil entre otros. Posee una importante colección de imágenes, entre las que destaca un calvario del gótico primitivo, que presidió la Catedral de Valladolid en la I Edición de la exposición “Las Edades del Hombre”.

Iglesia de San Martín

Junto al Castillo se encuentra la Iglesia de San Martín, que en la actualidad alberga el Centro de Interpretación del Arte Mudéjar. Fue declarada también Monumento Artístico Nacional en 1931 y es una de las mejores muestras de la arquitectura de la villa.

Tiene tres naves, la central más ancha y alta, separadas por pilares y cubiertas de ladrillo con arcos fajones, con el ábside central, con bóveda de horno, más grande que los laterales. En el exterior, los ábsides se decoran con arquerías ciegas de medio punto dobladas, siendo la superior arquitrabada. La torre es independiente y se sitúa a los pies del templo, junto a la triple puerta de acceso. Fue desamortizada a mediados del siglo XIX, permaneciendo en manos privadas y ruinosa hasta que la compró el Ayuntamiento y la restauró la Escuela Taller en los años ochenta del pasado siglo XX.

En 1997 se inauguró el Centro de Interpretación del Arte Mudéjar, que intenta mostrar mediante un espectáculo audiovisual la simbología del arte más genuino de Cuéllar, inmerso dentro de las características de la España medieval.

Se recorre este templo mudéjar guiados por la voz de un personaje de la época y su hija, coincidiendo con la construcción de la iglesia en los siglos XII y XIII. Pasando por espacios como “la cultura de fronteras”, la emigración y repoblación; los elementos básicos para construcción: agua, arcilla, piedra y madera; para terminar con el uso colectivo del espacio por una comunidad en la que existen al menos tres culturas.

Puerta de la Judería

Esta pequeña puerta situada al noreste de la ciudadela, posiblemente daba acceso al barrio medieval del mismo nombre y es el punto de encuentro entre la muralla de la ciudadela y la de la ciudad en su lado Norte, muy cerca de la puerta de San Andrés. Sus muros conectan directamente con el antiguo Estudio de la Gramática, donde se pueden apreciar aún algunas saeteras del adarve de la muralla.

La puerta se forma por una bóveda de cañón rebajado donde se conservan los quicios de piedra donde se encajaban las puertas, que nos hacen suponer la existencia de una puerta con dos hojas, abatible hacia el interior.

La existencia de una importante comunidad judía en Cuéllar se refleja en varios documentos escritos donde se habla de la contribución que hacían en maravedís al obispado de Segovia o en la existencia de al menos una sinagoga donde en el siglo XV destacó por su oratoria el Rabino Abraham Simuel, teólogo, filósofo y médico del primer duque de Alburquerque.

Archivo de la Casa Ducal del Alburquerque

El Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque forma en su conjunto uno de los archivos nobiliarios más importantes de España. En 1986 D. Beltrán Osorio y Díez de Rivera, XVIII Duque de Alburquerque, decidió hacer una cesión en depósito del Archivo de la Casa Ducal a la villa de Cuéllar.

En 1997 se procedió a crear una fundación que gestionara los fondos documentales, con el nombre de “Fundación del Archivo Histórico de la Casa Ducal de Alburquerque”. Contiene documentos de los ducados de: Alburquerque, Algete y Sesto; los marquesados de: Alcañices, Balbases, Cadreita, Cuéllar y Cullera; los condados de Alba de Aliste, Benelua, la Corzana, Fuensaldaña, Grajal, Huelma, La Torre, Las Torres, Ledesma, Santa Cruz de los Manueles, Villanueva de Cañedo y Villaumbrosa; los señoríos de: Mombeltrán y Villacid; y los mayorazgos de: Angulo, Menchaca, Oropesa, Pineda, Recalde, Trejo, Vergara, Vicuña y Villafuerte.

La documentación que contiene es fundamentalmente de tipo privado: testamentos, donaciones, mercedes reales, pleitos, cuentas, testamentarías, correspondencia, etc., aunque a causa de los importantes cargos ocupados por estos nobles, parte de esa documentación tiene connotaciones públicas.

Cronológicamente, los documentos se extienden desde el siglo XII hasta 1994, año en que murió el XVIII Duque de Alburquerque. Actualmente, los fondos documentales están depositados en la Torre del Homenaje del Castillo-Palacio de Cuéllar. También en esta torre, se encuentra el Archivo Histórico Municipal de Cuéllar y de la Comunidad de Villa y Tierra Antigua de Cuéllar.

Este Archivo custodia toda la documentación generada por la villa de Cuéllar desde el momento de su repoblación. El documento más antiguo que se conserva data de 1184; se trata de una carta real de venta por la que la villa de Cuéllar compra a Alfonso VIII el señorío de Perosillo. A partir de este momento la villa y su tierra, debido a la pertenencia a la corona castellana (señorío de realengo), sufrirá los avatares de la política. Con frecuencia, el rey dona el señorío de Cuéllar a miembros de la familia real, como es el caso del infante Fernando de Antequera; la reina Beatriz, esposa de Juan II; validos como Álvaro de Luna y Beltrán de la Cueva; o para pagar dudosas fidelidades en los tiempos de minoría del rey, como es el caso del infante Don Juan Manuel. Así, se llega a dar el caso de que, siendo una villa castellana, perteneció al rey de Aragón Fernando de Antequera, a los infantes aragoneses o al rey de Navarra. Todos estos acontecimientos han dado lugar a una buena muestra de documentos medievales.

Así mismo, el funcionamiento normal de la villa ha generado toda una documentación relacionada con la administración local, que va desde las Actas y Acuerdos del Regimiento; patronatos de obras pías como las fundadas por el arcediano Gómez González, el capitán Gabriel de Rojas o Francisco Velázquez de Bazán; Cuentas de la alhóndiga y el Pósito; Corrección Pública (cárcel); Instrucción Pública; Elecciones; Quintas; Expedientes de obras, etc., llegando cronológicamente la documentación hasta 1980.

El Archivo Histórico de Cuéllar se completa con una sección que contiene los documentos referentes a la Comunidad de Villa y Tierra Antigua de Cuéllar. Documentos que cronológicamente van desde el siglo XIII hasta los años 50 y que temáticamente abarcan todo lo que fueron propiedades comunes, en especial pinares, montes, dehesas y pastos, por lo que hacen referencia tanto a la propiedad y delimitación de estas posesiones, como a su aprovechamiento maderero, resinero, ganadero o agrícola.

En su conjunto, el Archivo Histórico forma un continuo a través del cual podemos ver el funcionamiento de una entidad territorial que compartía el titular del señorío y una serie de propiedades territoriales, así como una red de comunicaciones de aprovechamiento ganadero (cañadas) y que hasta la división de España en provincias realizada en el siglo XIX era una entidad administrativa a nivel nacional.

Naturaleza

La villa de Cuéllar se encuentra situada en plena comarca natural Tierra de Pinares, en el límite de la provincia de Segovia, a su encuentro con el de la provincia de Valladolid, y dista de ambas capitales 60 y 50 kilómetros respectivamente.

Pasear por sus caminos, cordeles y veredas permite apreciar el singular contraste entre las tierras de cultivo, los pinares, el esplendor de la ribera del río Cega y los humedales que encuentras en la Vega.

Gastronomía

Tras pasear por las calles de esta villa y para corroborar su riqueza gastronómica, se debe hacer una parada en alguno de sus mesones y restaurantes, para degustar sus platos típicos y las especialidades de cada casa, que son muchas y buenas.

Crece día a día la calidad de las tapas en los distintos establecimientos de la zona de chateo. Hay que probar el mondejo, las patatas bravas, las distintas recetas con caracoles o níscalos y las tapas de auténtica creación.

Cuéllar ofrece una gran variedad y riqueza gastronómica, como es habitual en la comunidad de Castilla y León. Sin duda, el plato estrella es el cordero lechal asado al estilo castellano en horno de leña, pero además y según la temporada, se deben degustar también los níscalos de la tierra y las endibias, aliñadas de diferentes formas. Son también una delicia para el paladar los jamones y embutidos de estilo casero, sin olvidar por supuesto el queso, tanto de Cuéllar como de su comarca, por su especial elaboración y proceso de curación.

Es el queso también, un ingrediente principal en recetas de repostería. En el apartado de postres, destacar el dulce típico de la Villa delicias de Cuéllar realizado con dos ingredientes tradicionales como son el piñón la achicoria. Es éste un cultivo tradicional de Cuéllar, que contaba en su término con varias fábricas de transformación. El dulce representa el ladrillo mudéjar tan presente en nuestra localidad.