
Opinión
Verdades incómodas
"O actuamos ya y reformamos las pensiones, en tiempo y forma, o el envejecimiento de la población y la baja natalidad, acabarán con el sistema"

O actuamos ya y reformamos las pensiones, en tiempo y forma, o el envejecimiento de la población y la baja natalidad, acabarán con el sistema. Es descabellado pensar que esto no puede pasar. Puede, ya lo creo que puede.
El sistema de pensiones que conocemos hoy en día, diseñado para una España muy distinta, pide auxilio. Originalmente, funcionaba como un contrato social: las generaciones activas, más numerosas que la población anciana, sostenían a las retiradas. Sin embargo, este modelo depende de una población creciente y de una relación favorable entre cotizantes y jubilados lo contrario de lo que está pasando.
Creado en los años 60, nuestro Sistema de Pensiones paga las jubilaciones con las cotizaciones del mismo periodo, por lo que las del futuro dependerán del equilibrio entre cotizantes y pensionistas. Los trabajadores ingresan a la Seguridad Social durante su vida laboral, dependiendo de la cuantía de su salario. Es decir, que tiene un carácter contributivo.
Pues todo eso hace aguas, mientras las autoridades miran a otra parte y dan largas al problema, hasta que la bomba les estalle entre las manos. En España cotizan, ahora mismo, algo más de 22 millones de trabajadores y tenemos casi 12 millones de pensionistas.
Es decir, que nuestro sistema está diseñado para que trabaje la gran mayoría de la población -como sucedía cuando se creó-, dejen de trabajar relativamente pocos y vivan de media unos 11 años, tras la jubilación. Todo esto ha pasado a mejor vida, lo cual crea un modelo insostenible.
¿Y qué hacen, mientras tanto, nuestros mandamás? Pues lo habitual: ciegos que conducen a otros ciegos. Con las tasas de natalidad en declive y una mayor esperanza de vida, así como los cambios radicales en el mercado laboral y la reducción de trabajadores activos por cada jubilado, el sistema no se sostiene y acabará colapsando.
¿Hay alternativas a este escenario? Pues si, las hay. Pero debemos ponernos ya manos a la obra: Lo primero que hay que hacer es incentivar la natalidad.
Lo segundo sería apostar por una inmigración que rejuvenezca la población trabajadora; algo que hay que llevar a cabo de forma ordenada y ajustada a las necesidades que tenemos y no a tontas y a locas, como se está haciendo.
Necesitamos inmigrantes. Pues claro que los necesitamos; nos hacen mucha falta y hasta pueden ser una riqueza. Pero ni vale cualquiera, ni puede hacerse caóticamente, o será peor el remedio que la enfermedad. Según el Banco de España, nuestro país precisará de unos 25 millones de inmigrantes más, en edad de trabajar, para el 2053, si queremos crecer y mantener saludable nuestra economía.
Antes deberemos resolver que los trabajos a los que acceden muchos inmigrantes no estén peor pagados y no coticen debidamente a la Seguridad Social. Demasiado injusto. Así son las cosas, mientras nada se hace por ser anticipativos, actuar como dicta el buen sentido y darle la vuelta a la tortilla.
Estamos jugando con el futuro de España y de las generaciones que vienen, lo cual clama al Cielo. Lo dicho: otra vez la crónica de un desastre anunciado. No aprendemos nunca.
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