Sociedad
Residencias de mascotas: Una alternativa al abandono estival
Mientras las protectoras alertan del aumento de camadas indeseadas y la falta de responsabilidad durante el verano, centros como el burgalés de Las Cortes demuestran que es posible viajar sin renunciar al bienestar de los animales
Cada año, el verano marca el punto álgido de una tragedia que se repite con dolorosa puntualidad: el abandono de mascotas. Según el estudio ‘Él nunca lo haría’ de la Fundación Affinity, solo en 2023 las protectoras españolas recogieron más de 286.000 perros y gatos, 33 animales por hora.
Y casi uno de cada dos, durante los meses de verano. En Burgos las cifras no son ajenas a esta realidad, pero también crece una alternativa que demuestra que el abandono no es inevitable: las residencias de mascotas.
En Burgos, las residencias de mascotas se consolidan como una alternativa ética, cómoda y profesional para quienes quieren viajar sin abandonar a su animal. En el Centro Canino Las Cortes, ubicado en la capital, la temporada alta va de mediados de junio a septiembre. “Ahora mismo estamos al 101?por ciento. Tenemos 32 habitaciones individuales y hemos llegado a acoger hasta 40 animales. Muchos clientes traen más de un perro”, cuenta Iván, su responsable.
El centro solo acoge perros, aunque ofrece servicio a domicilio para gatos, animales exóticos o casos especiales. La rutina comienza a las seis de la mañana, con los primeros paseos aprovechando el frescor del amanecer. Las habitaciones se limpian dos veces al día, y los animales disfrutan de zonas interiores y exteriores adaptadas, juegos en grupo o paseos individuales, alimentación programada y atención médica personalizada. “Muchos vienen con medicación crónica, y la seguimos al detalle”, explica Iván.
Pero el cuidado va más allá de lo funcional. La residencia aplica criterios de bienestar emocional: las paredes están pintadas de azul para transmitir calma, las zonas ajardinadas se decoran con lavanda por sus propiedades relajantes, y el equipo está formado por profesionales del comportamiento canino.
“Hay perros que aquí desconectan del ruido, del estrés… y hasta de sus dueños. Vuelven a ser perros, sin ‘drones’ humanos vigilando cada paso”, dice entre risas.
A pesar de la alta ocupación, muchas reservas siguen llegando en el último minuto. “Tenemos clientes fieles que reservan con meses de antelación, pero también muchas llamadas de urgencia a las que ya no podemos dar respuesta”, advierten desde Las Cortes. Por eso recomiendan informarse con tiempo, visitar las instalaciones y verificar que el entorno es adecuado. “No se trata solo de dejar al perro. Se trata de elegir un sitio donde también disfrute, descanse y esté bien cuidado”.
Los requisitos son sencillos pero firmes: el animal debe estar vacunado, incluida la específica contra la ‘tos de las perreras’, y no puede mostrar agresividad hacia personas. Todo lo demás es adaptable: desde el carácter del animal hasta sus necesidades médicas o conductuales.
Protectoras desbordadas
Sin embargo, frente a esta opción responsable, la otra cara del verano sigue mostrando una realidad preocupante. En la Protectora de Animales de Burgos, la llegada de animales no cesa. Entre mayo y septiembre del año pasado recogieron 79 animales; este año ya han superado esa cifra.
“Sobre todo son camadas indeseadas de gatitos y cachorros de perro. Muchas veces llegan heridos o enfermos y sin ninguna identificación”, denuncian.
Buena parte de estos abandonos responde a una falta de esterilización y al incumplimiento de la normativa vigente. La ley obliga a los ayuntamientos a aplicar programas de control de colonias felinas (CES: captura, esterilización y suelta), pero en muchos pueblos no se cumple.
“Las gatas pueden tener hasta cuatro camadas al año, incluso quedarse preñadas mientras aún están dando de mamar”, explican desde la protectora. Además, los animales recogidos llegan, en su mayoría, sin ningún tipo de identificación: “Un uno por ciento lleva chip, por no decir ninguno”. Además, se lamentan que sea “más fácil conseguir un perro por redes sociales que adoptar en una asociación. Y luego, cuando molesta, se deja”.
Otras causas de abandono también se repiten: cambios de domicilio, alergias, divorcios, emigración o simplemente la elección de razas incompatibles con el estilo de vida de sus dueños. “Hay personas que se hacen con un pastor malinois o un border collie sin saber cómo educarlo, y cuando les supera, lo abandonan”, relatan. Además, a diferencia del abandono, las adopciones se paralizan en verano. “Durante el verano, las adopciones son casi inexistentes.
Las personas tienen sus planes y no adquieren la responsabilidad de un animal hasta que vuelve la rutina”, explican. Solo algunas familias ya concienciadas aprovechan sus vacaciones para integrar un nuevo miembro.
Desde la protectora insisten en que la clave está en la prevención. Piden que se cumpla la ley, que se apoyen los programas de esterilización y que se promueva la educación. “Nos gustaría llegar a más fábricas, más colegios… pero muchas veces no obtenemos respuesta. Aun así, seguimos ofreciendo visitas al refugio para dar a conocer lo que hacemos y lo que necesitan los animales que cuidamos”.
Un cambio de mentalidad es posible
La existencia de residencias de mascotas no es una solución total al abandono, pero sí evidencia que se puede actuar con previsión y empatía. Que hay opciones dignas para quienes no quieren renunciar a sus vacaciones ni al bienestar de su compañero animal.
Elegir bien, informarse con tiempo y priorizar el cuidado no es un lujo, sino una muestra de respeto hacia quienes dependen de nosotros.
En Burgos, tanto la Protectora como el Centro Canino Las Cortes lo tienen claro: convivir con una mascota implica un compromiso duradero. No basta con quererlos en invierno si se les olvida en verano. Frente al abandono, la responsabilidad, con leyes, recursos y voluntad, es siempre la mejor compañía.